En estos últimos días, se ha venido tratando en el Congreso Nacional, un acalorado debate por el Impuesto a las Grandes Fortunas (presentado por el oficialismo).
Habrá quienes están a favor, y quienes están en contra de esta iniciativa legislativa.
Pero a pesar de estar todavía inmersos en una grave pandemia que afecta a todos los países del mundo, en nuestro país claramente la agenda de la gran mayoría de los recintos legislativos ha sido abordar temas que no son las prioridades de la ciudadanía.
Pero si existe una agenda legislativa absolutamente postergada por quienes nos representan a nivel nacional, es aquella en donde se presenten, se traten y aprueben marcos legales que le mejoren la calidad de vida a la clase trabajadora (con excepción de la adhesión al Convenio 190 de la O.I.T. sobre violencia laboral), y los jubilados (los sectores más postergados desde hace años y sobre los que siempre recae el ajuste del gobierno de turno).
Hay un tema recurrente, al que no se le ha dado solución por ninguno de los gobiernos de la democracia hasta la actualidad, ha sido la eliminación de la aplicación del impuesto a las ganancias a activos y pasivos.
Se trata de un tributo injusto, confiscatorio, regresivo y de corte neoliberal, absolutamente distorsionado en la manera que se aplica y que se ha venido aplicando (con pisos y tablas desactualizadas, en relación a las paritarias de las diferentes actividades).
Desde hace décadas, las paritarias han dejado de ser un mecanismo para recomponer el poder adquisitivo de los trabajadores a través del salario (con relación la inflación), para pasar a ser una recomposición, pero para la recaudación del impuesto a las ganancias.
Los exorbitantes descuentos por ganancias que padecen muchos trabajadores y trabajadoras, en muchos casos los terminan ubicando con salarios de bolsillo por debajo de la canasta básica total.
El salario y la jubilación, no son nada ganancia.
El impuesto a las ganancias debe existir, pero deben tributario quienes realmente las generan.
Tenemos como Nación, una de las cargas impositivas más grandes del mundo.
No se resiste más que a todo este esquema impositivo se les sume, a quienes trabajan y a quienes se han jubilado, este nefasto impuesto a las ganancias, que se ha convertido en una verdadera pesadilla.
La aplicación del mismo sobre activos y pasivos, viene pulverizando y destruyendo el poder adquisitivo, y por ende, continúa engrosando el número de pobres en Argentina.
¿No resulta contradictorio, tener que pagar ganancias y a causa de ello, quedar en situación de pobreza?
Les pedimos a las Diputadas y Diputados Nacionales por Córdoba, la presentación de Proyectos de Leyes para poner fin a esta injusticia social.
Los trabajadores y los jubilados no deben pagar nunca más impuesto a las ganancias.
Necesitamos por parte de todas y todos ustedes iniciativa legislativa, tratamiento y solución urgente a esta gran necesidad del pueblo que los votó, para que a través de su banca mejoren nuestra vida actual y nuestro futuro.
* Carlos Emanuel Cafure, abogado, escritor y columnista de opinión.
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