Ana Gritti, la mujer del docente Hoder Dalmasso, una de las víctimas de la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero (FMRT), era una mujer de mucho valor, inteligencia y voluntad. Murió en abril de 2011 sin haber podido ver sentados en el banquillo de los acusados a los autores de esta operación que cambió para siempre su vida y la de esta ciudad cordobesa.
Gritti no creyó nunca en la historia oficial de los hechos. Esa historia es la que intentó imponer el ex presidente Carlos Saúl Menem el mismo 3 de noviembre de 1995, en una conferencia de prensa, en Río Tercero, cuando le preguntaron si había sido un “atentado” lo ocurrido allí: “Le estoy diciendo que no, descártelo totalmente, es un accidente… Se trata de un accidente y no un atentado. Ustedes tienen la obligación de difundir esta palabra”.
VER Las respuestas que aún faltan a 25 años de la voladura de la FMRT.
VER [25 años de la voladura de la FM de Río Tercero] “Abrazos partidos”.
Apenas superó el duelo de su compañero, empezó a buscar información sobre lo que había sucedido y la fue encontrando. Todos los días sumaba una pieza al complejo rompecabezas de este caso, lleno de piezas secretas u ocultadas.
Recuerdo que tenía una voz ceremoniosa y apoyaba, para hablar, los codos sobre el ancho escritorio de su estudio, en una esquina de la ciudad de Río Tercero. No la escuché dudar nunca: “Esto no fue un accidente…”, decía.
Tampoco dudó en enfrentarse al poder político, a los jueces y funcionarios judiciales y a los que afirmaban que era una locura hablar de “hecho intencional”.
Hoy hablamos de “atentado” o “voladura”, pero durante muchísimo tiempo el sistema de poder no quiso permitir otra respuesta que no fuera accidente para explicar lo que había pasado en la FMRT.
La verdad se fue acercando gracias a Gritti, y también a Omar Gaviglio y a Alfredo Hraste, entre muchos otros. Lucharon por “verdad y justicia”, tanto en la causa de la FMRT como en la de tráfico de armas a Croacia y Ecuador. Muchas veces lo hicieron en la mayor de las soledades y sorteando obstáculos de todo tipo.
Han pasado 25 años. Un cuarto de siglo. Una enormidad de tiempo. Todavía no se han determinado todas las responsabilidades, ni se conoce la totalidad de lo sucedido. Sin embargo, lo recorrido hasta ahora hubiera sido imposible sin la convicción y la voluntad de esta mujer.
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