El dúo que conforman Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto es igual de inoxidable que las canciones que presentan en su último disco y el show con el recorren el país. Se unieron por primera vez hace casi treinta años pero la química sigue intacta y lo demostrarán en Córdoba el próximo 6 de octubre.
Los dos están solos en el escenario, Baglietto canta mientras Vitale toca, explotando al máximo las capacidades de cada uno para el vivo. “Es un espectáculo basado en nuestras particularidades, hay mucha improvisación y cosas que salen exclusivamente en cada recital. Estamos al máximo de nuestra expresividad, estamos muy atentos y lo que sucede es muy potente. Nos seguimos emocionado en cada concierto”, cuenta Lito Vitale desde su estudio en Buenos Aires.
Durante el concierto recorren un repertorio que incluye desde tangos a temas de Divididos o Jorge Fandermole. “Son las canciones que más nos representan. También hicimos una búsqueda por temas que no habíamos interpretado en otros momentos y que son importantes para mucha gente”, adelanta.
Para hablar con ENREDACCIÓN, el músico hizo una pausa de la grabación que estaba realizando junto a los grupos ganadores de “Vamos las bandas”, un concurso nacional donde los seleccionados obtienen la posibilidad de entrar al estudio de San Telmo y contar con la producción exclusiva del pianista. Las cordobesas Flores del desierto son una de las bandas elegidas.
¿Por qué vuelven a elegirse con Baglietto?
Nos gusta descansar y volver. Reencontrarnos para armar alguna campaña en dúo, como ésta que nos trae a Córdoba con las canciones que más nos gustan. La pasamos muy bien, disfrutamos lo que hacemos. Creemos que tenemos una especie de sello, de perfil especial para interpretar a la música argentina.
¿Qué valorás de un amigo?
La complicidad, el poder compartir. No comerte ninguna y tenerse a disposición constantemente. Compartir momentos artísticos y personales. Con Juan nunca tuvimos un alejamiento o desencuentro. Cuando dejamos de tocar es porque cada uno se embarca en otro proyecto y siempre hemos disfrutado de lo que hace el otro. En esas oportunidades, nos tenemos como público.
“Tenemos una especie de sello, de perfil especial para interpretar a la música argentina”.
¿Una canción inoxidable lo es para siempre?
Es difícil saber de antemano, hay que esperar el paso del tiempo. Las canciones que elegimos, por ejemplo las más populares del cancionero rosarino, se han bancado treinta años de vigencia, ni hablar de los tangos que llevan sesenta años. Más que nada es lo que sentís con una obra lo que las hace perdurar, y de lo que tratan, porque van pasando los años y se sigue hablando de ello. Además del gran valor musical que tienen.
Desde chico sabías que querías ser músico… ¿sentís que ya cumpliste el sueño o falta todavía?
Cumplí muchos sueños y hay muchos más por cumplir. Sin sueños no se puede estar vivo. Tengo que vivir para lograr objetivos personales, profesionales, familiares, artísticos.
¿Qué te pasa cuando mirás atrás y ves que son más de cuarenta años de carrera?
Yo pienso en el presente y en el futuro. Disfruto de las cosas que hice, algunas me gustan más, otras menos, pero siempre me manejé haciendo lo que consideraba que tenía que hacer. Por lo tanto, casi que no me arrepiento de nada. Algunas cosas quizá no las volvería hacer, pero forman parte de mi experiencia, en aquel momento las elegí, las pensé y me mandé. Siento que tengo un camino que puedo firmar y disfruto. Sobre todo tengo planes para el presente y futuro, que es lo que te mantiene en acción.
“Siento que tengo un camino que puedo firmar y disfruto”.
¿Cuál es tu principal huella?
No lo sé. Es difícil. Creo que por suerte tengo el respeto de un montón de músicos y artistas. También la gente cuando me saluda lo hace respetuosamente, como subrayando que las experiencias musicales fueron hechas con seriedad y compromiso. Nunca hubo un choreo ni algo de bajo nivel como aprovechar algún momento más popular. Ese es mi aporte, tomar la música muy en serio. Divertirse y emocionarse con lo que uno hace, pero siempre que haya una preparación en lo que uno hace. Es una manera de tomar esta actividad, esta pasión, que justamente es la que disfruto de los músicos que admiro.
Creaste la música para varios ballets de Julio Bocca… ¿te gusta desafiarte?
Por supuesto que sí. Ahora estoy componiendo otra obra sobre las cuatro estaciones que vamos a estrenar el año que viene con el Ballet Contemporáneo de Buenos Aires. Asumo propuestas que no son las que más cómodas me quedan sino que tengo que trabajar al respecto, porque eso es lo que me hace crecer. Hacer lo que a uno le sale fácil es el camino más simple, más aburrido.
“La gente cuando me saluda lo hace respetuosamente, como subrayando que las experiencias musicales fueron hechas con seriedad y compromiso”.
Al dirigir “Vamos las bandas” y estar en contacto con músicos emergentes… ¿qué se viene?
Siempre cuanto más pasa el tiempo, la fusión de músicas de influencia de todo tipo es lo que más me interesa. La música argentina con influencia del jazz, el rock o la música sinfónica es lo que más me gusta.
Decías en una entrevista que te gusta gastar plata en pelotudeces ¿cuáles son tus favoritas?
Pelotudeces entre comillas, porque ir a escuchar un concierto con mi hijo y sus amigos, y después ir a comer, hoy significa un montón de guita, resulta que te gastás una fortuna. Podríamos cocinarles en casa, pero a veces prefiero salir porque es algo que nos gusta familiarmente. Después compro televisores, tengo un montón de equipos de audio de distintos años y de diferentes modeles. También, constantemente hago remodelaciones en mi sala de ensayo o en el estudio: pongo lucecitas, saco lucecitas. Son boludeces pero me alimentan y me hacen bien para mi cosa diaria. En general, me es placentero estar en familia, con mi mujer, y sí, gastar plata en pavadas que podrían ser evitables pero que me hacen feliz.
PARA AGENDAR
Domingo 6 de Octubre, a las 21 horas, en Sala de las américas, Pabellón Argentina, Ciudad Universitaria.