“Entre la peperina y el clonazepam” una pieza teatral para hablar de la vejez y las enfermedades desde otra óptica. Foto: Gentileza.
Los aplausos que recibe el Dr. Carlos Presman por su actuación son para él como pescar la trucha más grande del río. La satisfacción que le da el teatro es equivalente al placer que le da tirar la caña, dar clases en la Universidad Nacional de Córdoba o atender en su consultorio. “Me producen idéntica alegría, no las veo incompatible ni las vivo como si lo fueran. Mientras pueda satisfacer mi deseo de llevar adelante estas actividades, lo voy a mantener así”, le dice a ENREDACCIÓN luego de colgar el delantal de médico tras una larga jornada laboral.
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Cuando era adolescente quería ser como Tato Bores, pero por mandato paterno en vez de convertirse en actor cómico, estudió medicina y se dedicó a la docencia. A los de tres meses de recibirse, su padre falleció por lo que no lo vio subirse al escenario ni tampoco desempeñarse como docente universitario. Hace dos años ganó el concurso de la cátedra Medicina I en el Hospital de Clínicas y la titularidad fue la excusa para animarse actuar. Le brota una carcajada ante la pregunta si se siente actor profesional, porque confiesa que no aspira serlo. “Es como si tu médico anda en bicicleta o juega al paddle y tiene la posibilidad de participar en un concurso como aficionado. No sería actor full time”. Además, hizo radio con Los Galenos y escribió los libros Ni vivo ni muerto, Letra de médico (tomo 1 y 2) y Vivier 100 años, y espera la edición de un nuevo material con textos de él y dibujos de Carlos Alonso.
Dice que a la gerontología desembarco un poco por azar. “Trabajaba con PAMI y en mi casa siempre se decía “si te dan limón hace limonada”. Como atendía quinientos personas mayores por día, me dije hagamos algo atractivo con esto y empecé a ver novelas de vida en lugar de ver “viejos”. A partir de allí, me fui involucrando cada vez más con esta problemática mundial: la medicina se ha geriatrizado, la mayor demanda es de adultos mayores”.
En cambio, su encuentro con José Luis Serrano, el creador de “Doña Jovita” fue pura causalidad. Luego de reírse con ella en el teatro, empezó a dar clases con el personaje como un modo de envejecimiento saludable. Al tiempo, el Centro De Promoción Del Adulto Mayor (CEPRAM) los convocó para dar una charla conjunta en el Teatro Real. “Decidimos jugar a una consulta médica teatralizada, improvisando. José Luis se puso en el cuero de su madre, que falleció con más de 90 años, y se dio una situación muy emotiva de reír y llorar. De ahí me propuso que hiciéramos una obra”.
El Dr. Presman y Doña Jovita durante una función. Foto: Gentileza.
Así nació Doña Jovita. Entre la peperina y el clonazepam, que a dos años de su estreno sigue siendo un éxito de la cartelera teatral de Córdoba. Se presentan esta noche y mañana en Teatro Ciudad de las Artes.
¿Qué te pasa por el cuerpo antes de la función?
Las primeras veces me pasa lo mismo que las últimas, no me genera nervios ni un estrés particular. Me causa el mismo gusto que dar un teórico. Me es muy placentero, muy agradable, muy grato. Cuando termino de actuar, vuelvo a casa y me quedó automáticamente dormido, no quedó ni excitado, ni ansioso.
¿Qué reacciones ves entre el público?
Es muy impresionante, se produce una comunión entre reírse y pensar. Reflexionar sobre la existencia, la salud y la enfermad, la vida y la muerte, desde un lugar agradable, simpático y vital. Es una ceremonia muy divertida.
Los adultos mayores son un grupo poblacional especialmente ilustrado, informado e inquieto, con lo cual, la vigencia del teatro como disciplina es mucho más plena.
¿Qué pasa con los adultos mayores en relación a la cultura?
Es un grupo poblacional especialmente ilustrado, informado e inquieto, con lo cual, la vigencia del teatro como disciplina es mucho más plena. Si bien el público de la obra en general es más 50-60, también hay gente joven.
¿Qué beneficios tiene el humor para la salud?
Hay mucha bibliógrafa sobre eso. Las enfermedades infeccionas y oncológicas evolucionan mejor cuando el paciente está de buen humor, en cambio los cuadros de tristeza muestra una peor evolución y mayor mortalidad. El buen humor es un factor positivo al momento de evaluar el riesgo y la evolución.
¿La risa puede ser un estilo de vida?
La risa es la consecuencia de una cosquilla intelectual o espiritual. Hay cosas que disparan el humor vinculadas a los núcleos de la angustia. Uno puede tener como estrategia de vida ante la tragedia, salir por el humor. Se podría decir que tiene algo de conductual, de estilo de vida. Esto no quiere decir negar el dolor, sino que es una estrategia de supervivencia.
¿En el consultorio también usas el humor?
Dependiendo el paciente, pero me permito una licencia simpática, siempre pensando si es saludable para el paciente. La idea es que cada uso de las palabras o gestos le resulte bien al otro, si es una sonrisa también. Hay que ser muy cuidado con eso, poner el acento en el doliente, en el espectador, no en uno mismo.
Para agendar
Viernes y sábados de febrero, a las 22, en la Sala Mayor de Ciudad de las Artes.
Sinopsis de la obra
Doña Jovita interrumpe al médico, quien prepara una clase, buscando a un cura para tratar sus contradicciones. Una confusión entre la iglesia y el hospital, entre el consultorio y el confesionario. En la charla con el médico, se anima a decir cosas que tenía calladas desde tiempo. Un clima de desencuentros y enredos alrededor de la salud, la enfermedad y el destino humano.
Un choque entre dos mundos: saberes ancestrales y conocimientos académicos. El manejo del absurdo en escena, nace como una respuesta a la solemnidad, al engreimiento y a la autosuficiencia que pulula en la humanidad urbana de estos tiempos.
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