Mariana Bonadero (45) se preparó como si tuviera una función. Pasó por la peluquería, eligió el vestuario más cercano al personaje, se maquilló y prendió sus velas. A la audición llegó dispuesta a disfrutar. “Paradita en el medio del escenario, con las luces, leyendo el texto, que ya me lo tenía re aprendido de tanto leerlo, yo estaba en función, volé. Y ahora sigo flotando”, cuenta sobre el día que Julio Chávez la eligió para protagonizar Inés, la obra que el actor dirigirá en Córdoba. También ese día, volvió a pisar un teatro luego de dos años sin trabajar por la pandemia. Por eso, la emoción fue doble.
“Inés necesita un alma especial, como la que tenés vos”, son las únicas palabras que recuerda Mariana de la devolución que le hizo Chávez. La había preseleccionado entre trescientas actrices, luego de conocerla por un videominuto y encontrarse con un curriculum de amplia trayectoria teatral. Las últimas obras en las que participó antes de la llegada del coronavirus son Ella en mi cabeza, Ojo x ojo, La piel en llamas, y las infantiles Canciones para mirar y Peter Pan, el musical del nunca jamás. Durante la cuarentena, como no podía actuar, encontró un espacio de libertad en la escritura y se animó a su primera dramaturgia Las marcas del tiempo, que verá la luz en formato podcast con la dirección de Belén Pistone.
“Mirá que la he escuchado mil veces a “Aprender a volar” de Patricia Sosa, pero ahora la canto como un mantra, cuando dice No apures el camino al fin todo llegará”, le dice a ENREDACCIÓN la cordobesa que todavía no puede creer que trabajará bajo las órdenes de quien considera un gran maestro de actores.
Además, completan el elenco Abel Bossio de Río Ceballos y Eloísa Bazán de Malagueño, ambos adultos mayores. Ya tienen fecha de estreno para el 3 de septiembre en la sala María Castaña. “Tengo la esperanza de que se abra más todo y que nos vaya bien con este cruce entre directores que vienen de afuera y actores locales, y que se replique y que haya más trabajo para todos”, anhela. Las expectativas son positivas, es la segunda experiencia de Chávez dirigiendo en Córdoba, previamente lo hizo con Rancho.
Te ibas a España, pero la cuarentena te frenó, luego quedaste en Inés, ¿creés en el destino?
Todavía tengo la emoción que no me entra en el pecho, lloro todo el día. En 2019 terminé con mi participación en la radio -la 102.3 FM de los SRT-, sentí que era una etapa concluida y que necesitaba aventurarme a algo nuevo, con la sensación de que tenía que haber algo más. También sentía un cierto cansancio porque acá hay que poner mucho esfuerzo para nuestros trabajos independientes, alma, corazón y vida, todo cuesta demasiado. Me veía corriendo para todos lados, entonces pensaba irme una temporada a vivir en una isla, mirar el mar, esas cosas. Dejé la casa que alquilaba el 1 de marzo y llegó la pandemia. En medio de tanta incertidumbre, surge este llamado de MGP Producciones buscando actrices de 40 a 55 para Inés y Julio Chávez dirigiendo. Así que con todo el entusiasmo me presenté y quedé entre cinco preseleccionadas. Pasó un año, entre cosas que no dependen de la voluntad de todos, sino de la pandemia mundial, hasta que algo se abre en el cielo y el productor comunica que viene Julio a hacer el casting a Córdoba. Y de nuevo mariposas en la panza. A raíz de publicar la foto con él al quedar elegida, en redes he recibido muchas palabras de cariños, “muy merecido” me decían. Y esto es lo que me emociona, porque ese día de la audición todas teníamos ese sueño, pero pienso y más me emociono, que si bien todas nos las merecíamos, era para mí. Y no desde el merecimiento, sino que simplemente hay cosas que son para vos.
¿Qué es lo más lindo de haber sido elegida?
Me anoté al casting sin saber cuál era la obra, el sueño era poder trabajar con Julio Chávez y formarme con él. Además de volver a trabajar, es una beca para mí. Él viene a Córdoba, no solo nos va dirigir, además es maestro de actores, entonces para mi Mariana actriz va a ser un crecimiento enorme. Eso es lo que quiero. Mirá como son las cosas, yo en 2011 pedí una beca del Fondo Nacional de las Artes porque quería estudiar en Buenos Aires con Chávez. También Inés está en otro registro de lo que he hecho, no es humor, tiene mucho de relato, es una obra que tiene mucha ternura, algo muy íntimo. Le decía a él que si bien ya la estrenaron en Buenos Aires, hoy atravesando una pandemia toma otro significado. Como espectadora, necesito ver otra mirada del mundo, si querés más naif o ingenuo.
¿Qué admirás de Chávez?
Lo admiro un montón, su trabajo en teatro, cine y televisión, pero también como artista integral, que escribe, actúa, pinta, ahora hará su primera película. Yo admiro a la gente que se mantiene y se reinventa, que tiene ganas de seguir y con la llama siempre encendida. Sobre todo quienes son más grandes que yo, porque es por allá, para allá vamos, en el mejor de los casos.
¿Cómo es el proceso de trabajo?
Muy condesando todo y eso es un desafío también. Tenemos todo este mes para aprender la letra y encuentros por Zoom para la lectura y sacarnos dudas. En estos días llega la escenografía desde Buenos Aires y ensayaremos con escenografía en agosto. Luego vuelve Chávez para los últimos ensayos generales y el estreno.
“Se hace teatro en toda la provincia, y si a nosotros en Capital nos cuesta todo tanto, imagínate en el resto de Córdoba”.
¿Tenés dudas?
Yo le dije que más bien tengo muchos deseos –se ríe- y el más grande es girar a otros lados. Mis compañeros son de otras ciudades, se hace teatro en toda la provincia, y si a nosotros en Capital nos cuesta todo tanto, imagínate en el resto de Córdoba. Estaba tan cansada de remarla tanto, que a este proyecto lo siento como un mimo, porque es de esas oportunidades en que es un poco más fácil, ya hay cosas que están resueltas, entonces no hay que hacer tanta fuerza para todo, por ejemplo te pagan la función.
¿Qué secuelas deja la falta de teatro?
Es un panorama muy desalentador para nosotros. ¿Actores y actrices que no estamos actuando, qué somos? Por supuesto que entiendo que hay una pandemia y que hay gene que la está pasando muy mal, no me victimizo. Sí me enoja la falta de políticas culturales, que no haya ningún plan. El año pasado me la pasé diciendo, en tiempo de primavera-verano, hagamos teatro al aire libre. Por supuesto que eso se tiene gestionar desde cultura de la municipalidad o de la provincia, poner un tablado en la plaza, en la esquina, en los parques. Se demoró, después la municipalidad sacó un programa pero ya entrado el otoño y alcanzamos a hacer una sola función, y fue hermoso. Al aire libre, abuelas, niños, una tarde hermosa, fue una fiesta. Volver al teatro fue volver a respirar. Todo este tiempo me sentí como un pescado fuero del aire, a las bocanadas. Sí, hay que pasar la pandemia, pero ¿y mientras, qué? ¿Y después cuál es plan? No lo hay, no lo veo.
En Instagram publicaste unas palabras de Cristina Banegas sobre la actuación, ¿para vos qué es actuar?
El concepto de ella sobre lo chamánico me parece muy precioso. Porque nos corre del lugar de fulano o mengano y nos ubica en una especia de médium. Eso es lo maravilloso del teatro, esa ceremonia de ese estar presente y pasa algo de ese orden, tu cuerpo y tu voz empiezan a ser canal de algo que se arma juntos, y desaparece el tiempo, y desaparece Mariana. Es lo más parecido a algo sagrado. Desde el escenario y también cuando voy de espectadora.
¿Siempre supiste que actuar era tu vocación?
Siempre. Y los mensajes que más me han emocionado son los de mis compañeros de primaria. Parece un final pochoclero pero los sueños se cumplen. Por supuesto hay constancia, hay estudio, soy una estudiante serial, amo hacer cursos y la pandemia abrió posibilidades como la de poder realizar talleres que sin coronavirus serían presenciales en Buenos Aires.
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