En un nuevo programa de Diálogos Compartidos, por RadioLyF, Eduardo Brandolín entrevistó a Pablo Carro, Secretario General del Gremio de los Docentes e Investigadores Universitarios de Córdoba (ADIUC) y también Secretario General de la CTA en Córdoba, quien además apuesta a la política como primer candidato a diputado nacional por el Frente Córdoba Ciudadana. Aquí los tramos principales de la conversación.
Eduardo Brandolín: —Un gusto tenerte en este programa, Pablo. Un poco la idea es que nuestra gente te conozca. ¿Cómo empezaste en la dirigencia gremial?
Pablo Carro: —Fue bastante azaroso. Empecé a trabajar en el colegio Manuel Belgrano como preceptor, allá por el ’93. El sindicato de la UNC fue muy raro, porque habían hecho gremios por facultad. Un caos, que, como te podrás imaginar, quedó desarticulado al final del alfonsinismo. En los ’90, cuando nos tocó enfrentar el ajuste de Menem, no teníamos sindicato. Los docentes cobrábamos pésimamente, la mayoría del salario en negro, vino la privatización de la jubilación con las AFJP. Una situación muy delicada. La primera elección que hicimos fue en el ’95. Yo integré la primera conducción como Secretario Gremial, aun siendo preceptor. A partir de ahí, estuve unos seis años.
Brandolín: —¿Cómo era ese sindicalismo?
Carro: —En esa época el sindicato era una expresión marginal dentro de la universidad. La izquierda dura tenía mucha presencia allí; si eras peronista o radical no tenías mucha cabida. Y bueno, finalmente me fui del sindicato hacia el 2000. En 2001, cuando comienza el proceso de reconstrucción con el gobierno de Néstor, se abre una discusión diferente. Se fue haciendo claro que ese sindicato clasista y muy duro no lograba penetrar en la realidad de la Universidad. Digamos: había 8.000 docentes y los afiliados no eran más de 600. Pensé que mi actividad sindical había quedado en el pasado.
Brandolín: —Pero volviste.
Carro: —En el 2011 se abrió un proceso de mucho cuestionamiento a la conducción del sindicato, en la época en que Carolina Scotto era rectora. El sindicato la atacaba furiosamente y estaban ocurriendo cosas en el país y en la educación que reclamaban un tipo de dirigencia diferente. Eso hizo que con algunos compañeros nos organizáramos. Primero juntando afiliaciones, porque había tal descontento que los docentes se desafiliaban. Reafiliamos, nos presentamos y ganamos. Ya llevamos dos períodos de una actividad intensísima, con conquistas muy importantes: conseguimos el blanqueo de todo el salario, recuperamos la jubilación del 82% móvil, que la habíamos perdido, y firmamos un convenio colectivo de trabajo que los docentes universitarios no teníamos. Duplicamos los afiliados: hoy estamos cerca de 2.000.
Brandolín: —Tu participación en política, Pablo, ¿por qué?
Carro: —Yo me lo pregunto también (risas). Creo que tiene que ver con que mi formación sindical la hice en los duros años ’90. Cuando Scioli perdió el ballotage, yo estaba convencido de que era el tiempo para mi participación. No en política, porque todavía no lo visualizaba, pero sabía que como dirigente sindical tenía un aporte para hacer. Sabía con claridad que era lo que estaba en el horizonte de las políticas de Macri, aunque nuestra base de afiliados no lo veía, hay que reconocerlo. Muchos trabajadores lo votaron. Los docentes, los judiciales, los de Luz y Fuerza…
Brandolín: —Hubo un engaño muy grande. Estoy convencido que el planteo de que nos iban a sacar el Impuesto a las Ganancias fue condicionante.
Carro: —Fue condicionante, pero yo asumo una autocrítica como dirigente. Muchos nos poníamos de costadito, porque a las bases les gusta que defendamos a los trabajadores pero no que nos metamos en política. Pero está claro que son los lineamientos políticos los que permiten crecer la pelea sindical. En febrero empezamos la discusión paritaria, recién logramos firmar un acuerdo la semana pasada. Más de cuatro meses negociando, de movilizaciones muy importantes y paros. Y terminamos haciendo un acuerdo que está en el orden del 26% y a Cristina no le bajábamos del 30%. No es sólo la lucha sindical la que te garantiza las conquistas, sino hay una contraparte con vocación para acordar, sobre todo en los sindicatos que discuten con el Estado, no es tan sencillo. No sólo se trata de ser combativos y pelear. Hacen falta condiciones para negociar, articulaciones políticas que son importantes. No es lo mismo que gobierne cualquiera para la pelea salarial. En el caso de Macri, abre las importaciones, cae el consumo popular y hay recortes. Eso impacta en el presupuesto universitario. Hoy, más que nunca, tiene que ver con el modelo económico y político que se lleva adelante. En la medida que los trabajadores lo entendamos, vamos a estar en mejores condiciones para enfrentarlos. Porque si no creemos que uno negocia bien para su propio sector y ya tiene la solución. O encontramos una solución para el conjunto, o perdemos todos.
Brandolín: —Sin duda. Si a un sector le va mal, seguramente nos va mal a todos. Yo estoy observando el avance de la derecha contra los trabajadores en Brasil; hay que tener mucho cuidado. Por eso me parece que tu participación en política es necesaria. En octubre tenemos una oportunidad.
Carro: —Yo siempre digo que al ajuste lo enfrentamos en la calle movilizándonos. Pero también es necesario tener en el Congreso diputados que paren el ajuste.
Brandolín: —¿Por qué creés que el movimiento obrero está tan debilitado y dividido?
Carro: —Me parece que hay una crítica social a los sindicatos que a veces se justifica, pero que muchas veces es injusta. Después de cuestionarlos por una cosa u otra, hoy todo el mundo pide que llamen al paro general para enfrentar el ajuste. A mí me parece un poco esquizofrénico. O participamos de la vida sindical y le exigimos con nuestra participación que se pongan al frente, o no reclamamos nada. Macri no se equivoca, ataja al movimiento obrero porque sabe que es el único con capacidad para resistir el ajuste.
Brandolín: —¿Por qué pensás que la sociedad actúa de esta forma? Parece un contrasentido.
Carro: —Los medios nos dan en bolsa de manera permanente. También hubo un sector del sindicalismo que se convirtió en empresario. Yo no sé si se puede decir, como se pensaba antes, que el movimiento obrero es la columna vertebral del movimiento peronista o del proyecto nacional y popular, pero si es un actor clave en tiempos de resistencia. La participación sindical en la política tiene que tener ese sentido. No el de “ahora me hice diputado y me olvide de donde venía”. La política es la herramienta de los pueblos, porque los empresarios y los poderosos no necesitan la política. Con Macri ganó la anti política. Terminan desacreditando la política y a los sindicatos. Van por la escuela pública y por los hospitales. La base reclama unidad para detener el ajuste. Si no son los sindicatos los que frenen el ajuste, no logro imaginarme quien puede hacerlo.
Brandolín: —Creo que tenemos una obligación muy fuerte, particularmente la dirigencia. Reitero, los trabajadores somos los únicos capaces de modificar el rumbo. Entonces la unidad es la herramienta que necesitamos para modificar esto.
Carro: —Siempre pienso en dirigentes como Hilda Bustos, considero que es una legisladora de los trabajadores. A mí no me importa mucho si está en Unión por Córdoba o si fuera del Frente Córdoba Ciudadana, porque reconozco allí una dirigente que va a defender los derechos de los trabajadores. Cuando lo veo a Franco Saillén en la Legislatura, me quedo exactamente con la misma sensación. Ahí hay un dirigente que, sin importar la fuerza política en la que esté, defiende a los trabajadores. No hay duda que si yo llego a entrar al Congreso es para ser un diputado para los trabajadores. Me parece que ese es el mensaje más claro para el movimiento obrero. Necesitamos representantes de los trabajadores en el Congreso, necesitamos ponerle un límite al ajuste y crear condiciones para el desarrollo del mercado interno, del consumo popular y de la inclusión social. Los trabajadores lo hacemos desde distintas fuerzas políticas. Yo veo ahí más unidad que diferencia.
Brandolín: —Creo que ha sido un cierre excelente, Pablo. Te agradezco mucho tu participación. Todos los trabajadores tenemos que participar y hacerlo con nuestros representantes. Te deseo el mejor de los éxitos y ojalá logres el objetivo. El mensaje está claro. Compañeros, hay que repensar muchas cosas y en octubre hay que tener claro dónde poner nuestro voto. Nos vemos en el próximo programa.
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