La clase trabajadora argentina y los pasivos también, vienen soportando un brutal ajuste desde hace demasiados años y esta preocupante situación se está agravando enormemente, ante la inexistencia de un verdadero proyecto de país.
Cada gobierno que llega al poder (sea del color que fuere), demuestra administrar el poder con mirada cortoplacista, poniendo parches y aplicando torniquetes en problemas estructurales de nuestra Nación que no resuelven la cuestión de fondo, y que en la gran mayoría de las ocasiones sólo deja la resolución del mismo al próximo gobierno.
Así estamos desde hace décadas. Estamos sin rumbo, con políticas económicas y sociales pendulares, que cada diez años aproximadamente terminan en alguna crisis de Argentina.
Pareciera una película repetida y a la vez una verdadera pesadilla.
¿Parte de la solución sería lograr una profunda renovación dirigencial y mayor democracia en todos los partidos políticos argentinos?
Muchas personas estamos convencidas que es el inicio de un proceso de reconstrucción nacional.
Hay que señalar que existieron actividades estatales y privadas que durante años no tuvieron paritarias, y quienes si las tuvieron fueron inaceptables e insuficientes.
¿Qué hicieron frente a este hecho los gremios en cuestión? ¿Tomaron todas las acciones gremiales, administrativas y/o judiciales posibles; o por el contrario, fueron cómplices (por acción u omisión), de la patronal? Cada uno podrá sacar sus propias conclusiones, teniendo en cuenta lo que se hizo, y los resultados logrados.
Pero el resto de los trabajadores, que sí han tenido paritarias en un alto porcentaje (innumerables organizaciones sindicales solicitaron la reapertura de las mismas), vienen perdiendo por goleada contra la inflación real interanual.
Se perdió una herramienta clave que se debe recuperar en todas las discusiones paritarias, que es la cláusula gatillo.
La cláusula de revisión demostró ser un claro fracaso.
Asimismo, tenemos que destacar que la moneda nacional usada para pagar salarios y jubilaciones en nuestro país es el Peso. Pero para rubros como alimentos, medicamentos, vestimenta, combustibles, tarifas, y muchos otros más, la moneda que se aplica para sus precios, es el dólar. Esto no puede continuar más así.
Los trabajadores y los jubilados se empobrecieron, y perdieron poder adquisitivo (está destruido). Por ende, se hundió el mercado interno, lo que se ha traducido en el cierre de miles de comercios, industrias, fábricas (cuya consecuencia directa, fue una sangría de despidos en todos los puntos de nuestra nación).
No es posible que aumente el dólar; y detrás de esto, suban los precios de los alimentos, los medicamentos, los combustibles, las tarifas, etc. Pero si el dólar baja, los precios de estos productos, nunca retroceden.
Claramente, frente a este esquema que no resiste más así en el tiempo, para que algunos se vean afectados económicamente (los trabajadores y jubilados), hay quienes por el contrario, han tenido ganancias multimillonarias.
Existe una frase célebre, que dice: “mientras que los salarios en la Argentina van por las escaleras, la inflación va por el ascensor”.
En la actualidad, los salarios van pisos hacia abajo por las escaleras (subsuelo diría), mientras que la inflación va pisos hacia arriba por el ascensor.
Es un trabajo de las organizaciones sindicales, luchar con gestión, compromiso e incansablemente; mediante todos los mecanismos que las leyes les permiten para defender el salario de los afiliados.
Es un trabajo del Congreso de la Nación legislar para que tengamos leyes que permitan recuperar el poder adquisitivo no solo de los trabajadores, sino de los jubilados, y además de los sectores más vulnerables.
Se dice por los especialistas en la materia que este país tiene capacidad para alimentar a cuatrocientos millones de personas. Sin embargo quienes gobiernan, por ejemplo… ¿Por qué no puede garantizar el alimento a cuarenta y cinco millones de argentinos?
Necesitamos tener un país con una moneda fuerte. Un país en el que su moneda nacional se use para pagar salarios, pero también para comprar alimentos, adquirir vestimenta, tener salud, transportarnos, acceder a la educación, alcanzar la vivienda propia, entre otras cosas; pues todos ellos, son derechos que tenemos todos los ciudadanos y que deben ser garantizados desde el Estado (según se indica en los articulados correspondientes, en nuestra propia Constitución Nacional).
La República Argentina, no puede seguir sin proyecto de Nación a mediano y largo plazo.
Para ello, necesitamos una clase política idónea y que gestione para mejorar día a día la calidad de vida del pueblo que dice representar.
No estamos para seguir con más relatos de ningún espacio político.
Ha llegado el momento de más hechos, y menos palabras.
* Carlos Emanuel Cafure es abogado, delegado del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba y coordinador de la Intersindical Argentina.
—