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Hernán Brienza: “Si no tuviera esperanza, pondría un kiosco”

Hernán Briensa y Eduardo Brandolín, en Diálogos Compartidos por Radio LyF.

Hernán Briensa y Eduardo Brandolín, en Diálogos Compartidos por Radio LyF.

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En un nuevo programa de Diálogos Compartidos, Eduardo Brandolín entrevistó al prolífico escritor, periodista y ensayista Hernán Brienza.

Eduardo Brandolín: —Has hecho de todo Hernán. ¿Cómo hiciste?

Hernán Brienza: —Te voy a ser sincero: tengo mucha rapidez para trabajar, pero en contra de la calidad del producto. Si yo tardara un poco más, el trabajo saldría mejor en términos de calidad, pero no lo puedo hacer. No veo mis errores, entonces necesito siempre un buen editor, alguien que me corrija. Escribo muy rápido, puedo llegar a tardar diez días en un libro. Es una ventaja y una desventaja al mismo tiempo.

Brandolín: —Has escrito biografías de John William Cooke, Mario Santucho, Nahuel Moreno, Emiliano Zapata, Camilo Torres, Farabundo Martí, Alfredo Palacios… Y los libros: El loco DorregoLos buscadores del Santo GrialValienteEl Éxodo JujeñoEl otro 17La democracia de los bárbaros yúltimo, Urquiza: el salvaje.  Yo lo empecé a leer y me atrapó esto de que parece una historia contada como un cuento.

Brienza: —Mi modelo de alguna manera es Manuel Gálves, que es un escritor que trabaja sobre historia. Yo creo, por ejemplo, que Felipe Pigna hace un trabajo histórico, también Pacho O’Donell. Si vos me decís cuál fue mi lugar para contar la historia, yo creo que tiene que ver con el pos-revisionismo, pero además con una fuerte impronta narrativa. Casi te diría que es una crónica periodística donde se pueden utilizar todos los recursos de la ficción para contar algo que sucedió. Todo tiene su fuente, yo no invento nada. Creo que los lectores agradecen eso, porque ya van varios que me dicen esto de que es como un cuento.

Brandolín: —En el secundario historia era una materia dura, porque te la hacían estudiar de memoria. Pero tuve un profesor que te contaba la historia como lo hacés vos y era atrapante. Uno se acuerda más de esa manera.

Brienza: —Todo tiene que ver con la poética, la poética como arte. Hasta la matemática es poética si te la explica Paenza. Si te la explica mi profesora de secundario, te querés cortar las venas en el baño del colegio. Estamos acostumbrados a que el conocimiento esté cercano al aburrimiento. Para mí es una fiesta. Por eso me parece que la historia tiene también una necesidad de ser contada desde algo que se asemeje al arte o a la literatura.

La historia tiene también una necesidad de ser contada desde algo que se asemeje al arte o a la literatura.

Brandolín: —Te saco un poquito de la historia. ¿Cómo ves el periodismo?

Brienza: —Yo creo que si las empresas de comunicación se dedicaran a hacer el periodismo que tanto proclaman, la realidad sería absolutamente diferente. Creo que no hacen periodismo, hacen operaciones de prensa constantemente, sobre todo los medios audiovisuales. Los medios gráficos también, pero el problema es que los medios audiovisuales ya están en una lógica de entretenimiento más que de información. La palabra información es muy interesante, porque puede ser “entrar información” o puede ser no-información. El prefijo in- es negativo, introductorio o negativo. Y yo creo que los medios de comunicación lo que hacen es no-formarte, es deformarte. Porque no te dan herramientas para que vos pienses, te dan eslóganes para que vos repitas. Cuando vos repetís, dejás de pensar.

Si las empresas de comunicación se dedicaran a hacer el periodismo que tanto proclaman, la realidad sería absolutamente diferente.

Brandolín: —¿Cómo hacés para contrarrestar eso?

Brienza: —El liberalismo conservador, los dueños de la Argentina o la clase dominante, “los que mandan”, como decía José Luis de Imaz en la década del ’60, tienen todos los recursos mediáticos y tienen los recursos económicos para hacer medios empresariales que reproducen la dominación de los sectores de los que mandan. Yo creo que la única manera real de confrontar ese monstruo comunicacional es generando comunicaciones alternativas. Pero estas tienen que tener fuerzas dinámicas y económicas que las acompañen, y esas fuerzas no pueden dejar de salir, por ejemplo, del movimiento obrero organizado, de los partidos políticos o de las pequeñas y medianas empresas. Ahí hay que hacer un bloque contra hegemónico, donde las formas dirigenciales sean lo más plurales posibles, pero lo suficientemente duraderas para poder enfrentar el aparato comunicacional de los dueños de la Argentina.

Briensa y Brandolín al finalizar la entrevista.

Brandolín: —Sí, fijate lo que está pasando hoy en el movimiento obrero. ¿Cuál es tu análisis?

Brienza: —Creo que las etapas históricas construyen a los hombres necesarios para llevar adelante esas peleas. Soy muy optimista y creo que algo va a surgir dentro del movimiento obrero que simbolice el momento histórico necesario. Creo que todavía no está presente, pero creo que cada momento tiene su emergente. Digo, así como fue (Saúl) Ubaldini en los ’80, como fue Tosco en Córdoba y como fue Espejo en la época del primer peronismo. Yo creo que esos personajes van surgiendo y explican también una época. El propio Moyano en los ’90 y en el 2000, sin dudas allí hay liderazgos que van surgiendo al calor del propio momento histórico.

Brandolín: —Hoy tenemos una contra muy grande. Lo que se le ha metido a la gente a partir de los medios hegemónicos, hace que en el caso del gremialismo seamos todos “negros de mierda” en el pensamiento de la mayoría de la gente.

Brienza: —Lo que pasa es que el macrismo va por los sindicatos, pero no por los sindicatos en el sentido de  “la purificación de los sindicatos”, viene por las conquistas sociales y el sistema del movimiento organizado.

El macrismo va por los sindicatos, pero no por los sindicatos en el sentido de  “la purificación de los sindicatos”, viene por las conquistas sociales y el sistema del movimiento organizado.

Brandolín: —Al llevarse puesto el modelo te llevan puesto todos los derechos. Creo que la gran discusión que debe darse el sindicalismo es ¿Hasta dónde estamos dispuestos a defender al modelo? En eso hay que estar dispuesto a todo, hay que salir a pelear con lo que se tenga, no hay alternativa.

Brienza: —Incluso creo que es el momento bisagra del gobierno de Macri. Yo no recuerdo a un presidente enfrentado al movimiento obrero organizado que haya salido ileso: Alfonsín con la Ley Mucci no pudo, tampoco De la Rua con la flexibilización laboral, y creo que el momento difícil de Cristina Fernández fue cuando se desentendió con un gran sector de los gremios. Claro, los que de alguna manera creemos saber desde el 11 de diciembre que esta fusiladora mediática y judicial que es el macrismo solamente trae represión y pobreza para las mayorías, estamos esperando ese momento. En algún momento tendrá que ser.

Brandolín: —Vos que has estudiado y profundizado en la historia mucho más que nosotros, ¿la grieta existió siempre?

Brienza: —Sí. La grieta la formaron ellos, con Civilización y Barbarie. Y no lo dice Sarmiento en el ’45, lo dice Julián Segundo Agüero en un texto en 1826: “No hay que permitir que Dorrego llegue al gobierno, porque en nuestra América la confrontación es entre la civilización y la barbarie. Y Dorrego es la barbarie”. Mientras haya gente que considere que el país está lleno de “negros de mierda”, no se pude construir la Nación, porque lo que siempre va a haber es “argentinos” y “negros de mierda”. Y esa Argentina blanca, europea y portuaria que mira para afuera, está todo el tiempo despreciando social, política y económicamente la estética de un país que en realidad es el verdadero país. Lo que pasa es que no tienen los recursos para imponerse a los dueños de la Argentina, “a los que

La grieta la formaron ellos, con Civilización y Barbarie. Y no lo dice Sarmiento en el ’45, lo dice Julián Segundo Agüero en un texto en 1826: “No hay que permitir que Dorrego llegue al gobierno, porque en nuestra América la confrontación es entre la civilización y la barbarie. Y Dorrego es la barbarie”.

Brandolín: —¿Tenés esperanza?

Brienza: —Si no tuviera esperanza, pondría un kiosko.

Brandolín: —Te agradezco un montón Hernán. Un programa más de Diálogos Compartidos.

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