Cada tanto, Graciela Ramos se deshace de cajas y carpetas de archivos que se acumulan en su casa. Cuenta que en una de esas “limpiezas”, un recorte de diario sobre el incendio de una fábrica de camisas, ocurrida en Manhattan el 25 de marzo de 1911, en el que murieron 129 trabajadoras, apareció en sus manos y reactivó su interés sobre el hecho y la lucha de las mujeres por sus derechos. Creyente de las causalidades, no le adjudicó azares al hallazgo y a partir de allí, múltiples preguntas la orientaron en su investigación.
¿Por qué se eligió ese hecho trágico para conmemorar el Día de la Mujer en el mundo? ¿Por qué ocurrió el incendio? ¿Fue negligencia? ¿No hubo manera de salvar la vida de esas mujeres y niñas? “Siempre tengo una pregunta sin respuesta y de ahí salen los libros: por qué sucedió, por qué se dio de esa manera y no de otra”, comenta la autora cordobesa. Así el incendio y la huelga de las trabajadoras se convirtió en el corazón de su nueva novela Las tejedoras de ilusiones. Siguiendo una lista de inquietudes sobre cómo era la vida de las mujeres trabajadoras e inmigrantes a principio del siglo 20 en Estados Unidos, recorrió con Google Earth las calles de Nueva York y pasó por la Isla Ellis, conocida como la Isla de la Lágrimas. Entre esas caminatas virtuales, sus lecturas la pusieron también frente a la figura de Clara Lemlich, una de las líderes de la protesta, y a La Mano Negra, quienes dieron origen a la mafia italiana en Manhattan. “Son anteriores a Don Corleone o El Padrino”, explica.
Aunque cambie el contexto histórico, las protagonistas de sus historias siempre son mujeres luchadoras, trabajadoras e inmigrantes que se enfrentan a su destino. “Me gusta poner luz en esos espacios donde muchas de ellas facilitaron las cosas para nosotras hoy, pero no son recordadas. En mi novelas no están las mujeres famosas, no aparecen las Ocampo”, sostiene. En este caso, no es la excepción y cuenta la vida de Giuseppina y Raffaella, dos hermanas huérfanas que dejan su pequeño pueblo italiano para intentar una nueva vida en Argentina, pero por un malentendido con los pasajes terminan embarcadas hacia Norteamérica. “Cuando comencé con este tema de la lucha social de las mujeres en Manhattan fue un déjà vu, porque la huelga de las camiseras se parece bastante a la huelga de las escobas, salvando las distancias, siempre estamos ahí”, asegura.
La migración también es parte de sus narraciones. En general está Italia presente, porque ella es descendiente de piamonteses y se pregunta si tendría que viajar al país de sus ancestros para cerrar el círculo familiar o si será tarea de sus hijos. “Es un tema que me desvela y hoy en el mundo es muy importante, que uno quizá no lo ve o lo ve de costado. Es una parte de la historia de la humanidad, lo que pasó y lo que pasa. Siempre me pregunto por qué una persona migra, vale más el progreso, el amor, el futuro. Es un temática que me preocupa, me gusta e investigo constantemente”, comenta.
El libro está divido en doce partes, “porque cada una es como la punta de ovillo para aquellas personas que le interesa seguir averiguando sobre algunos de los puntos que abordé”, señala desde Villa Allende donde además está al frente de la Dirección de Cultura Municipal.
Confiesa que sus investigaciones no tienen punto final, “no terminan nunca”. Por eso, ya se encuentra escribiendo la segunda parte de Las tejedoras de ilusiones y, al mismo tiempo, desarrolla un nuevo proyecto, del cual no puede adelantar más que la época: transcurre durante 1800 fuera de Argentina.
RAMOS DE LIBROS
En el transcurso de once años, Graciela publicó siete novelas. Empezó con la guerra civil argentina como escenario en Malón de amor y muerte. Después, se trasladó a los albores de 1810 con Lágrimas de la Revolución En su tercer libro, La Capitana se fue algunos años antes, ubicándose durante el Virreinato del Río de la Plata.
Con Los amantes de San Telmo, luego de la epidemia de fiebre amarilla en 1870, habla del cruce cultural entre inmigrantes italianos, los criollos y de los pueblos originarios expulsados por Roca. Siguen La boca roja del Riachuelo y La patria de Enriqueta, las cuales transcurren en las primeras décadas del siglo XX, mientras que en Hijos de las sombras se animó a los 70.
—