La detención del creador y dueño de Agustino Cueros, el enigmático Gustavo Arce, sacudió la modorra judicial empresarial de Córdoba, que finalmente se resolvió a avanzar después de mucho tiempo, muchas denuncias, muchas pruebas y sucesivas causas, y contra quien hasta hoy era un verdadero intocable.
Por televisión vimos a un Arce esposado y encapuchado salir de su departamento en Nueva Córdoba donde fue detenido por orden del juez federal Nº2 Alejandro Sánchez Freytes. “Esta situación me sorprende”, respondió al ser abordado por la prensa, y adjudicó su detención a una persecución de parte de la Afip, tras señalar que había adherido al blanqueo de capitales diseñado a inicios de la gestión de Mauricio Macri.
Su destino inmediato fue la cárcel de Bouwer, por una causa que, según su instructor, el fiscal Gustavo Vidal Lascano, involucra “montos millonarios de evasión con algunas empresas que estarían vinculadas al señor Arce”. A ello se le suma una investigación por lavado de activos. “Hay personas detenidas, imputadas, alrededor de 9 o 10. Todas vinculados a este conglomerado de empresas”, indicó el fiscal.
SIN FICHA LIMPIA
No debería sorprender la detención de un hombre que es titular por sí mismo o a través de testaferros de un conglomerado de empresas, que entran y salen de actividad conforme a la evolución de las demandas y los juicios que le van ingresando a causa de las reiteradas estafas en las que incurre.
En esto conviene hacer un alto. Su prontuario no está limpio. En diciembre de 2001, Gustavo Arce fue condenado por la Primera Cámara del Crimen de Mendoza a 10 años de prisión, al hallarlo culpable de los delitos de asociación ilícita agravada, estafas reiteradas (101 casos), y estafas en grado de tentativa reiteradas (11 casos). Tuvo la suerte de que el gobernador Roberto Iglesias le condonara 4 meses de su condena, no por buena conducta, sino porque esa provincia sufría un terrible hacinamiento carcelario, y fue intimada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos a darle una solución a esa crisis.
Una vez en libertad, Arce -nacido en el noroeste cordobés- se afincó en la capital provincial y comenzó a montar sus empresas y también su círculo de poder.
La forma que halló para lograr un rápido crecimiento fue una millonaria campaña de publicidad y relaciones públicas, poniendo dinero en todos los canales televisivos, emisoras radiales, diarios y revistas locales, para ganar visibilidad y garantizarse de que no hablaran de él. No está del todo claro quién financió ese crecimiento. No tiene lógica que haya sido él.
Lo cierto es que su más recordado auspicio fue el del programa televisivo El Show de la Mañana, conducido por Lagarto Guizzardi, del cual fue su principal patrocinador hasta finales de 2018.
Más allá de eso, su dinero y sus obsequios -siempre de buen gusto y alta vanguardia- fueron generosísimos para vestir a periodistas locales, y también para celebrar canjes empresariales con multimedios que hasta hace muy poco se valían de esta conexión comercial para ahorrarse los regalos de fin de año a sus empleados. Cualquier periodista de La Voz del Interior y del Grupo Clarín puede dar fe de ello. Incluso el autor de este informe.
A eso se sumó su alta exposición en medios de Buenos Aires, motorizado primero por su sociedad (luego malograda) con Jorge Rial, y luego por su auspicio y apariciones frecuentes en el Bailando por un Sueño de Marcelo Tinelli.
MASACRE DE PROVEEDORES Y SOCIOS, Y FESTIVAL DE TESTAFERROS
Esta alta exposición mediática de Arce le retribuyó de forma exponencial. Su rápido nivel de conocimiento le valió que muchos empresarios e inversores se le acercaran con la intención de participar de su plan de franquicias. Fue así como Agustino Cueros logró abrir locales en los más selectos shoppings porteños, en los aeropuertos de todo el país, en capitales provinciales, y en ciudades del interior de Córdoba, entre otros lugares.
También le valió para imponer condiciones con proveedores de materias primas, que se veían entusiasmados por aportar sus cueros a la firma de confecciones que crecía sin límite por todo el país.
Lamentablemente, a todos les fue mal. Decenas de proveedores que nunca cobraron por sus mercaderías hoy le están reclamando por vía judicial el pago de las deudas. Caso concreto es el de la firma Donto, proveedora de este material clave para las confecciones, y por cuya demanda se entabla un juicio en el que Arce es defendido por su abogado Marcelo Touriño.
Otro caso emblemático es el de Miguel Branca, a quien Arce entusiasmó para el montaje y apertura de un lujoso local de Agustino Cueros en el Aeropuerto de Ezeiza, y a quien también estafó.
Pero también enfrenta cantidad de demandas laborales, por trabajo en negro, despidos injustificados, malos encuadramientos, mobbing o incluso acoso sexual. Uno de los casos testigos es el de la modelo puntana María Dolores Nellar, quien en 2018 lo denunció por haber condicionado su continuidad como modelo de la firma, a que se aviniera a tener relaciones sexuales con el propio Arce.
Otro de sus demandantes, es un ex empleado, José Miguel Nuñez, un talabartero a quien Arce en su momento señaló como el responsable del robo que sufrió la firma en marzo de 2011 y que fue detenido y allanado por la policía en esa misma fecha, pese a que luego se demostró su inocencia. En esa recordada causa, la versión más firme del episodio fue que se había tratado de un auto-robo orquestado por el propio empresario textil.
A todo ello se suma el hecho de haber usado a sus empleados, algunos de condiciones muy humildes, para que aparecieran ante el fisco como accionistas o directivos de las sucesivas firmas que fue creando. De ese modo, Agustino Cueros, Curtido Vegetal, Doménico, Tendencias Group, Caminos del Rey y varias otras empresas que fue abriendo y cerrando, aparecen en los registros de comercio como propiedad de gente que en realidad trabajaba en su taller o en sus oficinas. Algunos de los que debieron prestar su nombre fueron Gustavo Bonino, contador (y ahora investigado por Sánchez Freytes); José Altamirano, troquelador y en negro; Humberto Manattini, tesorero (ya fallecido); y Horacio Fiatti, carpintero, entre otros. Todos ellos hoy son pasibles de ser investigados como titulares de las empresas evasoras. Todo por obra de Arce.
LA OPERACIÓN MISILES
Pero sin dudas uno de los episodios más insólitos que protagonizó Arce fue la conspiración que dirigió y ejecutó para montar una operación contra el entonces secretario de Seguridad de la provincia, Diego Hak, que integraba la mesa chica del gobierno de Juan Schiaretti, tal como lo reveló en exclusiva ENREDACCIÓN el 31 de agosto de ese año.
En julio de 2018, Diego Hak debió renunciar acorralado por la difusión de una cámara oculta a su padre, Coco Hak, cobrando lo que se suponía era una coima pagada por el empresario de la noche Roberto Moyano. A eso se le sumó la difusión de un informe interno de la Policía de Córdoba, en el cual se registraba el supuesto faltante de más de 1500 armas en esa dependencia.
“Con esos dos misiles, chau, está afuera”. Esas fueron las palabras que usó el propio Arce un mes antes de ocurridos los hechos, cuando intercambiaba un mensaje de audio con el entonces comisario mayor Jorge “La Rosa” Gómez, donde le adelantaba el plan para voltear al funcionario.
“Necesitaba hablar con vos en privado, Jorgito, por algo importante. Bah, si todavía seguís con la idea de terminar con este personaje que… con el… con el Dieguito, ¿viste?”, le dice Arce al comisario Gómez.
En ese audio le comentaba sus planes para voltear a Hak, le anticipaba que un comisario amigo robaría una documentación en la central (el comisario José Alejandro “Pepe” Juárez), y que la operación se lanzaría de inmediato. “La va a hacer Touriño el viernes o el lunes”, anunció Arce desde una posición absoluta de dominio sobre lo que sucedería al pie de la letra sólo días más tarde.
La veracidad de la autoría del audio quedó luego certificada por el propio Arce, cuando le envió una Carta Documento al autor de este informe, intimándolo a que “cese de inmediato” lo que considera una “campaña difamatoria” en su contra. Y lo más importante: acusaba al periodista de estar empleando “audio obtenido ilegalmente”, a lo que considera un “hecho típico consistente en violación de secretos y de la privacidad”.
Hoy la impunidad de Arce parece haber llegado a su fin. Es posible que se activen las decenas de causas que tiene acumuladas en su contra y frenadas en la justicia por algunas de esas “fuerzas ocultas” que parecen tener más poder que toda la jurisprudencia y los códigos vigentes.
¿Se habrá quedado sin alguien que lo protegía? Es probable. Habría que ver qué actores de peso de la política de Córdoba antes estaban y ya no están. Quizás allí comenzará a desentramarse un laberinto, en el que, hasta ayer, el intocable Arce, jamás podría haber actuado en soledad.