Todo edificio es una obra de arquitectura. La inauguración del nuevo ciclo neoliberal tiene como sostén, una estructura necesaria y lo primero que requiere, es aprobar la llamada reforma previsional. Esto es, un ajuste de los haberes de los jubilados de 100 mil millones de pesos, con el objeto de reducir el déficit fiscal en alrededor de 2 puntos del PBI. Todo el sistema de jubilaciones, pensiones y asignaciones es responsable de la mitad del gasto público y es prácticamente la única área en la que un ajuste puede incidir con claridad en las cuentas. A la par, el diseño de la fórmula de actualización es un ancla a futuro, porque congela los haberes en unos 7600 pesos (435 dólares), que se actualizarán con la inflación, pero no incrementarán su poder adquisitivo.
A su vez, la reforma fiscal, promueve la rebaja de impuestos, sobre todo provinciales, y una ley de responsabilidad fiscal, que al igual que los haberes de los jubilados, congela el gasto público provincial y lo reajusta vía inflación. Resultado: es un ajuste hacia adelante. Por ejemplo, áreas como educación, salud o seguridad requieren aumentar sus prestaciones por el crecimiento vegetativo y si la obligación que asumen las administraciones provinciales es congelar el gasto, el camino que deberán recorrer es disminuir prestaciones, aumentar la productividad del sector público vía reducción salarial o mayor carga laboral, o privatizar servicios, de lo contrario no habrá forma de hacerle frente a las nuevas demandas. Esto es una bomba de tiempo para las administraciones provinciales.
Ése es el motivo por el cual el gobierno nacional encadenó las reformas previsional, fiscal y laboral que inician hoy su derrotero en el Congreso.
No es casual entonces, que el ministro del Interior Rogelio Frigerio, el funcionario que negocia con los gobernadores, los jefes políticos territoriales de diputados y senadores nacionales, en cada comunicación telefónica o mensaje de whatsapp con los mandatarios provinciales y sus operadores les haya insistido en que “si no hay reforma previsional, ni piensen en que se trate el acuerdo fiscal. Se cae todo, porque todo está atado”.
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Como en el truco, las cartas que orejeó le dan números muy finos a su favor, aunque nadie da por ganada la partida. Mientras, realiza concesiones económicas extras para conseguir la aprobación del paquete jubilatorio.
Los números al cierre de esta edición que manejaba el gobierno eran los siguientes:
-El gobierno contaba con sus 107 diputados nacionales, más los 4 de Juan Schiaretti, 3 de los 4 de Juan Manzur (Tucumán), los 5 de Misiones (Hugo Passalacqua) y los 6 del santiagueño Frente Cívico de Gerardo Zamora. Total: 125. El porteño Martín Lousteau se habría comprometido a dar quórum con su bloque de 4 legisladores, pero votaría en contra, ya que presentaron un despacho en minoría. Con ello, reúne 129 de 257. Suficiente para dar comienzo a las deliberaciones. Si bien no estaba confirmado anoche, el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey habría comprometido 2 diputados, con lo que el oficialismo llegaría a 131 para iniciar la sesión y 127 votos para votar la reforma. Habría negociaciones con Neuquén para que la única legisladora de ese sector (Alma “Chani” Sapag), al menos, se abstenga, lo mismo que diputados de otros dos bloques unipersonales. La cuenta es 127 a favor, 3 abstenciones, y 4 votos al proyecto de minoría del bloque socialdemócrata de Lousteau, lo que daría 134 diputados, según las cuentas de voceros del bloque oficialista en el Congreso.”Es un número vivo”, afirman mientras los mensajes van y vienen.
En contra quedarían 123 (kirchneristas, massistas, peronistas del interbloque federal -pampeanos, riojanos, sanjuaninos, entrerrianos, y chaqueños, entre otros-, el FIT, socialistas, libres del sur, monobloques peronistas y Concertación Forja), que los negociadores oficialistas apuestan a diezmar, llevando a muchos de ellos al terreno de las abstenciones o ausencias.
La de hoy, será una larga jornada. La sesión de Diputados para tratar la reforma previsional está prevista para las 14 horas. Lo mismo que la movilización convocada por las CTA, sectores de la CGT, movimientos sociales y fuerzas políticas de distintos signo. El gobierno juega buena parte de su suerte y el inicio de un ciclo económico neoliberal a este achique. Todo indica que está muy cerca de lograrlo, pero también de fracasar.
LA PAUTA SALARIAL DE 2018 ES 16,6%
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, afirmó ayer que las negociaciones salariales deberían tener un techo del 16,6%. “Las expectativas del sector privado que releva el Banco Central están en 16,6% para el año que viene y entonces uno debería esperar que las paritarias para el año que viene cierren en ese número”, dijo el funcionario.
Al usar la expectativa de inflación de las empresas para el próximo año, Dujovne parece ya poner en duda la meta de inflación del Banco Central, que Federico Sturzenegger ubicó en un ambicioso 12%.
Además, con una inflación de 2016 que estará arriba del 23% según las estimaciones, seguramente habrá gremios que intentarán el año que viene recuperar la diferencia con los aumentos de este año, que en promedio estuvieron en 21%. Muchas paritarias firmaron acuerdos con cláusulas gatillo que ya se activaron.
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