El gobernador Juan Schiaretti es el gran perdedor de la elección legislativa nacional del domingo 14 de noviembre, ya que no pudo cambiar el rumbo del resultado pese a su fuerte involucramiento en la campaña electoral y lanzamiento nacional después de las PASO.
Desde el punto de vista objetivo, Schiaretti, derrotó a la variante peronista del Frente de Todos (FdT) en Córdoba y recuperó para el PJ local, hoy un partido provincial, el senador nacional que se había mudado a la alianza del peronismo nacional con Carlos Caserio en 2019. Pero, a su vez, perdió uno de los tres diputados nacionales que había puesto en juego.
Tampoco fue sustancial la mejora electoral respecto de las PASO: 25 por ciento ahora versus 24,5 por ciento en las Primarias.
Implica que el gobernador, pese a su intento de transformarse en un actor electoral nacional, no lo logró y no pudo revertir la tendencia de las PASO. El electorado cordobés tampoco lo consideró como la ruta política adecuada para oponer al Frente de Todos.
Si Schiaretti no es un jugador nacional desde el volumen de representación política, el resultado es que se abrirá a partir de este lunes la inevitable sucesión de su liderazgo en la provincia.
El PJ cordobés es un partido ordenado y disciplinado, pero no hay sólo un aspirante a sucederlo, sino varios. Por lo tanto, la disputa se inicia a partir de ahora, a la par que día tras día disminuirá su capacidad de incidir en el curso de los acontecimientos en Córdoba.
Dentro de esta lista de asiprantes hay que ubicar, entre otros, al intendente de Córdoba capital Martín Llaryora; al vicegobernador, Manuel Calvo; a la electa diputada nacional Natalia De la Sota; y a intendentes como el de Río Cuarto, Juan Manuel Llamosas.
El comicio de este domingo ha tenido otro condimento central: que la victoria de JxC no ha sido producto de la operación de dirigentes nacionales sino de la aparición de dos “ganadores” de las PASO del espacio opositor en la provincia. Luis Juez y Rodrigo De Loredo son dirigentes con peso y liderazgo propio, algo que salvo Llaryora, ninguno de los potenciales sucesores puede mostrar aún. Semejante amenaza es la principal que el oficialismo provincial tiene desde el lejano 2007, cuando Schiaretti accedió a su primer mandato en una apretada elección en la que Juez denunció fraude.
Aparecen dos salvavidas posibles para Schiaretti, con todos los matices intermedios:
-Uno surgiría si se produce una crisis política en el país. No es un escenario inimaginable a causa de la ofensiva del bloque de centro-derecha y las potenciales disputas internas del oficialismo nacional del Frente de Todos. De que exista o no, depende, sobre todo, del escenario económico y de cómo el oficialismo nacional resuelva su rumbo económico. El gobernador cordobés, como parte del entramado orgánico del bloque de centro-derecha y neoliberal argentino y por comandar a una de las provincias más importantes, podría encontrar una salida con forma de oportunidad allí.
-Y el restante, aparecería si logra ordenar -con rapidez- su sucesión, soltando riendas a un candidato o candidata propia con posibilidades reales.
Lo contrario, lo llevará, por debilidad creciente, a un final complejo y de imprevisibles consecuencias. El ciclo político y económico nacido en 1999, de la mano del fallecido ex gobernador José Manuel De la Sota y de la suya propia, ingresa, en ese sentido, en horas críticas.
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