Cientos de Chevrolet parados en las playas de la fábrica de General Motors en Rosario. La imagen explica, como ninguna otra, la razón por la que miles de argentinos decidieron cambiar de ciclo político en medio de una tremenda crisis económica, con 13% de desocupados y un 37 por ciento de pobres e indigentes.
Según las cifras de ADEFA, la entidad que nuclea los fabricantes de automóviles en Argentina, en enero de 2015, la producción de autos Cero Kilómetro, en los 12 meses anteriores, había sido de 585 mil unidades. En agosto de este año, la cantidad de autos fabricados en los doce meses previos fue de apenas 348 mil. Es decir, unos 240 mil autos menos.
Esta situación afecta a todas las terminales, incluidas las de Renault y Fíat, que en Córdoba trabajan un puñado de días por mes, para funcionar a un tercio de su capacidad.
Básicamente, el fenómeno se explica por la brutal caída de la demanda desde mayo de 2018, como fruto de la devaluación del peso frente al dólar, el incremento de los precios por encima del salario real, y la falta de financiación. Tampoco funcionó la exportación, ya que la demanda brasileña, el principal mercado externo de la producción argentina, estuvo afectada por su propia crisis de contracción de la demanda.
La consecuencia, es que los operarios de todo este complejo industrial que no han sido despedidos, están suspendidos la mayor parte del mes y sus salarios no han podido seguir la creciente inflación.
El resultado, es el de la foto. Miles de autos a la espera de compradores. Parados. El país que votó contra Macri es el que tomó conciencia del símbolo que se desprende de esta imagen de la crisis.