En la madrugada del 16 de agosto fue detenido el principal Carlos Zárate. Hacía 17 horas que había estacionado su Ford Fiesta Azul en la playa para el personal, ubicada entre los módulos MX1 y MX2. Una llamada “anónima” advirtió a las autoridades de ese complejo, que en el vehículo de Zárate había drogas. Fue entonces que se convocó al Grupo Especial Antinarcóticos y Requisa (GEAR) del Servicio Penitenciario de Córdoba, que concurrió con un can adiestrado y junto al coordinador del Tribunal de Conducta Policial y Penitenciario.
“¿Vos tenés un Fiesta Azul?”, le preguntó Ramón Alberto Sayavedra, director del establecimiento. Ante la respuesta afirmativa de Zárate, el jefe lo terminó de informar: “Te lo quieren requisar”.
Zárate comienza su relato. “Yo busco la llave, y mientras íbamos caminando hasta la playa, le comento al jefe que tenía una plata en la guantera”, cuenta en diálogo telefónico con ENREDACCIÓN, mientras se halla detenido en el mismo complejo donde hasta hace 15 días tarbajaba.
Sayavedra fue a buscar a un testigo, y cuando Zárate llegó hasta el lugar, había dos camionetas estacionadas en dirección a su auto, con las luces encendidas para poder iluminar un sector que de otra manera se hubiera encontrado bajo plena oscuridad.
“Yo le pregunto al jefe si había alguna orden de la fiscalía para requisar el auto”, cuenta Zárate. Siempre según su versión, su superior le contestó que se hacía el procedimiento porque habían recibido “un llamado anónimo”, sin mayor precisión que ésa.
Pese a la ausencia de orden judicial, el oficial penitenciario asegura que permaneció tranquilo. “Facilité el operativo porque yo no tenía nada que ocultar”, dijo, y es por eso que entrega las llaves de su vehículo. “Ellos ingresan, sacan la plata de la guantera que yo les avisé y no encuentran nada más”.
Pero inmediatamente -continúa Zárate-, el can adiestrado “golpea con una de sus patas el guardabarros y cae de adentro un envoltorio con droga que estaba adherido con un imán a la chapa”. Allí terminó el operativo. Zárate quedó detenido por la Fuerza Policial Antinarcotráfico, que fue convocada después del hallazgo.
El episodio fue esa misma mañana puesto en conocimiento de ENREDACCIÓN, que publicó la noticia sobre el procedimiento varias horas antes de que al propio Ministerio de Justicia lo diera a conocer mediante un escueto comunicado de prensa. En el mismo señalaba que el hallazgo se dio “producto de una investigación llevada adelante por el personal penitenciario”.
Denuncian “cama”
Noelia Maldonado está sentada frente al periodista de este medio, en un bar de Humberto Primo y Cañada. No es otra que la esposa del penitenciario detenido. A su lado se encuentra Juan José Zárate, su cuñado, también penitenciario (retirado). Ellos no tienen dudas: “A mi hermano le hicieron una cama”, dice Juan José.
Lo que en un primer momento había sido percibido y comunicado como un procedimiento sin fisuras, comenzó a mostrar claroscuros a medida que se fueron conociendo algunos de sus detalles. Como ser, que la requisa no fue ordenada por ningún fiscal, que se hizo en un horario muy poco frecuente para este tipo de procedimientos -y también muy poco práctico-, y que la droga fue encontrada en el exterior del auto y no en su interior.
A él ya le habían dicho que se le venía una cama, pero nunca le dio mucha importancia. Los mismos compañeros le decían que se cuidara, pero nunca se pensó que sería algo así”, sostuvo Noelia Maldonado, esposa del detenido.
En esas dudas es que se paran el hermano y la esposa de Zárate, quienes aseguran que al hoy detenido penitenciario “se lo quisieron sacar de encima”.”Mi hermano era jefe de Operaciones en esa guardia, y tenía a su cargo personal al que él podía asignar funciones o pedir traslados a otros destinos”, cuenta. En ese marco -y siempre según la versión de los familiares- el conflicto se habría dado cuando solicitó el traslado de un suboficial ayudante Walter Ponce. “Resultó que era un protegido de Sayavedra, el director del establecimiento”, contó el hermano, apuntando a lo que no dudó en llamar “bandas penitenciarias”, que se encargarían, según su explicación, de administrar y asegurarse beneficios tales como servicios adicionales, destinos, comodidades laborales, entre otras cosas.
“A él ya le habían dicho que se le venía una cama, pero nunca le dio mucha importancia”, completa Noelia, la esposa del detenido y madre de sus cuatro hijos. “Los mismos compañeros le decían que se cuidara, pero nunca se pensó que sería algo así”, sostiene la mujer.
De hecho, luego de la detención, Noelia y Juan José se reunieron con compañeros de Zárate, quienes les advirtieron sobre cómo se había dado la situación y aseguraron sentir miedo de que les hicieran algo similar. “Me está llevando todos los días mi mujer a Bouwer, por miedo a que me embagallen”, es la frase que se escucha con claridad de una conversación grabada y posterior al episodio de la que participaron el hermano de Zárate, su mujer y otro empleado penitenciario. Allí se percibe de forma palmaria el miedo del otro empleado a sufrir una situación similar.
También los familiares de Zárate brindaron su explicación acerca de los 55 mil pesos que fueron secuestrados de la guantera del vehículo. “El 14 de agosto, dos días antes de la detención de mi marido, nos quisieron entrar a robar a mi casa en Villa El Libertador”, señaló Noelia. “Esa plata me la había prestado mi cuñado para terminar de pagar un auto que íbamos a poner como taxi”, explicó. Ante la posibilidad de que ese dinero fuera robado, decidieron que “lo más seguro era que se la llevara en el auto a Bouwer”. Y fue por eso que Zárate advirtió antes de la requisa, que en la guantera encontrarían esa suma.
“Proceder llamativo”
Quien está a cargo de la defensa de Carlos Zárate es el abogado Alejandro Dragotto, el cual advierte “algunas circunstancias que hacen verosímil esta sospecha de que haya sido droga plantada, por una diferencia entre Zárate y cierto grupo del SPC”. Es por eso que el abogado pidió la declaración de algunos funcionarios penitenciarios “para que aclaren cuál fue el protocolo de acción luego de haber sido anoticiados de la probable existencia de droga en el vehículo de un guardiacárcel”.
Tampoco se tiene certeza de dónde vino el llamado anónimo que advirtió sobre la situación, a qué hora fue, quién lo recibió y ni si quiera si realmente existió, según plantea en su defensa. En ese marco, Dragotto considera que hubo un “proceder llamativo” al realizarse el operativo durante horas de la noche. “En ese lugar y en ese momento no hay posibilidad de captar por las cámaras si hubo movimientos previos, si le han plantado o no algo”, sostuvo.
No podemos saber si eso estaba ya de antes, pero sí sabemos que en ese lugar pudo perfectamente ser colocada por alguien sin que quede ningún registro. No quedaría ninguna duda si la sustancia hubiera sido encontrada en el interior del vehículo”. Alejandro Dragotto, abogado defensor.
También se pregunta por la potestad del grupo GEAR para actuar sin control jurisdiccional. “Entiendo que pueden hacer procedimientos de rutina y de registro o requisa en las celdas de los internos y en el interior del establecimiento”, argumentó, señalando que “si supuestamente se había denunciado la conducta de un empleado que presumiblemente estaba cometiendo un delito, no eran ellos los que deberían haber actuado sino la Justicia”. En esa tesitura, entiende que de haber habido una investigación previa, no era ese grupo especial el que debió actuar.
Otra cuestión que objeta es el lugar de hallazgo de la droga: “Cuando se da el procedimiento en presencia del propietario del vehículo, el perro hace una marcación activa en la rueda y al tocar con una de sus patas cae un envoltorio adherido. No podemos saber si eso estaba ya de antes, pero sí sabemos que en ese lugar pudo perfectamente ser colocada por alguien sin que quede ningún registro. No quedaría ninguna duda si la sustancia hubiera sido encontrada en el interior del vehículo”.
En algún punto el planteo tiene su asidero. Un envoltorio que cayó con facilidad después del golpe dado por un animal, difícilmente pudiera haber hecho todo el trayecto desde Villa El Libertador hasta Bouwer sin en el camino haber corrido la misma suerte.
Si bien es grave que un guardia lleve droga a las cárceles, mucho más grave sería que si por una cuestión interna de la institución, alguien no trepide en incriminar de esa manera a un oficial plantándole droga. Estaríamos frente a una situación escandalosa”. Alejandro Dragotto, abogado defensor.
Consultado por este medio, el fiscal de Lucha contra el Narcotráfico Sebastián Romero, a cargo del caso, evitó pronunciarse de modo específico sobre la investigación, pero “en términos generales” sostuvo que el GEAR puede realizar requisas genéricas preventivas y también algún otro tipo de acciones, “que deben ser con orden judicial”. No obstante, señaló que el Código Procesal Penal, y según las circunstancias del caso, “admite algunas requisas urgentes”.
El funcionario a cargo de la investigación adelantó que en los próximos días se sumaría esta causa al plan piloto de audiencias orales que lleva adelante el Ministerio Público Fiscal, con el fin de resolver con prontitud la situación procesal de Zárate. “Probablemente sea la semana que viene”, estimó.
Para Dragotto, la decisión que tome el fiscal será de enorme trascendencia: “Si bien es grave que un guardia lleve droga a las cárceles, mucho más grave sería que si por una cuestión interna de la institución, alguien no trepide en incriminar de esa manera a un oficial plantándole droga. Estaríamos frente a una situación escandalosa”.
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