(Por Máximo Brizuela *). Lo vivido el domingo 24 de marzo en nuestro país, es un testimonio de un pueblo que no se rinde, que resiste con una conciencia colectiva inclaudicable.
Es indudable que los embates del actual gobierno y las posturas negacionistas del Poder Ejecutivo Nacional, calaron profundo en la conciencia de trabajadores, trabajadoras, movimientos estudiantiles, organizaciones gremiales, culturales, científicas, sociales y tantas otras, que se volcaron a las calles para seguir dando un testimonio unánime bajo el grito Nunca Más.
Las calles fueron de la gente, la marea de un pueblo diverso pero unido en una sola bandera que es la de la Memoria, Verdad y Justicia, por los 30 mil desaparecidos y los más de 300 nietos apropiados que aún son buscados.
Nuestras Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, estuvieron al frente de una movilización que riega amor y siembra esperanza. Ellas no persiguen venganza sino justicia. Son una escuela de lucha y perseverancia, que es ejemplo en todo el mundo, con sus pañuelos como símbolos de que la única pelea que se pierde es aquella que se abandona.
Los intentos de humillar y denigrar a muchos sectores, por parte del gobierno nacional, no hacen más que sumar compromiso y militancia en esas mujeres y hombres quienes son golpeados día a día por sus políticas.
Será su triunfalismo ególatra el que poco a poco deteriore su relato; un castillo de naipes que tambalea por sus pilares de falacias.
Los vientos de la conciencia colectiva, serán más fuertes que los muros de la criminalización de la protesta social. Ninguna valla puede frenar a un pueblo con plena conciencia de sus derechos.
El camino de la unidad y el hecho de retomar nuestras luchas históricas serán nuestra fortaleza para trabajar por un país mejor, con justicia social, con igualdad de oportunidades, con Memoria, Verdad y Justicia.
Las fuerzas del pueblo están floreciendo nuevamente y los vientos de lucha soplan a nuestro favor.
* Máximo Brizuela es secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza (SiReLyF).
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