Según la RAE (Real Academia de la lengua española) dice que un idiota es un adjetivo que define a una persona tonta o corta de entendimiento, suele usarse también como sustantivo o como insulto.
Para llegar a este significado la palabra se ha despolitizado (como muchos de los aspectos de la vida actual). En la antigua Grecia, que da origen a la democracia liberal que rige como sistema de gobierno en el marco institucional de nuestro país y en los países de occidente, la palabra idiota tenía otra significación y era absolutamente político.
Platón en La República definió que el ideal de la democracia liberal es que cada ciudadano, quienes conformamos el “nosotros” de la sociedad a la que pertenecemos, el pueblo, como otra manera de denominar al colectivo social, participamos, estableciendo el gobierno y creando las reglas según las cuales viviremos juntos sin desgarrarnos, y tratamos de defendernos del tipo de vida pública que no queremos. Pero el idiota rechaza todo eso. Simplemente se entierra en su vida privada y en su vida social, con lo que arriesga que seamos gobernados por quienes menos deseamos (1). Para Aristóteles, “un idiota es aquel cuya vida privada es su única preocupación, alguien que no toma iniciativa en política”.
En estos términos, el neoliberalismo (primero) representado por la mercantilización de todos los aspectos de la vida y el achicamiento del Estado como garante de lo público y “tecnofeudalismo libertario” (recientemente), como una forma avanzada en la que la vida se mediatiza por el dispositivo móvil, con patrones biométricos y el narcisismo de mostrar momentos felices desde la autoexplotación personal, y que en el lenguaje logra fragmentar a las clases sociales verticalmente y lo que es más grave aún desde una perspectiva política: fragmentar a la clase trabajadora, la clase media y baja, en definitiva al pueblo, en tribus diferenciadas por adhesiones fanáticas, identidades grupales, características físicas y todo aquello que puede construir identidad por la diferencia con el Otro, no ya por la seguridad personal y la noción colectiva de que vivimos en sociedad.
La consecuencia es una sociedad que tiende a la despolítización y delegación de los asuntos públicos (es decir de la política) a los promotores de las ideas libertarias y mercantilistas ¿Será ese el principal logro del gobierno de La Libertad Avanza? ¿Hasta qué punto el individualismo puede desmembrar la sociedad? ¿Es posible que la evolución humana sea convertirnos en seres gregarios pasivos y adoctrinados a las leyes impuestas por quienes controlan las reglas del mercado?
En un momento histórico en que el cambio climático es una realidad perceptible por nuestros cuerpos, en dónde las dificultades de satisfacción de necesidades desde la participación a través del mercado es negada cada día a más personas, la satisfacción individual parece imposible ¿Será que podamos dejar de mirar la pantalla del celular y observar el rostro de los demás para volver a empatizar? ¿Podremos comprender que la cooperación es algo natural para nuestra especie y que fue así como evolucionamos?
Se atribuye a Bertolt Brecht un poema que de manera simple (y en diferentes versiones) identifica al idiota griego, como un analfabeto político y dice algo así:
“El peor analfabeto
es un analfabeto político.
El no oye, no habla
no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida,
de los alimentos, de la ropa, de los medicamentos,
depende de decisiones políticas”.
Como la duda sobre la autoría de este poema y la modificación histórica del significado de la palabra idiota, cuando las palabras y las ideas son de la sociedad se convierten en políticas, por eso el lenguaje es un espacio de disputa política y la principal herramienta para la misma.
El gobierno, es un gobierno de idiotas; que busca expandir el individualismo y una de sus herramientas es cambiar el significado popular de las palabras, vulgarizarlas, desprestigiarlas e impedir que las representaciones simbólicas que hasta hace unos pocos años eran constitutivos de la política y la cosa común de nuestro pueblo, sean efectivas y conducentes; forzando a la incomunicación colectiva, la violencia y diferenciación. La consecuencia y logro es fragmentar, romper el tejido social, para transformar una sociedad de ciudadanos politizados, en una multitud de vasallos/consumidores de un “mercado decadente”.
Está en nosotros individualmente reivindicar nuestro ser político y social, para luego dialogar y reconstruir las instancias colectivas que nos posibiliten superar este momento histórico de extractivismo y explotación de cuerpos y territorios por parte de un gobierno que idiotiza como estrategia de dominación. Parece difícil, pero tal vez el primer paso es dejar el celular y salir al encuentro de la persona más cercana.
* Darío Gómez Pucheta es licenciado en Trabajo Social y Doctor en Administración y Políticas Públicas.
CITAS:
1: El especialista en educación cívica y académico de la Universidad de Washington, Walter C. Parker, manifestó a La Tercera que el significado que utilizaban los griegos puede ayudar a comprender la democracia y el actuar de los ciudadanos. Ver: https://shorturl.at/TOXpH
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Beatriz Ferrari
7 enero, 2025 a 16:51
Gracias ,por enseñarnos a comprender la verdad,que es lo que nos hace libres