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Fabián García: “Con Mackentor hicieron desaparecer a una empresa que tenía un ideario inadmisible para esa época”

Fabián García. (Foto: Mariano Paiz).

Si uno se parara en la peatonal de Córdoba, o en la nave central del Patio Olmos, y le preguntara a la gente si conoce qué fue Mackentor, es probable que de cada diez consultados, once digan que no.

Y esto es así, sencillamente, porque Mackentor desapareció. Nadie la conoce. Nadie la recuerda. Es sin dudas una de las desaparecidas de la dictadura.

La diferencia es que en este caso no se trató de una persona, ni de un militante político, social o sindical, sino de una empresa. Una de las empresas constructoras más grandes de la Argentina, que en su momento llegó a disputarles el sitial a los jugadores de peso, los mismos que luego de la dictadura cívico-militar se quedarían con la torta, sin repartir.

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Pero Mackentor desapareció. No quedó casi ni el mínimo registro en la memoria de los cordobeses. No sabrán qué contestar ninguno de esos consultados, salvo que nos cruzáramos con algún memorioso. Y esa desaparición, ese “control Z” sobre la memoria, esa sepultura, ese “nunca existió”, tiene una historia, tiene protagonistas, tuvo sus ejecutores y sus cómplices, tuvo sus víctimas… Y también tiene ahora a alguien que se encargó de develarla.

Esa persona es Fabián García, periodista y director de ENREDACCIÓN, y un prolijo y perseverante estudioso durante más de dos décadas de lo que pasó con Natalio Kejner “un distinto, un adelantado a su tiempo, un visionario”, un hombre que intentó con las mejores armas cambiar la historia del empresariado argentino. Un quijotesco ingeniero y poeta que lo estaba logrando, hasta que apareció Luciano Benjamín Menéndez con su “patota”, cumpliendo una orden emanada de “arriba”, y a pedido de Supercemento, la empresa que comandaban Julián Astolfoni y Franco Macri.

Natalio Kejner. (Foto: Gentileza La Voz).

Fue su perdición. Su empresa tenía sentencia de muerte.

García, además de amigo y colega, es el autor de Mackentor, Crónica de un saqueo. Los oscuros negocios de Supercemento, Franco Macri y el Estado. El libro se editará en formato digital, estará a la venta desde el próximo lunes 5 de octubre en La Tienda de ENREDACCIÓN y será presentado el viernes 30 de octubre.

“Mackentor, crónica de un saqueo” hace un viaje en profundidad por la historia del empresariado argentino y su relación con el Estado y por la manera en que los miembros del “Club de la Obra Pública” se valieron del Terrorismo de Estado para sacarse de encima a Mackentor, la empresa cordobesa que amenazaba con cambiar las reglas de juego. También explica el papel de Jorge Rafael Videla y Menéndez ejecutando las órdenes que le dictaban los dueños de la empresa Supercemento, junto a la imprescindible tarea que jugó la Justicia Federal para consagrar el despojo y cubrir a sus responsables hasta el presente. El trabajo recorre, además, la vida de Kejner y algunos de sus compañeros de ruta, como Bruno y Luis Paván, Enzo Mannasero, Ramón Walton Ramis, Ángel Sargiotto y Gustavo Roca. También echa luz sobre “el hombre” que estaba a ambos lados del mostrador, en Obras Sanitarias de la Nación (OSN) y en Supercemento.

Luego de leer una de las versiones finales, dialogamos con él sobre el libro. A continuación algunas tramos de la conversación.

Podés comprarlo en La Tienda.

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¿Por qué creés que esta historia nunca fue contada?

Es difícil saber por qué. Creo que, tal vez, no se la pudo reconocer en el conjunto de las violaciones a los derechos humanos y las acciones del Terrorismo de Estado en Córdoba. Suele ocurrir que, primero, uno ve aquello más dramático, impresionante, terrible de lo que fue la dictadura, donde hay secuestros, torturas, muertos y desaparecidos. Estas tragedias son muy grandes, y a veces ocultan los casos como éstos, que tienen otras características. También hay un componente político y económico diferente. No es tan simple entrar en este caso y entenderlo como parte del Terrorismo de Estado. Creo que tiene que ver con los intereses en juego, porque son intereses muy grandes. Acá hay un poder económico vigente y presente que sigue haciendo sus negocios. Personas que todavía tienen todo el poder. Y también es cierto que si bien se trata de un hecho ocurrido fundamentalmente durante el Terrorismo de Estado, entre 1976 y 1983, también atraviesa gobiernos democráticos, tanto radicales como peronistas, antes y después de la dictadura, tiempo, este último, durante el cual la Justicia siguió el proceso de destrucción y desaparición de la empresa.

La fábrica de caños de Mackentor, en la década de los ’70. (Foto: Gentileza archivo Luis Paván).

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Haciendo un claro paralelismo con Papel Prensa, queda aquí también la sensación de que la empresa no fue simplemente un botín, sino que la apropiación era parte de una razón estratégica política y económica. ¿Fue así?

Exactamente. Y eso está en la segunda parte del libro. Una vez que me metí en la historia, se llega a esa conclusión. En el caso Mackentor, había un interés en hacer desaparecer una empresa que tenía un ideario y una práctica absolutamente inadmisibles para esa época y para el Terrorismo de Estado. Era inadmisible y además peligrosísimo que existiera una empresa que distribuyera acciones entre sus capataces, trabajadores y directivos para así capitalizarla y darle más dinámica y volumen, y para convertirla en un actor fundamental en la obra pública argentina. Y esto nos demuestra que el caso Mackentor es un caso de corrupción además de un caso de Terrorismo de Estado. Corrupción en términos económicos, porque hubo una empresa, Supercemento, que quería quedarse con una obra de su competidora, Mackentor, a la que había accedido por una licitación, y que era una de las principales obras públicas de la década de los 70’. Y para lograrlo, Supercemento lo hace colonizando el Estado. Y lo hace a través de todos los mecanismos de corrupción que conocemos habitualmente.

Un flagrante caso de actuación de los dos lados del mostrador, en una empresa de la que Franco Macri era accionista…

Sí. Hay un personaje que trabaja del lado de la empresa y del lado del Estado. Y que favorece a la empresa Supercemento, al Grupo Macri y a Filiberto Bibiloni que eran los dueños. Entonces los militares, con Videla a la cabeza y con Menéndez en Córdoba, son partícipes de ese acto de corrupción. Son ejecutores de sus mandantes. Y ese acto se concreta mediante los mecanismos del Terrorismo de Estado, con secuestros y torturas, porque ocurre como parte del procedimiento del Estado terrorista. También es un acto que muestra a la Justicia como partícipe del Terrorismo de Estado. Entonces se juntan todos los actores, y eso es algo que no imaginé al inicio de la investigación. Esta acción demuestra que hay un sector parásito de la burguesía argentina, y que resultan ser ellos los que han ganado durante el tiempo del Terrorismo de Estado. Ese terminó siendo el modelo de desarrollo argentino que ha estado viciado por la participación de estos empresarios, que sólo han tenido un proyecto de rapiña y que han condicionado el desarrollo del país.

Además de ser el fundador de Mackentor, ¿quién era Natalio Kejner? ¿Un loco, un poeta, un distinto, un adelantado?

Imagino que para la época, era como encontrarse con Julio Verne. Porque al personaje hay que ponerlo en contexto, en la década del 50’, cuando decide salir a convertir su firma en una gran empresa argentina de la construcción. Con una visión de negocio y un convencimiento de que las empresas argentinas eran las que tenían que construir las grandes obras para que Argentina fuera independiente. En ese momento, las empresas extranjeras eran las que hacían todo. Estaba decidido a que su empresa y las demás de origen nacional dotaran de toda la infraestructura que el país no tenía. Argentina no estaba conectada, la mayor parte de la población no tenía agua potable, cloacas, no había rutas. Y eso hace a la dimensión del personaje: Kejner claramente fue un distinto, un terrible adelantado. Y fue un gran romántico también. No es fácil encontrar un ingeniero poeta. Y por eso cada capítulo del libro se inicia con una poesía escrita por él. Fue un hombre titánico. De una energía descomunal y una capacidad de entender el alma y la dimensión humana, realmente impresionante. Fue una de esas personas que uno encuentra muy pocas veces. Un personaje que estaba viendo lo que iba a pasar 20 años después. Todo eso era Kejner.

¿Y cómo fue la relación de este hombre con Franco Macri?

Ambos eran amigos y disfrutaban de la buena vida. Además de su empresa y su visión, a Kejner no le importaba otra cosa que sus amigos. Siempre estuvieron en las grandes decisiones que tomó. Siempre los ayudó, los acompañó cuando necesitaban algo y nunca pidió nada a cambio. Era una mano abierta todo el tiempo. Kejner admiraba en Macri la capacidad de hacer negocios, y era su amigo, más allá de que no coincidiera ideológicamente. Por eso, luego de la declaración judicial de Astolfoni, Kejner se entera de que Macri también era socio de Supercemento, y le hace “la cruz”. Se siente traicionado, porque no había nada peor para Kejner que la traición. Se siente lastimado por un tipo al que creyó amigo durante décadas. Y eso lo vuelve loco a un hombre que se entregaba de lleno a la amistad, sin importarle la ideología. Por eso, al verse traicionado, le escribe una carta definitiva y nunca más vuelve a hablarlo.

El dictador Jorge Rafael Videla junto a Menéndez, en uno de los juicios por crímenes de Lesa Humanidad.

¿Creés que lo que le pasó a Kejner y Mackentor fue un mensaje “aleccionador” para cualquier otra empresa o empresario que se atreviera a sacar “los pies del plato”?

Sin dudas. Se trató de un mensaje aleccionador. Lo mismo que le pasó al Grupo Graiver. Son mensajes aleccionadores para las empresas y para los modelos de empresarios diferentes. Demostró, claramente, que había una regla de juego y que esa regla no podía ser modificada; que no había lugar para jugadores distintos. A buen entendedor, sobraron palabras. De ese modo consagraron que el empresariado continuara respondiendo a las reglas que le imponía esta burguesía concentrada, esta burguesía parasitaria del Estado, que terminaría relacionándose con el capital transnacional y siendo parte de los negocios que se harían en los años ‘90.

Esta causa llegó al megajuicio de La Perla y recibió sentencia. Pero queda la sensación de que no hubo justicia ¿Cuál es tu impresión?

El fallo de La Perla llegó a la conclusión de que efectivamente hubo un crimen de lesa humanidad en la detención de los directivos y personal de Mackentor, combinado con el secuestro, tortura, y detención ilegal durante cuatro años largos de cuatro de sus directivos y accionistas: Manasero, Ramis, Sargiotto y Carlos Zambón. Si bien, en ese juicio se dictamina que hubo un crimen de lesa humanidad, eso no puso en la mira todo lo que fueron los hechos que ocurrieron durante el congelamiento de Mackentor: la desapropiación de sus bienes, la entrega de la obra entera del acueducto San Francisco – Villa María a una empresa como Supercemento, y el hecho de “sacar de la cancha” a Mackentor para que no pudiera continuar con su negocio y su actividad.  Y que lo hizo a partir de la presión y de sus contactos con el gobierno dictatorial de la época. Lo llamativo, es que para la Justicia, esos secuestros, torturas y detenciones ilegales estuvieron aislados de la destrucción de Mackentor y que, por ende, el desapoderamiento no formó parte del Terrorismo de Estado, con lo cual no es un hecho que deba ser sancionado. Esto revela que la Justicia sigue cubriéndose a sí misma, que evade analizar sus propias responsabilidades.

>> FICHA

Título: Mackentor, Crónica de un saqueo. Los oscuros negocios de Supercemento, Franco Macri y el Estado.

Autor: Fabián García

Editorial: Enredacción Libros.

Cantidad de Páginas: 490.

Formato: Digital.

Presentación: 30 de octubre de 2020.

Precio: $555.

Cómo comprarlo: Desde el lunes 5/10 en La Tienda.

Arte de tapa: Pini Arpino.

>> SOBRE EL AUTOR

Fabián García es periodista desde 1986. Este es su primer libro. Es director periodístico del sitio de noticias ENREDACCIÓN. Es columnista invitado de temas de política en el Noticiero de Telefe Córdoba. Trabajó en los diarios Clarín, Día a Día, La Mañana de Córdoba, y La Arena de Santa Rosa (La Pampa); en la agencia DyN (Diarios y Noticias); y en Radio Nacional, Radio Universidad y Canal 10 de Córdoba y publicó en numerosas revistas, entre ellas Convivimos, Viva, Ñ,  y El Sur.

Obtuvo el Premio ADEPA a la Excelencia Periodística 2012 en la categoría Periodismo Científico con un artículo publicado en la revista Convivimos; y Mención Especial ADEPA en Economía 2017 con dos notas publicadas en ENREDACCIÓN.

Coordinó la investigación en Córdoba del libro “Una censura sutil” (Asociación por los Derechos Civiles y Open Initiative, 2005). Es miembro de FOPEA.

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>> También podés comprar libros, información y cultura en La Tienda de ENREDACCIÓN.

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