Desde hace muchos años la situación general de los activos y de los pasivos en la República Argentina se viene deteriorando día a día, producto de nefastas políticas aplicadas por gobernantes que apuntan a seguir usando como variable de ajuste a los trabajadores y jubilados. Con absoluta claridad se terminaron vulnerando derechos constitucionales de ambos sectores.
Pero esto se ha podido llevar adelante, principalmente, gracias a una inacción y falta de resistencia real de muchos sindicatos y de la C.G.T. nacional.
Si se hace un poco de memoria, se puede advertir que los enormes logros que alcanzó el movimiento obrero se alcanzaron debido a que los dirigentes sindicales eran respetados por el pueblo y por sus propias bases; su participación era activa y combativa; demostraban solidaridad y unidad; instalaban agenda a la clase política; los convocaban a la hora de tomar importantes decisiones; y en definitiva funcionaban como otro factor de poder en el país.
Con el devenir del tiempo, todo eso se ha ido perdiendo al punto tal, de que en ciertos casos se ha faltado el respeto a organizaciones gremiales que en el pasado fueron puntas de lanza en momentos difíciles de nuestra Nación y que tuvieron a los mejores dirigentes sindicales argentinos.
Se avanzó sobre sus Convenios Colectivos de Trabajo, sobre derechos y conquistas obreras que, a muchos de aquellos dirigentes gremiales, les terminó hasta costando la propia vida.
Hay dirigentes sindicales, que en los últimos años (incluyendo la C.G.T. Nacional), han sido verdaderos perdedores seriales de derechos de los trabajadores, algo que no solo resulta insólito, sino fundamentalmente inadmisible (recordemos la aprobación de la reforma jubilatoria, recorte salarial del 25% a trabajadores privados -suspendidos- avalado desde la C.G.T., y actividades con paritarias de hambre, entre otras).
Un sindicato tiene por función principal el defender los derechos, las conquistas, el propio Convenio Colectivo de Trabajo de los activos, y también defender a sus pasivos.
Pero también hay destacar que quedan muy buenos dirigentes sindicales que cumplen sus funciones como debe ser. Sus afiliadas y afiliados se sienten orgullosos de su conducción, con razones y fundamentos. Tienen gestión, logran paritarias dignas, defienden a sus delegados y trabajadores (hombres y mujeres), realizan capacitación, trabajan en la formación de nuevos cuadros, incorporan el uso de nuevas tecnologías, y defienden el propio Convenio Colectivo de Trabajo.
Los trabajadores y jubilados, queremos que los sindicatos en su totalidad cumplan su rol, que los dirigentes gremiales cumplan con las funciones para las que fueron votados, que tengamos una C.G.T. con una conducción a la altura de las circunstancias, y sobre todo, no queremos más a una dirigencia gremial perdedora serial de derechos.
Quienes no estén a la altura de las circunstancias (si no quieren o no pueden desempeñar su función con eficiencia), deberían dar un paso al costado y dejar ese lugar a quiénes sin lugar a dudas, sí lo harán.
Hoy la C.G.T. Nacional, necesita un conductor con experiencia, juventud, y por sobre todo que tenga el apoyo incondicional de las bases.
En ese sentido y dentro de este esquema, un dirigente que puede cumplir esa función (si se lo propone) es Pablo Moyano (Camioneros).
* Carlos Emanuel Cafure es abogado laboralista.
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