Argentina fue el primer país en detenerse a analizar el impacto de la cuarentena en la pediculosis y las conclusiones fueron positivas. El asilamiento social y la falta de clases presenciales contribuyeron a que la prevalencia de piojos en niñas y niños se redujera un 26 por ciento. Los niveles disminuyeron por el poco contacto cabeza-cabeza que requieren estos ectoparásitos, es decir que la escuela y las actividades extraescolares son espacios que favorecen el contagio.
Según el estudio argentino, la pediculosis pasó del 70 por ciento al 44 por ciento después de la cuarentena y comprobó que la infestación fue menor dado la falta de contacto entre los niños en edad escolar. También señalaron que ayudó que los padres estuvieron más tiempo en casa y realizaron los controles necesarios, como el uso del peine fino o pediculicidas.
La pediculosis es una de las enfermedades parasitarias más comunes entre los chicos en todo el mundo y es causada por el piojo de la cabeza humana Pediculus humanus capitis. Se trata de un ectoparásito, un organismo que se alimenta de sangre y pasa todo su ciclo de vida en la cabeza de su huésped.
De acuerdo a los especialistas, las dos estrategias principales contra su propagación son el control individual de los piojos y la prevención de la transmisión.
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