“Yo entré a robar, y disparé, sí. Pero para salvar mi vida, porque no era un arresto, era una cacería”, dijo Diego Tremarchi, uno de los cinco acusados por el asalto a la financiera de Nueva Córdoba, ocurrido el 16 de febrero de 2018, en el que fue asesinado el suboficial Franco Ferraro, además de dos integrantes de la banda abatidos por la policía.
Tremarchi fue uno de los cuatro acusados que este miércoles pidieron declarar. Lo hicieron previo al alegato del fiscal Hugo Almirón, quién pidió penas de siete años, para dos acusados, y prisión perpetua para los tres que estuvieron en la escena del crimen.
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Aunque no comparten defensa, la estrategia fue común: admitir el robo, pero cuestionar el procedimiento policial y justificar su accionar en las supuestas actividades ilícitas de la víctima, Guido Romagnoli. “Yo disparé porque nos tiraron a matar, no dieron la voz de alto. ¿Quién daba las órdenes en ese procedimiento tan mal hecho? ¿No quieren que se sepa que eso era una cueva financiera, los únicos que vamos a ser juzgados vamos a ser nosotros? Quién me puede contestar eso, señor presidente”.
Tremarchi y Ariel Murúa Rodríguez cuestionaron la prueba, dijeron que nunca se halló el arma que mató al policía Ferraro y que desapareció un chaleco policial en el que había incrustada una bala. Pero el fiscal Almirón fue duro al responderles. Hizo referencia al arsenal que llevaban y a la violencia con la que actuaron desde el principio, antes de la llegada de los uniformados.
Desde Bouwer, Ariel Gramajo (el otro acusado que participó del atraco) aseguró que él fue a abrir una caja fuerte, contratado por Ricardo Serravalle y aseguró que nunca usó armas. Gramajo conocía el lugar, había ido en dos oportunidades esa semana. Dijo la decisión era entrar un jueves, en ausencia de los moradores, y que llegó solo al edificio. El registro de las cámaras de seguridad del edificio lo muestran con remera negra y gorra. Luego, una vez adentro, con remera blanca.
Dijo que la caja fuerte fue abierta con una llave que finalmente le aportó Hidalgo. Adentro, aseguró había “mucha plata” en una bandeja inferior y en una superior se veían contratos, cheques y dinero abrochado a esos papeles. En la fuga, relató, chocó con un “bolso grande” lleno de dinero.
Gramajo pudo escapar gracias a que saltó al balcón de un edificio que da a la calle Buenos Aires, según él, “sin agredir a nadie”. En el camino se cruzó con una mujer y un joven que le abrió la puerta de salida a la calle. “Pasé frente a los policías, los saludé, pregunté qué estaba pasando y me fui” dijo.
La situación de Teresa Mitre es distinta. Junto a su hermano, cumple prisión domiciliaria y asiste a Tribunales, aunque sigue la audiencia desde una sala contigua, por videoconferencia. En un momento la mujer tuvo que ingresar para declarar. Ante las partes, leyó un escrito breve en el que no cuestionaba el procedimiento, pero tampoco se hacía cargo de la acusación. “Simplemente confié en mi hermano”, señaló.
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