El clima es de fiesta total. La alegría viene de todos los rincones de Colombia a concentrarse en la Plaza Simón Bolívar. La gente está haciendo larguísimas colas desde temprano para ingresar y ocupar los mejores lugares. Hay campesinos, indígenas y afrodescendientes con sus trajes típicos; grupos que vienen desde la Amazonia y que han debido hacer largos trechos en canoas hasta arribar a un colectivo, desde el Chocó abandonado por la mano de los dioses, pero más de sus gobernantes; desde la conflictiva región del pacífico hasta la Guajira y la costa del Caribe. Jóvenes y viejos, negros, blancos y mestizos, hombres y mujeres, con carteles con leyendas que hablan de las aspiraciones de este pueblo. Banderas de Colombia, vinchas, ponchos y enseñas que identifican a los del Pacto Histórico y a los demás partidos que lo integran. La ansiedad por tenerlo a Petro de presidente y a Francia de Vice no se puede contener.
Finalmente el momento llega. En la plaza y cuadras aledañas no cabe un alfiler al igual que en las plazas de ciudades y pueblos en todo el territorio que lo sigue por pantallas gigantes. Dicen los memoriosos que es la segunda vez en la historia que se hace una jura al aire libre, pero esta vez es más masiva, multitudinaria, más alegre y participativa. Cuando se hacen presentes los nuevos mandatarios la multitud corea: “Petro amigo, el pueblo está contigo”, “No más Uribe”, “No más guerra”, “El que no salta es un infiltrado”.
LA ESPADA DE BOLIVAR
El presidente del senado Roy Barrera, hace un potente discurso ante la Asamblea Legislativa y procede a tomarle juramento a Gustavo Petro quien se convierte así en el nuevo presidente de Colombia. Y aquí ocurren dos hechos de tremendo simbolismo: quien le coloca la banda presidencial es nada más y nada menos que María José Pizarro, hoy senadora, hija de Carlos Pizarro, último jefe del M19 y que fuera asesinado mientras hacía la campaña como candidato a presidente por la Alianza Democrática M19, luego de los acuerdos de paz que se hicieron con el gobierno de Belisario Betancourt. El presidente del Senado la convoca con estas palabras: “llamo a una hija de la izquierda, a una hija de la historia, esa historia que fue interrumpida por las balas asesinas…”.
El otro hecho potente, ocurrió siendo ungido ya presidente, y antes de tomarle juramento a su vice Francia Márquez, en su carácter de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, ordenó: “le solicito a la casa militar traer la espada de Bolivar, una orden del mandato popular y de este mandatario”. Petro varios días antes había gestionado la presencia de la espada ante el pueblo al momento de la jura y habiéndose ya tomado todos los recaudos, Iván Duque, intempestivamente negó su salida de la Casa de Nariño, residencia presidencial. La ceremonia se interrumpió durante media hora y allí quedó Francia con la mano levantada. El hecho fue un gesto de poder. Fue decir: ahora soy el presidente y ejerzo el mando, pero también al igual que la presencia de María José Pizarro, que llevaba en su espalda el retrato de su padre, fue la reivindicación de su pasado guerrillero, de su historia de lucha, ya que el robo de la espada de Bolívar, fue el primer hecho propagandístico del M19. Cuando la robaron de la Quinta de Bolívar, donde en ese tiempo estaba, dejaron –según el historiador Arnovy Fajardo– una nota que decía entre otras cosas “su espada rompe la telaraña del museo y se lanza a los combates del presente, pasa a nuestras manos, a las manos del pueblo en armas”. Cuando llegó la espada -ante la mirada y el gesto colonialista del irrespetuoso y soberbio rey de España -la multitud explotó: “Alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina”. Luego Petro destacó la importancia de ese símbolo: “Llegar aquí junto a esta espada, para mí, es toda una vida, una existencia, esta espada representa demasiado para nosotros y para nosotras y quiero que nunca más esté enterrada, que nunca más esté retenida, que solo se envaine como dijo el libertador, cuando haya justicia en este país, que sea del pueblo, es la espada del pueblo y por eso la queríamos aquí, en este momento y en este lugar”. Finalmente pudo tomarle juramento a Francia quien también dejó su mensaje: “juro por mis ancestros y ancestras hasta que la dignidad se haga costumbre”.
LA MULTITUD ENCENDIDA
Pero no solamente esos hechos cargados de simbolismos mostraban que comenzaba una nueva etapa histórica en Colombia, tanto Roy Barreras como luego Gustavo Petro lo dijeron con todas las letras. El presidente del senado afirmó enérgicamente “… y por primera vez en estos doscientos años de vida republicana, señores gobernantes de América Latina y señores gobernantes del mundo que nos escuchan, en esta tierra, por primera vez un gobierno progresista, de izquierda democrática ha llegado a Colombia, esto tiene un significado histórico enorme, es una ruptura es un quiebre de la historia. Por supuesto el reclamo, el dolor, la indigencia y la pobreza convivieron siempre con las hegemonías, con los estados insuficientes, con los grupos de poder que todo lo aliviaban con paliativos sociales que calmaban conciencias, pero no calmaban el hambre, ni el desempleo ni la informalidad, ni la inequidad”.
Por su parte Petro, dejó también en sus palabras, gestos y claves que revelaron las ambiciones y propósitos que animarán su gobierno y esencialmente quienes serán los principales beneficiarios de sus políticas. Al dispensar, al inicio de su discurso, los saludos a las autoridades e invitados presentes, la multitud respondía en algunos casos con una ovación. De los mandatarios presentes quien recibió la mayor fue Gabriel Boric de Chile y luego Luis Arce de Bolivia. Para otros hubo un significativo silencio. Pero el mayor pronunciamiento de la gente fue cuando Petro mencionó a sus “invitados especiales”: Un pescador del Tolima, una líder juvenil del Chocó, una barrendera del aseo de Medellín, un cafetero de Caldas, un silletero de flores de Antioquia, y una vendedora ambulante del Chocó. Asimismo levantó una fuerte ovación cuando mencionó a los líderes sociales y al pueblo de Colombia.
Hemos analizando lo que podía suceder en las elecciones presidenciales en Colombia, citando a García Márquez, que cerraba su obra maestra diciendo “Las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad” como metáfora de la situación de Colombia y finalizábamos sentenciando: “Una Latinoamérica unida y fuerte como uno de los centros de poder económico y político deberá emerger para discutir el poder en (el) mundo sin ningún tipo de vasallaje y en eso será fundamental la capacidad de combate de los movimientos populares. En eso consiste un cambio histórico. De lo contrario habrá que resignarse al destino de Macondo que no tuvo una segunda oportunidad.” Ni se nos ocurre pensar que Gustavo Petro nos haya leído, pero nos alegra ver que también él coincidentemente eligió esa expresión para resaltar que empezaba aquí otra historia en Colombia: “Los colombianos y las colombianas hemos sido enviados muchas veces a la condena de lo imposible, a la falta de oportunidades, a los no rotundos (…) quiero decirles a los que nos escuchan en toda Colombia, que hoy empieza nuestra segunda oportunidad”
PAZ, JUSTICIA SOCIAL Y JUSTICIA AMBIENTAL
Comenzó con el tema de la paz: “Cumpliremos el acuerdo de paz, seguiremos a rajatabla el informe de la Comisión de la verdad que nos cuenta de muertos…800.000 muertos por la violencia, no podemos seguir en el país de la muerte, tenemos que construir el país de la vida…convocamos a todos los armados a dejar las armas, a aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz”. Y sin mencionar a EE.UU. lo hizo responsable del fracaso de la lucha contra las drogas, sustrato de la violencia en el país: “la paz es posible si se cambia la política contra las drogas, la guerra contra las drogas por una política fuerte de prevención contra el consumo en las sociedades desarrolladas. La guerra contra las drogas fortaleció las mafias y debilitó los estados, la guerra contra las drogas ha llevado a los estados a cometer crímenes, nuestro estado ha cometido crímenes. Nos quieren apoyar en la paz dicen en todos los discursos, pues que cambien la política antidrogas que está en sus manos”.
Puso especial énfasis en superar la pobreza, el desempleo y la desigualdad: “El 10 % de la población colombiana tiene el 70% de la riqueza, es un despropósito y es una verdadera amoralidad, no naturalicemos la desigualdad y la pobreza….somos una de las sociedades más desiguales en todo el planeta Tierra, es una aberración que no podemos continuar si queremos ser una nación si queremos vivir en paz”. Afirmó el rol del Estado en la distribución del ingreso; la igualdad de la mujer y la superación de la violencia que será otro de los objetivos de su gobierno destacando el rol que tendrá en ese aspecto la vicepresidenta Francia Márquez. En el terreno económico puso su acento en la reforma tributaria donde pagarán más los ricos, en el fortalecimiento del mercado interno, la industria nacional, la economía popular y el desarrollo de la pequeña y mediana producción agropecuaria: “…A partir de hoy todos los bienes en extinción de dominio pasaran a ser la base de una nueva economía productiva administradas por las organizaciones campesinas (ovación), por las cooperativas urbanas de jóvenes productivos y por las asociaciones populares femeninas”. También la educación y la salud para todos y todas tuvo su destacado; especial preocupación expuso por el calentamiento global y la crisis ambiental, propugnando dejar al energía del carbón y del petróleo y desarrollando energías limpias y sustentables. En ese sentido propuso que el FMI acepte canjear deuda por inversiones en materia ambiental. Por último dirigió un mensaje a Latinoamérica : “ …Es hora de dejar atrás las diferencias para trabajar juntos, que es mucho más lo que nos une que los que nos separa (…) Si actuamos juntos la voz de América Latina se escuchará en el concierto de los pueblos del mundo…pero la unidad no puede ser una retórica, un mero discurso…” Y enunció algunos ejemplos de emprendimientos comunes en materia energética, de salud y tecnología. Finalmente esas definiciones las terminó sintetizando en un decálogo de gobierno y su compromiso.
EL FUTURO NO ESTÁ ESCRITO
La decisión y convicciones, mostrada no solamente por Petro y Francia, y la energía que emana del pueblo que lo acompaña, abre un camino de esperanza no solamente para Colombia, sino para Latinoamérica y el mundo. Su liderazgo y sus proyectos pueden apuntalar un cambio definitivo en la región, que le dé mayor sustento y posibilidades a las iniciativas nacionales y populares para que nunca más el neoliberalismo vuelva a ser opción en ninguno de nuestros países. No será fácil ni de un día para el otro, ni sin lucha, pero el cambio histórico en Colombia, inclina los platillos de la balanza del poder en la región y pone en cuestión los planes del imperio para Latinoamérica. En una excelente entrevista que le hizo el diario El País de España, cuando apenas había sido electo, sentencia Petro: “Si fracaso las tinieblas arrasarán con todo” pero como dijo en el cierre de su discurso de posesión negando esa posibilidad: “Nuestro futuro no está escrito, somos dueños del esfero (1) y del papel y podemos escribirlo juntos”. Para la suerte de Colombia y de Latinoamérica.
(1) bolígrafo.
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