(Por Máximo Brizuela *). Durante estos días en la localidad de Junín, provincia de Buenos Aires, se produjo un hecho lamentable. Dos trabajadores del sector eléctrico, pertenecientes a la empresa EDEN S.A, fueron agredidos, al ser rociados con combustible. Afortunadamente los mismos no fueron heridos de gravedad, evitándose así una tragedia.
Estos acontecimientos, que deben ser denunciados categóricamente, me llevan a pensar sobre como muchas veces se construye y estigmatiza al trabajador como enemigo de la sociedad.
Son incansables las veces, en las que, desde ciertos poderes y sectores, se intenta colocarnos en una posición de culpables de los males que aquejan a nuestro país. La falta de inversiones, la alta inflación, las oportunidades laborales limitadas, la precarización laboral, etc, son siempre, desde algunos sectores, problemas que tiene su origen en la existencia de los trabajadores y por sobre todo de los trabajadores con derechos laborales consagrados.
Alimentar un odio visceral, puede desencadenar en hechos irracionales como los que se relatan en las primeras oraciones de este texto. Los discursos de odio fracturan a nuestra sociedad y deshumanizan a sus víctimas; impidiendo así una normal convivencia y armonía para poder construir un país más justo, el país que creo yo que, todas y todos queremos y soñamos.
Los intolerantes y sus prédicas no deben tener lugar ni espacio de difusión. Aunque resulte paradójico, ser tolerantes con la intolerancia, como expresaba el filósofo Karl Popper, lleva a que los tolerantes y su tolerancia sea destruida porque el discurso de odio, disfrazado de libertad de expresión, no entiende los límites de la libertad y los derechos de otros, ni mucho menos de la armonía social.
Debemos desde nuestro lugar seguir trabajando con responsabilidad y luchar contra este fenómeno que solo busca señalar enemigos y eliminarlos. Nuestra tarea como actores sociales implica no solo la que realizamos en nuestro lugar de trabajo, sino en la sociedad en general, observando nuestro comportamiento hacia terceros, sin caer en la intolerancia que intenta eliminarnos, pero a su vez sin tolerar el odio que todo lo destruye.
* Máximo Brizuela es secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza.
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