El ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama y su sonrisa estuvieron en Córdoba. A su lado lograron fotos el gobernador Juan Schiaretti, su esposa Alejandra Vigo y el vicegobernador, Martín Llaryora. Todos del oficialismo provincial. Ramón Mestre (h) también pudo subir una toma a su Twitter, aunque allí se observa el apuro y el mínimo instante que tuvo el intendente para conseguirla. El presidente Mauricio Macri difundió su instantánea con el primer presidente negro de la historia estadounidense al día siguiente, en un alto del partido de golf que disputaron. La idea de que lo institucional puede sumar votos parece haber estado detrás de esta muestra de “cholulismo” y “seguidismo” político. No hay una sola encuesta que diga que el ex presidente estadounidense pueda transferir votos o imagen a sus ocasionales acompañantes, pero todos se jugaron como si fuera así.
Llaryora, además de la foto oficial que distribuyó Prensa del Gobierno de Córdoba, pudo sacarse una selfie. Mestre, en cambio, mira la cámara de su celular, sonríe al lado de Obama, mientras este está mirando para el otro lado. Delicias de la improvisación.
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Por cierto, el estadounidense es un hombre muy educado, ubicuo y con una sonrisa dispuesta para el protocolo político, social y empresarial como ninguno. Es cierto, que no sólo los líderes cordobeses quisieron tener su foto con Obama, la mayoría de los líderes mundiales lo buscan para llevarse la suya. El magnetismo y relevancia mundial de su personalidad han derrumbado prejuicios ideológicos y de protocolo detrás de ese objetivo. Incluso, por encima de sus los intereses nacionales.
Por lo demás, Obama vino aquí a hacer su papel. Sin ostentaciones, pero vendiendo su producto, que no es otro que generar condiciones para el desarrollo de un nicho de la economía global con base en el medioambiente, un espacio aún infra-desarrollado que puede ser un motor del capitalismo mundial en una época donde ya no hay oportunidades de tasas de ganancias siderales:
>El cambio climático avanza cada vez más rápido.
>Tenemos que atacar nuestras amenazas globales, no podemos condenar a nuestros e hijos y a sus hijos.
>Somos la primera generación en sufrir el cambio pero también la última en hacer algo.
>El acuerdo de París resolvió que a este cambio nadie lo puede resolver de manera solitaria. Ahora tenemos un gobierno que tiene otro abordaje en la materia.
>Tiene que haber un crecimiento cuidando el ambiente.
>La lucha en contra del cambio climático no va a ser una clara victoria ahora, va a llevar varias décadas.
>Necesitamos científicos brillantes, también ingenieros y empresas que lleven esto al consumo masivo. Necesitamos empresarios que se animen a tomar el riesgo.
>Podemos crecer sustentablemente con lo que tenemos pero con inteligencia.
>Hemos creado este problema, podemos resolverlo. Es nuestra responsabilidad y el futuro estará en buenas manos.
Reconoció de su anfitrión cordobés el trabajo que hace más allá de los límites provinciales y del presidente Macri, que “hace esfuerzos para reconectar a la Argentina con el mundo”. Nada fuera de lo normal. Un hombre del establishment, como Obama, no saldría de la opacidad de ese discurso salvo que las circunstancias se lo demandaran. Aquí ya no hay circunstancias que lo reclamen. Ése quizá sea su mensaje, aunque no haya dicho palabra al respecto: el país es hoy, a los ojos de Estados Unidos, nuevamente “normal”, esto es, una Nación sin gobierno “populista” o de izquierda. La traducción de esa definición implica que Argentina no es una preocupación.
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