Las elecciones del 27 de octubre marcaron dos líneas gruesas: la mayoría de los argentinos se manifestó contra el modelo neoliberal; y a la par, cuatro de cada diez lo hicieron por un candidato que expresaba ese modelo económico-social, pero que ante todo representaba la figura más fuerte de un nuevo conservadurismo político y anti-peronista. El presidente Mauricio Macri que dejará el poder en medio de una de las mayores crisis económicas de la historia, tuvo un respiro a partir de este factor de aglutinamiento ideológico.
En la remontada de 2,4 millones de votos entre agosto y octubre, el punto fuerte se produjo en la llanura Pampeana, el corazón de la “Patria Agropecuaria”, uno de los motores de la economía argentina en el contexto mundial, que contagia su cultura a los habitantes de su región de influencia. Fue un voto conservador en lo político y social, y neoliberal en lo económico. Es un sector que adhiere a la globalización financiera y la apertura comercial. Se trata de un sujeto determinante para definir el color de la oposición al populismo que representa el peronismo y sus aliados. Y por su poder económico y cultural, es organizador central del bloque político opositor de centro-derecha.
Algunos analistas señalan, con acierto, que de este comicio han salido conformados dos bloques flexibles de centro-derecha y centro-izquierda. Esos dos bloques políticos, sociales, culturales y económicos, marcarán la política argentina de los próximos años.
Dentro de ese contexto, Macri fue la herramienta “útil” de este enorme “sujeto socio-cultural” para tratar de frenar el regreso populista. Por eso, pese a haber obtenido casi 10,5 millones de votos, sus probabilidades de hacer pie como principal dirigente opositor se encuentran entre signos de interrogación.
Al momento del comicio, casi 7 de cada 10 argentinos tenían una imagen negativa de su gestión económica y deberá atravesar los pasillos de tribunales con varias causas judiciales, como la del Correo Argentino, una vez que abandone la Casa Rosada. Se trata de un lastre difícil de tirar por la borda para liderar y unir a un bloque que pasa a la oposición y que tendrá que rediscutir su perfil político y económico para intentar disputar el poder nuevamente.
A ello, se le suma que ningún presidente que perdió una elección pudo regresar jamás al poder en la historia de la Argentina democrática. Por lo tanto, pese a que manifiesta la intención de encabezar a la oposición a Alberto Fernández, todo índica que es altamente probable que no llegue a 2023 en condiciones de hacerlo.
Los que sí aparecen con posibilidades de desarrollar un liderazgo opositor con posibilidades son los ganadores del bloque de centro-derecha: el jefe de gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta; el senador electo por la CABA, el radical Martín Lousteau; y el actual gobernador de Mendoza y electo diputado nacional, Alfredo Cornejo. Un PRO puro; y dos radicales. Ellos, le disputarán, naturalmente, el liderazgo a Macri.
Rodríguez Larreta obtuvo 3,5 puntos porcentuales más que Macri en la CABA; y Lousteau, 1,4 pp. Mientras que Cornejo dio vuelta el resultado de las PASO, donde había sido derrotado por el Frente de Todos, y venció, el domingo 27, por 14,33 pp. También superó la votación del presidente en 2 pp.
Los tres dirigentes, extirparon al presidente de sus campañas, y las volvieron totalmente locales y personales.
El jefe de Gobierno porteño es “el cerebro” detrás de escena del PRO. Siempre fue un gran administrador y organizador de la gestión del partido amarillo en la CABA. De hecho, los habitantes de la capital argentina le reconocen una gestión superior a la de su predecesor, el actual presidente Macri. El otro punto fuerte de Rodríguez Larreta es que se trata de un dirigente más democrático y horizontal que Macri es su estilo de gobierno y no descree de la política como el presidente, Marcos Peña y la mayor parte de los CEO que llegaron al gobierno nacional. Quiénes lo conocen, aseguran que se dedicará dos años a la CABA, que trabajará para mantener unidos al PRO y la UCR, y que recién después de 2021, intentará coronar su objetivo de enfrentar al bloque peronista por el gobierno nacional.
Lousteau es el más joven de los tres grandes aspirantes a liderar la oposición a Fernández. El economista es el más disruptivo del esquema de centro-derecha, porque a diferencia de Rodríguez Larreta y Cornejo, es un dirigente de pensamiento progresista, es decir, que penetra al electorado y el armado político del bloque rival. Luego de su paso por el Ministerio de Economía durante la gestión de Cristina Fernández, el economista se volcó hacía el radicalismo y desde allí ha construido su carrera a la Embajada de Estados Unidos, primero, a la Cámara de Diputados después, y a la de Senadores ahora.
El inoxidable operador radical Enrique “Coti” Nosiglia lo hizo amagar varias veces con disputarle a Mauricio Macri una interna abierta por la candidatura a presidente de la Nación para negociar en el camino mejores posiciones electorales que posicionarán al radicalismo por encima de lo que el PRO estaba dispuesto a cederle. Ahora, Lousteau tiene campo libre para desarrollar su perfil político, su voz opositora, y su receta del Estado “presente” y moderno, que, a diferencia de Macri y Rodríguez Larreta, no es complementario de la actividad privada, sino actor. Tampoco adhiere al pensamiento económico neoliberal, por lo que desde ese lugar será muy incómodo al peronismo en el poder.
Cornejo es el menos conocido de los tres. El presidente de la UCR nacional aspira a reemplazar a Mario Negri en la jefatura del interbloque de Diputados, pero centralmente saldrá a jugar como una voz radical, pero capaz de sostener una alianza con el PRO. Su primer objetivo es aglutinar a los radicales. Luego, es un hombre de pensamiento conservador, en una provincia fuertemente conservadora en lo político y social, donde los dirigentes exitosos fronteras adentro, tienen dificultades para ganar posiciones afuera. Algo similar a lo que ocurre con Córdoba. Por lo tanto, su primer desafío para encabezar el armado opositor será superar el territorio de la estructura política para convertirse en un dirigente con llegada al electorado de la coalición. Sino lo logra, no podrá encabezar la oposición más allá de que los mendocinos lo empujen.