Una empresa “made in Córdoba”, con una mayoría de personal de General Ordoñez, Justiniano Posse y ciudades vecinas, es la responsable del desarrollo del prototipo del motor regenerativo de segunda etapa del lanzador de satélites Tronador de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), que se probó de manera exitosa días atrás en sus instalaciones a 250 kilómetros al sur de la capital cordobesa.
Los dueños de esta pyme, Valthe Ing., afirman que “son tecnologías dominadas hace muchas décadas por los países centrales, pero no existe el manual para hacer un motor de cohete, no hay un mercado abierto de compra-venta de estas tecnologías porque son tecnologías sensibles y de uso dual”.
“Nadie te va a venir a enseñar este camino; es muy largo, requiere infraestructura, recursos humanos propios y procesos de producción específicos y no cualquiera lo encara, hasta hace poco tiempo sólo los estados centrales lo hacían”, dijeron.
Luego del ensayo del motor realizado en el Centro de Ingeniería y Desarrollo Tecnológico (TDEC) de esta empresa, ubicado en el Parque Industrial de General Ordoñez, calificado como “100% exitoso”, en Valthe Ing. ya estaban ordenando la infraestructura para volver a realizar, en 15 o 20 días, el próximo ensayo de desarrollo.
“También estamos procesando toda la información, que es el capital más importante obtenido del ensayo”, dijeron.
La semana próxima se hará una revisión técnica (PTR; Post Test Reviews), donde Veng (la empresa estatal que es la contratista principal de Conae y que es la responsables del motor) dirigirá la evaluación de los resultados y “allí se va a decidir si hay que cambiar algún valor de seteo, componente, instrumentación, o pasos del procedimiento de ensayo”, describieron Ramiro Valentín y Marcelo Theiler, socios de Valthe Ing.
La empresa que mencionan, Veng (Vehículo Espacial Nueva Generación), en la contratista principal del Programa ISCUL (Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas) de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) en el camino de desarrollar un lanzador satelital argentino, denominado Proyecto Tronador II y III.
El presidente de Veng, Mario Actis, fue una de las autoridades que acompañó a Daniel Filmus, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, y a Raúl Kulichevsky, director ejecutivo y técnico de la Conae, durante la presentación y ejecución de esta campaña de ensayo del motor, que se hizo el martes pasado y donde quisieron estar presentes por más que el resultado de las pruebas era incierto.
Valentín tiene 40 años, y Theiler, de 49, es el “veterano” de Valthe Ing., una empresa conformada por 8 personas con un promedio de edad de 35.
“Somos vecinos, nos conocemos de chicos, si bien somos de Justiniano Posse, la empresa está radicada en General Ordoñez”, a unos 20 kilómetros de distancia, en una región de Córdoba alejada del estereotipo turístico de las sierras, rodeada de campos que ahora están sembrados con soja.
Theiler (ingeniero mecánico electricista, con una Maestría Aeroespacial en la Universidad Nacional de Córdoba, UNC) y Valentín (ingeniero mecánico aeronáutico del Instituto Aeronáutico de Córdoba), compartieron a un profesor, José Astigueta, que era jefe de Acceso al Espacio de Conae en los comienzos del Plan espacial argentino.
“En nuestros comienzos, nosotros ya hacíamos motores y lanzamientos de cohetes de forma amateur, a José Astigueta le interesó nuestro trabajo y nos propuso hacer algunos desarrollos. Al principio trabajamos mucho ad honorem con él y su equipo de Conae/Veng, hasta que en un momento nos dijo ‘muchachos, esto ya no es un juego’ y nos propuso armar una empresa”, cuenta Marcelo.
La historia de Valthe se inicia en el año 2000 y en 2005 empiezan a trabajar junto a Conae, y ahora es una de las empresas que forman parte del Proyecto Tronador, que se propone tener un lanzador nacional capaz de colocar satélites en órbitas bajas a 600 kilómetros de la Tierra, con una plataforma de lanzamiento, actualmente en construcción en el Centro Espacial Manuel Belgrano, cerca de Bahía Blanca.
“En Valthe, ante una necesidad, llevamos a cabo todo el desarrollo, desde la concepción teórica, los diseños conceptuales, los cálculos y la parte técnica; luego, la ejecución de las cosas, poniendo los pies sobre la tierra y enfocados en que las cosas se terminen y funcionen”, dijo Ramiro Valentín.
Puso como ejemplos la ingeniería y construcción de los sistemas y equipos de carga de propelentes, presurizantes y asistencia a los vehículos de lanzamiento en la base de Punta Indio en la provincia de Buenos Aires, donde ya se realizaron varios lanzamientos de la serie de cohetes Vex.
De manera técnica, lo que sucedió esta semana en Córdoba fue la prueba de una nueva filosofía de motor para los propulsores de la serie de cohetes Tronador, es decir, un tipo de cámara de empuje denominada regenerativa.
En Valthe Ing. explicaron que la prueba tuvo como objetivo evaluar las técnicas de inyección y transferencia térmica para lograr la refrigeración sostenida del motor, el paso final en el desarrollo que permite tiempos de combustión prolongados.
Durante los ensayos se probó un nuevo sistema de inyección para los propulsores del Tronador TII-250 y un nuevo tipo de cámaras de empuje (donde se realiza la combustión) denominada regenerativa, lo que significa que es refrigerada por el propio combustible.
“El salto tecnológico que se logró demostrar este martes en el banco de ensayos es la capacidad de dominar la refrigeración”, dice Theiler, y agrega: “Y por primera vez se pudo. Un motor eficiente, a los 8 o 15 segundos (de encendido) se comienza a erosionar y falla, no sirve más. Y hemos logrado que funcione los 3 disparos que se habían programado, 15 seg., 30 seg., y finalmente 100 seg. con el mismo motor y sin novedades, significa que estamos dominando la refrigeración”.
En la llanura cordobesa, alejados de los centros de decisión, coinciden en que el camino propuesto por Veng y Conae está permitiendo avanzar sólidamente y de manera autóctona para Argentina en el dominio de la propulsión.
Se podría ir más rápido, dicen, pero, agrega Ramiro, “hay una velocidad óptima” que no se logra solamente con presupuesto: “No es solamente dinero, hace falta mucha constancia para que el proceso dé sus frutos, en nuestro caso particular, tenemos 20 años de trabajo y estudio”.
En el hangar que hace las veces de oficina, donde los visitantes pudieron presenciar de manera remota el ensayo en caliente del motor, varias fotos y algunas piezas de motores averiadas, recuerdan y muestran el recorrido de estos emprendedores.
¿Qué hubiera pasado si en el ensayo el resultado no hubiera sido el esperado?, consultó Télam.
En cohetería y en particular en un banco de ensayos de propulsión, lo más normal es que las cosas fallen. Por eso el diseño de las instalaciones y los procedimientos de ensayos son muy particulares. Lo importante es tener datos, tener la capacidad de medir todas las magnitudes físicas recogidas en esos pocos segundos. El capital del ensayo son los datos, que son los que nos desvelan y por los que aún nos quedan varios días de trabajo, evaluación y discusión. Inclusive una falla catastrófica como una explosión que destruya el motor o algo de la infraestructura, te entrega mucha información que antes no tenías, hay cosas que se tienen que romper para conocer su límite, y esto para nada sería un fracaso, en cohetería todo está al límite, resume Theiler.
Ahora se está en una posición de tener un motor totalmente desarrollado, construido y probado en Argentina, con el objetivo de tener el desarrollo completo de la propulsión para el Tronador.
“Es ladrillito a ladrillito. Para llegar a esto hay una larga historia de cálculos, discusiones técnicas, ensayos, y muchas cosas que salen mal, todo un proceso. Nadie viene y te enseña estas cosas, son desarrollos. Estas son tecnologías que están dominadas hace muchas décadas, pero no existe el manual para hacer un cohete ni un mercado de compra-venta de estas cosas. Así que ahora, cuando en unos días baje la espuma de este ensayo, nos van a encontrar trabajando en el próximo paso que Conae y Veng determine”, coincidieron.
-Por Gabriel Giubellino, enviado especial / Télam.
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