Juliana Awada, la mujer de Mauricio Macri, en modo “ama de casa”, preparó anoche en la Quinta de Olivos, el menú del acuerdo con la UCR: una picada frugal de entrada y carne a la parrilla con ensaladas para la cena. Además del presidente, se sentaron a la mesa el Jefe de Gabinete, Marcos Peña y el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, por el lado del gobierno. Alfredo Cornejo (Mendoza), Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes) fueron los gobernadores de la UCR, a los que se sumaron el titular del bloque radical en el Senado, Ángel Rozas, el coordinador del interbloque de Cambiemos en la Cámara baja, el cordobés, Mario Negri, y el mendocino Ernesto Sanz.
El acuerdo general del presidente con la UCR, según contaron voceros de la reunión, fue la necesidad de avanzar en un pacto con el peronismo para llevar adelante el ajuste que exige el FMI y que deberá plasmarse en el Presupuesto 2019.
Al encuentro concurrió con cierto enojo la cúpula de la UCR. Más allá de las aclaraciones posteriores de la diputada nacional Elisa Carrió, sus dichos del fin de semana respecto de que a los radicales se encargaba de manejarlos ella desde afuera, la estructura del partido radical crujió como pocas veces en los últimos tiempos. Después de la crisis cambiaria, la UCR volvió a la mesa chica del gobierno, pero pareció más una foto, que una participación real en las decisiones. Incluso, el acuerdo con el FMI, ni siquiera les fue adelantado por el presidente pese a haberlos recibido en la noche previa al anuncio de inicio de negociaciones con el organismo internacional.
Fuentes del gobierno dijeron anoche que hubo consensos en avanzar en un acuerdo político consensuado con los gobernadores antes del 15 de septiembre. Sería antes de enviar el proyecto de Presupuesto. El objetivo del gobierno es evitar el enorme desgaste que significará esa negociación si el Presupuesto es puesto sobre la mesa sin acuerdo previos.
El acuerdo general del presidente con la UCR, según contaron voceros de la reunión, fue la necesidad de avanzar en un pacto con el peronismo para llevar adelante el ajuste que exige el FMI y que deberá plasmarse en el Presupuesto 2019.
Los gobernadores del peronismo dialoguista están dispuestos a avanzar en distintos puntos del ajuste que reclama el FMI, pero buscan resguardar la obra pública en marcha y durante todo 2019. Creen que ese es el pasaporte para disputar con éxito las elecciones provinciales del año que viene.
Por eso, el cordobés Juan Schiaretti, como cabeza de este sector, adelantó que las provincias tienen que hacer menos ajuste que la Nación, pero además intenta cargar en la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires una parte de la reducción de gastos, traspasándoles AySA, Edenor, Edesur y los subsidios al transporte. El monto involucrado alcanza a cerca de 100 mil millones de pesos. En 2019, el Presupuesto debería contemplar 200 mil millones de pesos menos en erogaciones que en 2018. El problema de unos y otros, es que un traspaso de servicios públicos sin recursos, significaría un lastre financiero difícil de soportar por las dos principales jurisdicciones que gobierna el oficialismo nacional. Pese al planteo, AySA no podría ser transferida, porque su pertenencia al Estado nacional se encuentra atada a un crédito tomado durante el kirchnerismo. Para Macri y Cambiemos es fundamental un acuerdo general con una parte del PJ, de lo contrario la sustentabilidad del ajuste será una fantasía.
Hoy, Frigerio y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, mantendrán una reunión de perfil técnico con los ministros de Economía de Cambiemos: Carlos Sadir (Jujuy), Martín Kerchner Tomba (Mendoza), José Enriquez Vaz Torres (Corrientes), Hernán Lacunza (Buenos Aires) y Martín Mura (Ciudad de Buenos Aires). Allí tratarán de poner sobre la mesa los puntos concretos de los recortes y por donde llevarán la negociación con el peronismo.
RUIDOS RADICALES
El titular de la Convención Nacional de la UCR, el cordobés, Jorge Sappia, aseguró ayer en una entrevista radial, que no tiene “argumentos para sostener la continuidad de Cambiemos. Habrá que ver qué se hace con esta coalición que evidentemente no ha funcionado como debiera”.
Sappia es un dirigente respetado en el radicalismo, una especie de puente entre los distintos sectores del partido, con amigos entre los alfonsinistas, incluido Ricardo Alfonsín, como los conservadores, como el intendente de Córdoba, Ramón Mestre. Durante el gobierno de Fernando De la Rúa, fue secretario de Trabajo.
En Gualeguaychú se opuso al acuerdo que terminó con la conformación de Cambiemos, aunque con el correr de los meses acomodó su posición sobre la alianza.
“Si estamos encerrados en un mutismo absoluto de origen propio porque los socios mayores no nos quieren escuchar, dediquémonos al fútbol o el básquet a ver si nos va mejor”, disparó Sappia en diálogo con Futurock.
Más allá de que Sappia expresó en voz alta el pensamiento de una parte importante de la dirigencia de su partido, el radicalismo está lejos de romper la coalición de gobierno. Sin un candidato propio que lo lleve a buen puerto electoral, es improbable que salte de Cambiemos.