(Por Soledad Cabral *) “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” dijo Mandela, pero ahora nos enfrentamos a una “catástrofe generacional” tal como lo expresó el Secretario General de la ONU.
En el marco del Covid-19 las escuelas cerraron sus puertas el 16 de marzo sin tener, hasta el momento, fecha cierta de reapertura. Esa cancelación abrupta de la presencialidad y el éxodo obligado y acelerado al entorno digital profundizaron y dejaron al descubierto las desigualdades educativas que ya padecíamos. Estamos inmersos en una silenciosa emergencia educativa que no se mide hoy en índices económicos, pero que tiene a futuro un impacto social devastador y el gobernador parece no haber tomado cuenta de ello.
El sistema educativo no estaba preparado para enseñar y aprender de manera remota y el Estado no pudo garantizar que la totalidad del alumnado tuviera acceso a los recursos digitales necesarios. Además, la pandemia aumentó el desempleo, la pobreza y los niveles de violencia doméstica por lo que, sumado a la falta de accesibilidad, espacios adecuados o disponibilidad de acompañamiento para el aprendizaje en el hogar, allí donde se concentra la población más necesitada, el cierre de las escuelas significó sin más el detenimiento del proceso educativo.
La escuela no solo educa, crea lazos sociales, alimenta, contiene, orienta, da refugio, es un sitio seguro y constituye un instrumento de equidad indispensable, en especial para los grupos más vulnerables. La educación es un servicio esencial pese a que no esté formalmente declarada como tal, y es la herramienta más influyente en el progreso personal y de las sociedades.
El Covid- 19 exacerbó las desigualdades sociales, la inequidad y la exclusión, por ello es necesario la presencia firme del estado asumiendo su rol de garante del efectivo ejercicio del derecho a la educación, a su acceso y calidad, para todo el alumnado sin excepciones.
En la provincia de Córdoba se establecieron, afortunadamente, protocolos para todo tipo actividades, comercios, gimnasios, restaurantes, turismo, hoteles alojamientos y varios etcéteras, sin embargo, no se “encontró” uno adecuado para la vuelta a las clases presenciales. A un mes de cerrar el ciclo lectivo 2020, diseñar un protocolo de equilibrio entre el aprendizaje y la seguridad sanitaria se convirtió en un desafío que el gobernador Schiaretti no pudo o no quiso asumir.
* Soledad Cabral es abogada e integra Padres Organizados Córdoba.
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