Hasta un “no lugar” como un aeropuerto le sirve de escenario a Felipe Pigna para contar una historia sobre la historia, aquellas que le sacan el polvo al pasado y convierten a los próceres en superhéroes. Mientras esperaba embarcar su avión en Bahía Blanca, luego de presentar su último libro –La vida por la patria. Una biografía de Mariano Moreno- ENREDACCIÓN habló con él para viajar en el tiempo.
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El próximo 5 de diciembre, el historiador se presenta junto con el filósofo Darío Sztajnszrajber en la charla Preguntas de la filosofía y la historia (Ver Agenda), en la cual abordan temas fundamentales de sus disciplinas y también para todos los seres humanos: El amor, la muerte, el poder y la religión. “En general, la gente se lleva bien con estos conceptos, salvo con la muerte, que evidentemente genera un shock pensar en ella. Nosotros la planteamos como una esencia de la vida, del buen vivir, tener presente la muerte como límite nos tiene que ayudar a disfrutar la vida. Y además, la vemos cómo ha sido utilizada en las distintas creencias como un elemento del terror, que es lo que hay después de la muerte, la otra vida, es una manera de acercamiento a una religión que desde lo humano es imposible”, explica el ganador del Premio Konex 2017 a la divulgación científica.
¿Cómo se llevan los personajes de la historia, como San Martín y Belgrano, con la muerte?
Una relación muy particular, estaba en juego todo el tiempo. En el caso del General José de San Martín doblemente, porque era una persona con muchísimos problemas físicos, grandes males como artrosis, asma, y ulcera, había un riesgo de muerte médica; y obviamente el riesgo por su función militar. San Martín combatía en la primera línea, participó en su vida de más de 35 combates cuerpo a cuerpo. Así que había una relación muy cercana, ya desde la niñez, a los 13 años va de voluntario en el cuerpo de Granaderos en el norte de África, que es su debut militar, y en un cuerpo riesgoso y temerario, con una tarea en el límite entre la vida y la muerte, porque era el encargado de los explosivos. Ese es el primer eslabón de su carrera militar.
San Martín, a los 13 años va de voluntario en el cuerpo de Granaderos en el norte de África, que es su debut militar, y en un cuerpo riesgoso y temerario, con una tarea en el límite entre la vida y la muerte, porque era el encargado de los explosivos. Ese es el primer eslabón de su carrera militar.
¿Y con el amor?
Hay ejemplos que me parecen muy fuertes, como el de Mariano Moreno y Guadalupe Cuenca, que lo cuento en el último libro. Hay un amor muy fuerte entre ellos, que sobrevive a la muerte de alguna manera, porque Guadalupe le escribe ignorando que él ya está muerto, en ese viaje que emprende a Londres. Al no recibir cartas durante un mes se alarma y le empieza a escribir, primero en un tono reclamante, porque piensa que está en Londres engañándola con alguna inglesa, como le dice. Después entra en una etapa de mucha duda, muy dura. Son cartas hermosas, de un enorme amor, donde uno advierte que es un amor claramente correspondido, porque nadie reclama lo que nunca existió, entonces ella utiliza un lenguaje tremendamente amoroso y muy audaz para la época, donde las mujeres poco podrían decir, o habilitadas a expresarse muy poco en el terreno del amor, y ella en una carta le dice que lo extraña en la cama, lo que habla de una mujer muy particular, moderna y enamorada. Además de esas catorce cartas, hay una segunda parte donde habla mucho de política, ella le pasa una especie de reporte de cómo está la situación en Buenos Aires, de cómo está perdiendo la revolución. Son cartas impresionantes que hablan de un amor muy especial y de un compañerismo en cuanto a las ideas y prácticas políticas.
¿Por qué fueron silenciadas sus posiciones políticas?
Porque son personas de una enorme actualidad, sus ideas siguen teniendo una vigencia muy fuerte y siguen incomodando. En el caso de Moreno, a 206 años de su muerte, uno lee los textos y son de una actualidad impresionante. Creo que lo que incomoda de estos tres personajes (Moreno, San Martín y Belgrano) es una actualidad y una modernidad en sus pensamientos y escritos.
¿Qué cordobés considerás que impactó en la historia nacional?
Hay muchos. Se podría pensar en el General Paz. “El manco” era un tipo increíble de las filas unitarias. El General Bustos, en las federales, que es uno de los pocos que atiende el llamado de San Martín después de Guayaquil para terminar la guerra. También el Deán Funes, un personaje tremendamente contradictorio, pero muy interesante; y más contemporáneamente, Agustín Toco, un ejemplo de sindicalista al que uno añora.
Hay un concepto errado, muy portuario, de que la historia nacional es aquella que ocurre en Buenos Aires o en vínculo con Buenos Aires, y la historia de Córdoba es nacional, la de La Rioja es nacional.
¿Te gusta que te cuenten ó solo contar?
Me encanta. Una de las cosas que disfruto mucho en los viajes, que tengo la suerte de recorrer el país, es que la gente me cuente historias de cada lugar. Me acercan libros de la historia local, que para mí no existe, la historia es nacional, todo el territorio es nacional, pero hay un concepto errado, muy portuario, de que la historia nacional es aquella que ocurre en Buenos Aires o en vínculo con Buenos Aires, y la historia de Córdoba es nacional, la de La Rioja es nacional. Se ha logrado instalar esa idea de que la historia es nacional y regional, creo que es un grave error. Me interesa mucho que me cuenten historias, tiene que ver con la infancia y el gusto de escuchar narraciones, mi papá Gabriel era un gran contador de historias, y era Director de Cultura en una localidad bonaerense, entonces luego de los espectáculos venían artistas a casa, como Mercedes Sosa y Juan Falú. Yo tenía 5 años y era una placer escuchar después de la cena esas historias tan bien contadas, era fantástico.
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