La interna abierta del PJ cordobés

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

Y no es prudente ir camuflado eternamente por ahí.

La presentación de candidatos para las próximas  PASO por parte de  Hacemos por Córdoba y el Frente de Todos ha dejado en claro que la opción seguida ha sido concurrir  con boletas separadas dispuestas para una interna abierta del PJ cordobés.

Las dos nóminas en disputa están diseñadas y encabezadas por sendos grupos del PJ cordobesista que pretenden posicionarse para el recambio provincial del 2023.

Enfrenta, por un lado, a una camada dirigente con mayor espacio de gobierno que se sitúa alrededor de Schiaretti y, por otro lado, al grupo fundacional del cordobesismo, tal  como lo define Olga Ruitort (en referencia a ella y Caserio en sociedad con José De la Sota), junto al intendente de Villa María Martin Gill. Sean o no el grupo fundacional, aquí y ahora forman parte del dispositivo cordobesista y lo que reclaman es su porción en el mismo.

Hacemos por Córdoba hace eje en un discurso fuertemente anti Kirchnerista y el Frente de Todos reivindica para sí la paternidad del PJ que gobierna Córdoba hace 22 años, forma elegante de no hablar de Cristina Fernández de Kirchner.

Más allá de la variedad de argumentos discursivos utilizados, el núcleo de decisión Kirchnerista acepta participar como grupo de apoyo en sitios relegados del Frente de Todos (de los tres cargos con posibilidades de ingresar al Congreso no ocupa ninguno) cediendo la representación simbólica y discursiva a una expresión neoliberal que actuó en las antípodas de las banderas nacionales y populares del peronismo. Esa esfera dirigente parece que ha  internalizado  que no puede construir fuerza propia en Córdoba, y amarra su suerte en el ámbito local a los vaivenes de disputas de dirigentes, grupos y corrientes del PJ que tradicionalmente fueron refractarias al Kirchnerismo, y por su matriz conservadora  tienden alinearse con sus referentes afines en el orden nacional, como son Sergio Massa y compañía.

El argumento empleado, desde el Frente de Todos, de que estos dirigentes han cambiado y votan  disciplinadamente es muy frágil  y  solo expresa un discurso de ocasión para la tribuna propia.

No solamente Caserio, Gill y Ruitort apoyan a Alberto Fernández (expresamente no a Cristina) ahora que está el Frente de Todos en el gobierno, igual que antes con Macri formaban parte del grupo schiarettista que votó sus leyes principales como fue la derogación de la Ley de Medios, el pago a los fondos  buitres, la reforma jubilatoria y la designación de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti en la Corte Suprema de Justicia.

Lo principal a no perder de vista, es que el sub-bloque de legisladores provinciales de Caserio (que integran Mariana Caserio, Walter Saieg, Carlos Presas, Tania Kyshakevich y una franja móvil) integra el Bloque de Hacemos por Córdoba  y vota disciplinadamente todos las propuestas del gobierno de Schiaretti, del cual continúan formando parte.

LA LISTA DEL FDT DE CÓRDOBA

Al puro estilo cordobesista, en las listas los sindicatos continúan sin ocupar espacios con posibilidades reales de ser electos en ninguna de las dos listas.

Los gremios grandes no intervienen directamente y aparecen dirigentes de pequeños sindicatos en la lista del FdeT. En Hacemos por Córdoba los pesos pesados de la CGT y los gremios de mayor cantidad de afiliados se reservan lugares importantes en el Gobierno y la Legislatura.

Los movimientos sociales, mas allá de que el nuevo reagrupamiento que gira alrededor del Movimiento Evita integra explícitamente las listas de Schiaretti en un lugar secundario, carecen de representación en la lista del FdeT.

Los partidos y agrupaciones no peronistas fueron relegados a lugares sin gravitación, no solo en las candidaturas sino fueron excluidas de los lugares expectables.

Esta decisión de participar y armar electoralmente de este modo, cediendo la conducción a dirigentes tradicionales del Cordobesismo, que expresan la versión neoliberal del PJ, va en sintonía  con la decisión de no presentar lista de candidatos en las provinciales y municipales de  2019 y, en aquel momento, apoyar que el grupo de Caserio y Gill integraran las listas de Hacemos por Córdoba. Esto tiene un significado univoco cual es  hacer explicito que el Frente de Todos  y particularmente el Kirchnerismo, como  propuesta de carácter nacional, dispone no entrar en Córdoba y pactar con los dirigentes del PJ, con o sin internas abiertas.

Esto más allá de que los juegos de estrategia en mesa de arena que hacen los dirigentes, tiene impacto en la realidad social y política de la provincia.

La no presentación de listas propias del FdeT en la provinciales y municipales de 2019 fortaleció aun mas al Schiarettismo (llegó al 56% en la provincia y a ganar el municipio de la capital provincial y de las cinco mayores ciudades del interior) y desde esa posición de fuerza pudo convertirse en el ariete de los factores de poder real para frenar políticas populares del Gobierno Nacional como la intervención a Vincentin, el aumento de las Retenciones o la Reforma Judicial.

Si vamos un poquito más atrás, la cesión de la formula Daniel Scioli – Carlos Zanini de la fiscalización de su lista a la diputada Alejandra Vigo en la ciudad de Córdoba terminó en una catástrofe electoral que influyó decisivamente en la perdida de la elección 2015.

O sea, las evidencias muestran que estos pactos pragmáticos sólo han tenido un ganador que es el cordobesismo.

En una mirada hacia adelante, lo previsible es que esta posición de ausencia en la política de Córdoba, como viene ocurriendo en los últimos años, abra brechas y tensiones con los espacios sociales y militantes, hoy  silenciados por la pandemia. Esto ya tuvo un adelanto con su expresión en uno de los movimiento más activos el 8 de marzo pasado, cuando las agrupaciones feministas vinculados al Kirchnerismo se movilizaron frente a  Tribunales por una Justicia con perspectiva de género y al mismo tiempo el sub-bloque de legisladores de Caserio votaba en la Legislatura al fiscal General de la Provincia Juan Manuel Delgado, dirigente del Opus Dei y reconocido participante del staff jurídico anti-derechos.

La pregunta a realizarse, es si el pacto de concesión de iniciativa política con fracciones cordobesistas y  la continua ausencia del escenario político provincial del kirchnerismo se transforma en vacante o mutación política y en su caso quienes o que sectores podrán ocupar o reemplazar ese espacio que canalizó por década y media ese intenso sector político y social de composición pluralista y voluntad transformadora.

* Carlos Vicente es abogado laboralista y ex viceintendente de Córdoba capital (2007-2011).

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