La idea no pasa por crear un modelo de activo económico que sirva para sustituir al dinero en efectivo. Esto es al menos lo que acaba de explicar en rueda de prensa la comisaria europea de Servicios Financieros, Mairead McGuinness, en torno a la futura implantación del euro digital. De hecho, la mandataria recuerda que la Comisión tiene marcada en su agenda la puesta en marcha de una iniciativa que servirá para dejar claro que los pagos en metálico continuarán teniendo vigencia dentro de los mercados actuales.
El lanzamiento de una moneda única digital dentro del continente todavía se encuentra en fase de desarrollo, sumida en los debates plenarios del Parlamento Europeo y a la espera de que el Banco Central decida involucrarse en el proyecto de una manera definitiva. Con esta casilla de salida, McGuinnes anticipa en sus declaraciones que “el euro digital no pretende suplir al efectivo, sino que busca complementarlo”.
A la espera de un movimiento consistente por parte del BCE, que el próximo mes de octubre anunciará si sigue adelante con la concreción del euro digital tras un par de años de pruebas, el ejecutivo europeo trabaja en estos momentos para crear un marco regulatorio sobre la moneda en cuestión. No obstante, más allá del ascenso de las monedas digitales, este organismo tiene en su hoja de ruta crear antes de la llegada del verano un proyecto de consolidación que sirva para mantener el efectivo dentro del curso legal.
Según la parlamentaria, esta apuesta por la convivencia de ambos modelos es la que viene marcando el horizonte a corto plazo en Bruselas, donde también ven necesaria la digitalización del euro para que el continente se sume sin titubeos a las nuevas exigencias económicas que dictan los mercados. McGuinness señala que el euro digital, gracias al amparo de un banco centralizado, se convertiría en una moneda segura y llena de solidez, no como ocurre con otras divisas virtuales que se caracterizan precisamente por mantener un carácter volátil, con el peligro que algo así conlleva para el ciudadano medio.
En este sentido, uno de los objetivos que persiguen desde los Servicios Financieros pasa por ejercer cierta competencia a aquellas criptomonedas privadas que a día de hoy monopolizan, por ejemplo, los pagos online dentro de Europa. Se trata de evitar cierta sensación de acaparamiento en un sector en el que el concepto de lo público está pasando a un segundo plano. “Este euro digital solo será un éxito si dispone de fuertes pilares democráticos”, argumenta McGuinness frente a los eurodiputados, que tendrán que debatir y sacar conclusiones sobre la futura propuesta.
Según las autoridades, la irrupción del euro digital traería consigo un marco normativo que ayudaría a regular, entre otras cuestiones, un curso legal para la divisa y su coexistencia natural con el dinero en metálico. A partir de este primer paso en materia legislativa, los usuarios estarían más protegidos ante los posibles fraudes contra la privacidad o ante el blanqueo de capitales, que se han convertido en los últimos años en dos de los grandes inconvenientes dentro de los criptomercados.
Sin ir más lejos, una de las medidas de seguridad que formarían parte del entorno del euro digital sería la creación de un sistema de protección basado en la tecnología más avanzada que existe. La idea es implantar un modelo de software tan puntero como el que usan las entidades bancarias o las plataformas de juegos de azar que operan a través de internet. No en vano, los casinos más innovadores ya ofrecen la posibilidad de pagar con tarjeta de débito o crédito dentro de una estructura basada en el blockchain, por lo que las salas de juego de ruleta, póker o máquinas tragamonedas se han convertido en toda una referencia para la administración europea.
El Parlamento exige ahora una mayor transparencia en torno al número de euros digitales que el BCE permitiría acumular a cada persona. El propósito es establecer un límite que impida que la tenencia de este tipo de activos pueda derivar en modelos de depósito o en oportunidades para la inversión. En Bruselas tienen claro que la función de una moneda común a nivel continental dentro de entornos digitales no debe ser otra que la de cubrir operaciones básicas que agilicen las experiencias de pagos y cobros online de los ciudadanos.
Por su parte, el Banco Central Europeo contempla la opción de diseñar una app móvil que sirva para cubrir este tipo de transferencias elementales con el futuro euro como protagonista, siempre y cuando el proyecto económico termine saliendo adelante. En esta sintonía, Fabio Panetta, componente del Comité Ejecutivo del BCE, entiende que una aplicación de estas características aseguraría la expansión de la moneda dentro de los escenarios más frecuentes de la eurozona.