La catedra abierta del Plan Fénix de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) expresó expectativa de que “el nuevo gobierno represente un cambio de paradigma, tanto en lo económico como en lo social, cultural, científico, ambiental y equidad de género”. Lo hizo a través de una carta abierta que titula “Transición y un necesario cambio de paradigma”.
El plan Fénix es la denominación que recibe un grupo de economistas y especialista argentinos, que comenzó a debatir en la UBA en 2001, y que publica documentos de opinión. Adhiere a un enfoque del modelo keynesiano y cepaliano de la economía, en el que el Estado recupera su rol de árbitro regulador y distribuidor del sistema económico. Su aporte va en sentido contrario al del neoliberalismo.
Puntualiza que “el gobierno cuya gestión concluye en estos días ha sido el último de los tres ensayos de políticas neoliberales. Los dos anteriores tuvieron lugar entre 1976 y 1982, tras un golpe de estado cívico-militar, y en el período 1989/2001, ya bajo el régimen democrático, pero en el marco una traumática experiencia hiperinflacionaria.
En los tres casos, los resultados fueron muy negativos, más allá de aspectos diferenciadores; el crecimiento fue muy bajo o nulo, la pobreza se incrementó, y aun la calidad institucional —un caballito de batalla de los propulsores de estos modelos— no mostró mejoría alguna. Los tres intentos culminaron en crisis, pérdidas de reservas, default abierto o encubierto de la deuda pública, y notables incrementos del desempleo, el trabajo precario y la pobreza. Estas políticas contaron con el apoyo de organismos multilaterales, en particular del Fondo Monetario Internacional, que luego se desentendió de sus consecuencias”.
Describe que “la tercera experiencia, protagonizada por el gobierno derrotado en las urnas el pasado 27 de octubre, fue la más breve. En los cuatro años de un único mandato presidencial se mostró incapaz de generar un proyecto viable; y se expuso innecesariamente a los caprichos de los capitales especulativos, apostando a una salvadora “lluvia de inversiones” que no ocurrió, aun luego de la firma de un inédito acuerdo con el FMI”.
Explica que “de los cuatro años, tres han sido recesivos. El desempleo y la pobreza han aumentado, y con ellos el hambre, afectando fuertemente a la población infantil. Hubo retrocesos en el derecho del trabajo y en la seguridad social. Esto, pese a una conducción política que enarboló la consigna “pobreza cero”, en un país que internacionalmente se encuentra en el estrato de los de ingreso medio-alto; o sea, en un país que no es pobre”.
Señala que “en lo político, este gobierno, con la aquiescencia de parte del Poder Judicial y de medios de comunicación, intentó cooptar a un sector de la oposición en el Congreso y a disciplinar a sectores populares, recurriendo a la coerción. Ha defendido además abiertamente excesos de fuerzas de seguridad”.
Advierte que “la salida de esta situación no será fácil. La alianza política del gobierno saliente, contando con un apreciable caudal electoral e importantes bancadas legislativas, constituirá una oposición sin duda difícil. Tiene mucho que conservar; cada política del nuevo gobierno que implique una redistribución progresiva del ingreso o de la riqueza, va a ser duramente resistida. Cuenta además con el apoyo de medios de comunicación que han logrado una posición dominante, merced a un marco legal favorable”.
El plan Argentina contra el Hambre, una de las primeras iniciativas de emergencia alimentaria luego de las elecciones generales, es una iniciativa correcta.
Luego manifiestan que “en lo económico, el actual gobierno deja una economía en recesión y con elevada capacidad instalada ociosa, una inmensa deuda social y una gran deuda externa. Apoyamos la urgencia de reducir la deuda social en primer lugar. El plan Argentina contra el Hambre, una de las primeras iniciativas de emergencia alimentaria luego de las elecciones generales, es una iniciativa correcta. Y estamos de acuerdo en que solo se puede pagar la deuda si hay crecimiento; las negociaciones con el FMI y demás acreedores deberán seguir ese carril”.
Más adelante recuerdan que “el neoliberalismo académico plantea que no se puede distribuir sin antes crecer; pero en el caso argentino, la reactivación de la inversión y del crecimiento precisa de una recuperación simultánea de la demanda interna: nadie invierte si no es para responder a una demanda creciente, y menos aún con casi la mitad de la capacidad instalada sin utilizar. Por ello, es imperativo crecer y distribuir no solo por razones éticas y sociales, sino también económicas. El crecimiento al que aspiramos solo tiene viabilidad y sentido si convoca e incluye a las mayorías, tanto a fines de inclusión como de sostenimiento de la demanda. Todo esto, desde ya, sin desatender los necesarios equilibrios macroeconómicos”.
“Este proyecto demanda políticas activas y convocantes, que apunten a una estructura productiva diversa, articulada e inclusiva, combinando desarrollo primario, servicios modernos y profundización industrial”.
Puntualiza que “este proyecto demanda políticas activas y convocantes, que apunten a una estructura productiva diversa, articulada e inclusiva, combinando desarrollo primario, servicios modernos y profundización industrial”.
También alertan que “los cambios tecnológicos de la cuarta revolución industrial en ciernes presentan un desafío importante para los países en desarrollo. No solo puede verse afectada la estructura de poder de los países, también el intercambio económico nacional e internacional, el empleo, la cultura, la privacidad y otros aspectos de la vida social. Se requiere, por lo tanto, un Estado con capacidad preventiva y reactiva para enfrentar y conducir este proceso, sin restringir la innovación tecnológica puesta al servicio de la producción de bienes y servicios de interés colectivo. Es necesario evitar que, frente a la aceleración del cambio tecnológico, se ensanche la brecha con los países líderes, creándose así una nueva forma de dependencia. En el caso de nuestro país, el Estado debe estar capacitado para comprender las oportunidades y riesgos de estas innovaciones, asumiendo el rol que le cabe en cada caso en su promoción, regulación o financiamiento”.
Dice que “la colonización de la subjetividad por parte de propulsores de proyectos regresivos requerirá una respuesta cultural y académica/científica acorde; esto contribuirá decisivamente a apuntalar un patrón económico-social sostenible e inclusivo. En este sentido, una de las tareas más importantes consistirá en devolverle a la cultura y a la educación el lugar que requiere nuestra sociedad. No menos central será asegurar la plena vigencia de los derechos y las libertades”.
Finalmente, afirman que “más allá del triunfo electoral, es necesario también revisar constructivamente los aciertos y errores del período 2002-2015, apuntando a mantener los consensos necesarios para la unidad de los sectores mayoritarios alcanzada. El Plan Fénix ratifica en esta nueva etapa que se inicia el próximo 10 de diciembre, su disposición a contribuir, con sus ideas y propuestas. Esperamos así que se encuentre el rumbo hacia un modelo virtuoso, seguramente al alcance de nuestras capacidades y potencialidades”.