Si no hubiera conocido a Virgilio Expósito, Max Masri (49) no se hubiera dedicado al tango. “Incluso no me gustaba, de chico no me agradaban las letras y lo consideraba como un sonido deprimente”, le cuenta el músico a ENREDACCIÓN. Aprender composición con el creador de Naranjo en flor le dio seguridad para elegir esta escena.
En sus inicios, Max tuvo una banda de punk y es fácil imaginar su metro noventa y ocho con cresta, tachas y aros de alfiler de gancho. Sin embargo, el tango había calado en él, así que se calzó el traje. Primero probó con una banda de rock y 2×4, hasta que armó Tanghetto, donde lo fusiona con electrónica. Desde su formación en 2003 tienen ocho trabajos editados, obtuvieron tres nominaciones a los Grammy Latino, ganaron un Gardel y recibieron una reciente nominación al premio argentino por el último álbum, Reinventango. “Me parece el mejor del grupo, porque es uno de los discos más maduros”, comenta quien está a cargo de la producción, composición y sintetizadores.
Además, Reinventango confirma la sintonía de Tanghetto con el colectivo LGBTQ. Fue la primera banda de electrotango en tocar en el festival Tango Queer, grabaron un videoclip con una historia entre mujeres y en 2018 tocaron por primera vez en el Lincoln Center de Nueva York, ante una audiencia de 3.000 personas, donde invitaron a bailar a una pareja de bailarines gay argentinos.
¿Por qué Reinventango es un disco transgenero?
Es un disco que llegó en un momento de madurez artística y, a la vez, de conciencia. Me sentí inspirado por los logros del movimiento trans y, sobre todo, por la participación de Marsha Johnson en Stonewall. Pero lo principal fue enfrentarme a la visión binaria imperante, ahí es donde más empatizo a nivel humano y artístico. La conciencia de decir “no soy lo que vos decís que soy”. Obviamente, con el respeto de comprender la diferencia de lo que implica la lucha por la identidad y de lo que es una expresión artística.
¿Qué se tiene que desconstruir en el tango?
Todo lo ligado al machismo duro y esa forma de expresión del tango está lejísimos del ideal de conciencia colectiva actual, y en aquel momento era normal. A nivel musical, desde Tanguetto sentimos que podemos aportar algo nuevo al tango y es posible gracias a la deconstrucción. Es una palabra que no usamos al principio de la banda, porque tampoco tenía conciencia de lo que significaba. Me parece genial que podamos replantearnos un montón de cosas, que yo ya lo hacía a nivel artístico, pero sin ese nivel de conciencia. Es importante todo lo que se puede incorporar desde una visión nueva y encarado desde un lugar donde lo binario, lo blanco y negro, no es lo absoluto.
¿Para poder deconstruir el tango es necesario conocerlo a fondo?
Quizá. La mejor muestra sería Astor Piazzolla porque salió de las entrañas del tango. Sin embargo, mi aporte viene de otro lado, más desde afuera. Yo no salí del conversatorio, ni soy el típico tanguero, y se puede. Tanguetto es un ejemplo de que se puede aportar algo distinto con una visión y un camino diferente. Ahí no concuerdo con eso de estar dentro del tango. Ser diferente ayuda a deconstruir. Mi visión del tango era hacer algo diferente a lo que se había hecho hasta el momento, ni siquiera me consideraba tanguero, mi intención era hacer música de Buenos Aires. El resto de los músicos de Tanguetto si vienen del tango profesional. En la banda se fusiona mi visión con la de ellos, se respeta esa esencia pero a la vez entran elementos que no lo harían desde una cabeza tanguera.
Las nominaciones al grupo en general eran en la categoría de tango alternativo ¿qué los Gardel 2021 los hayan ternado como disco de tango es una conquista?
Sí, porque en los Gardel no habíamos estado en una categoría donde competís con las orquestas de tango. En los Latin Grammy, Hybrid Tango ganó como mejor disco de tango en 2005. Pero una cosa es un premio afuera, otro en el país, donde el tango es la música del país y donde están todos os tangueros. El debate sobre si es tango o no lo tiene Argentina.
¿El tango es un gueto?
Sí y cada vez más. El tango electrónico sirvió para romper un poco eso y que un montón de gente joven se acercara, pero hubo resistencia de los tangueros. Está muy mal eso. Incluso hace poco armamos una asociación que reúne a los músicos de electrotango y costó que las asociaciones de tango nos aceptaran así no más. Es raro, pero por suelta ya es pasado y estamos trabajando juntas.
¿A los porteños le sigue gustando el tango?
Es un porcentaje chico el que escucha tango, el trap y otros estilos de música son sumamente masivos, pero en Buenos Aires el tango está presente por todos lados. Que podría ser más masivo, no tengo dudas, porque con Tanguetto vivimos esa masividad de ventas de discos que, luego cambió con la llegada de las plataformas. Si te ponés a ver, hay grupos de electrotango que tienen más escuchas que los de tango tradicional. El tango está presente, pero podría estarlo mucho más. Esa es la deuda que tenemos hoy con el tango, volverlo más popular, como lo fue en un momento y que, quizá, por esa cosa machista, fuera de época y tan intolerante, la volvió una música de gueto.
¿El electrotango es el camino para que sea popular?
El electrotango lo ha logrado en un momento. Lo importante es romper esa con esa cosa binaria, la estructura de muchos tangueros de “esto es tango, esto no”. Mira en el rock la diversidad que hay, sino estaríamos todos con el rock de Elvis Presley, cada uno le fue apostando algo nuevo. Ese espíritu tuvo Piazzolla y es el que tenemos nosotros.
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