(Por Máximo Brizuela*). La llegada del nuevo gobierno, trae consigo una idea nueva de Estado o más bien el desmembramiento del mismo; partiendo de su falsa premisa que el Estado es una organización deficiente que hay que destruir. Convencidos de esa situación, todo aquello que sea manejado por el mismo es parte de un aparato corrupto e ilegal.
Es por ello que tras ser impulsada por el Ejecutivo nacional, la Ley Bases comienza su tramo final para ser un hecho.
La idea de este texto no es revertir una afirmaciones que no debieran tener asidero. El Estado es el organizador social fundamental de las personas y a través de él se deben garantizar los derechos de las mismas, su libertad, su salud, su educación, seguridad, etc.
Para que un Estado y en consecuencia un país funcione de mejor manera y proyecte una emancipación de su economía y en consecuencia bienestar los hombres y mujeres de a pie, es necesario entre otras cosas contar con soberanía energética.
El trabajo y la producción deben ser el objetivo mayor de un país que necesita reactivar su economía para salir de la situación social presente. Somos un país con recursos naturales y humanos suficientes para poner en marcha este objetivo.
Las capacidades que tiene la Argentina son más que suficientes y en materia de energía hemos sabido construir y desarrollar conocimiento, ser pioneros y ejemplo en el mundo. Así sucedió con el Plan Nuclear Argentino desde la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica al presente con la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina SA.
Esta empresa es un claro ejemplo de que en manos del Estado y con un compromiso inquebrantable de sus trabajadores una empresa puede funcionar de buena manera, desarrollarse y obtener resultados novedosos para el mundo.
Durante el 2023 nos enorgullecemos de la reparación de Atucha II. Cuando los expertos internacionales ofrecían una solución que demandaba millones de dólares y cuatro años; nuestro talento e innovación lo pudo hacer en diez meses y con un ahorro de 1.000 millones de dólares.
La solución inédita que implicó el desarrollo de nuevas herramientas, no son casualidad, responden a una lógica de desarrollo y conocimiento que tiene históricamente el sector. Es indudable que dicha empresa funciona excelentemente y lo hizo siempre sin necesidad de ser privatizada.
Cuando se habla de privatizaciones el principal argumento es la ineficiencia, pero en este caso ¿Cuál es la intención de regalar décadas de desarrollo argentino y del Estado Nacional? ¿Por qué ofrecer a capitales privados una empresa que no genera pérdidas?
¿Por qué regalar el desarrollo de nuestro reactor CAREM (reactor nuclear de baja potencia), que podría exportarse a todo el mundo y generar recursos económicos para la empresa pública y el Estado? ¿Por qué privatizar una empresa que genera superávit? ¿Cuál es el argumento?
Entendemos el interés de los privados. Su privatización es un negocio redondo de renta asegurada, cualquiera quisiera ser parte de un negocio o empresa consolidada con años de inversión y desarrollo, donde no hay riesgos de pérdidas.
Dicho esto, y resaltando una vez más el superávit de Nucleoeléctrica Argentina SA y su funcionamiento, nos cuesta entender el castigo del Gobierno Nacional para con sus trabajadores. Los resultados que citamos en el texto son por el empeño de esos hombres y mujeres que se sienten parte de la empresa, que trabajan día a día con una verdadera vocación, pensando en que su tarea es importante para el funcionamiento del país.
El Estado no es una asociación criminal, las empresas que le pertenecen a todos los argentinos mucho menos. No regalemos nuestro patrimonio y soberanía que supimos construir a lo largo de todos estos años. Como nos gusta decir, los trabajadores tenemos la camiseta puesta; contamos con que la dirigencia política también la tengan.
* Máximo Brizuela es secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).
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