(Por Máximo Brizuela *). “Para cada necesidad habrá un mercado”, es la afirmación que realizó Federico Sturzenegger en su cuenta de X.
Si bien parafrasea la frase de Evita “frente a cada necesidad, nace un derecho”, no es una frase inocente la que expresó el Ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación Argentina.
Resquebrajar y destruir todo aquello que implique una protección social, en un anhelo y un objetivo claro del actual gobierno nacional, quien no tiene vergüenza en expresar que aborrece conceptos como el de justicia social.
No vislumbrar el cambio de paradigma que se pretende instalar, es quedar vulnerables frente a cambios profundos que como trabajadores y sociedad en general nos dejarán a la buena suerte de ese mercado que jamás tiene empatía ni amor por el otro.
Si cada necesidad será apadrinada por un mercado, quiere decir que de no contarse con ciertos recursos que exige ese mercado no se podrá acceder a él. Podemos citar rápidamente temas como salud y educación, derechos básicos que se ponen en jaque si no se tiene el recurso económico para afrontarlo.
El concepto de Estado, ese ordenamiento social que tienen los países, debe perseguir la armonía e igualdad de oportunidades, garantizando derechos básicos como algunos de los citados anteriormente.
Existe un salvajismo sin precedentes a la hora de gestionar la cosa pública, apartándose todo lo posible de sus obligaciones, afirmando al mismo tiempo que eso implica una mayor “libertad” para la ciudadanía.
Bien sabemos que las desregulaciones excesivas, la desprotección social y el “mercado” en cada uno de los órdenes de la vida, solo lleva a una consagración elitista de unos pocos y el perjuicio de una gran mayoría que vive bajo la esperanza de arañar algo, con menos derecho a levantar la voz y decir que tales injusticias no pueden ser el denominador común de nuestra sociedad.
Abordar una crisis debe contemplar el bienestar de todos los actores que la sufren, comenzando por los sectores más vulnerables, seguido por los trabajadores y así escalando más arriba. Hoy el ajuste recayó principalmente en los sectores que menos recursos tienen, mientras aquellos con más solvencia han sido beneficiados arbitrariamente.
Si algo vemos actualmente es que al gobierno nacional poco le importa el bienestar del hombre y mujer de a pie, con su situación económica que se deteriora cada vez más; y no podría ser de otra manera si se licuan salarios, ajustan jubilaciones, el sistema educativo, salud pública, etc.
¿Para cada necesidad habrá un mercado? Pues deberemos ver dónde comprar el espíritu transformador para vivir en un país más justo.
* Máximo Brizuela es secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).
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