Un hombre a quien los vecinos acusan de ser narcotraficante y como principal sospechoso del crimen de Máximo Jerez, el niño de 11 años baleado junto a tres primos durante un ataque cometido ayer en la ciudad de Rosario, fue detenido cuando decenas de personas, entre ellas algunos familiares de las víctimas, comenzaron a atacar a piedrazos el frente y derribaron las paredes de su casa a la que sindicaban como un búnker de droga. La pueblada de los vecinos del barrio Los Pumas alcanzó a otras cinco viviendas que identificaron como puntos de venta de estupefacientes. Durante la represión policial, hubo un número no precisado de vecinos heridos con balas de goma.
Además del sospechoso, la policía detuvo a otros cuatro integrantes de su familia -dos hijos y otras dos mujeres, aunque aún se desconoce si todos ellos tienen algún tipo de relación con el homicidio de Máximo, mientras que el fiscal del caso Adrián Spelta, de la Unidad de Homicidios Dolosos, confirmó que tanto el niño fallecido como los otros tres heridos son “víctimas ajenas al ámbito delictual” y que quedaron en medio del ataque de un grupo dedicado al narcomenudeo hacia los referentes de otro.
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El arresto del sospechoso y los incidentes se iniciaron cerca de las 13, cuando los vecinos comenzaron a agolparse frente a una vivienda ubicada en la calle Cabal bis al 1300, del barrio “Los Pumas”, a cuyo propietario sindicaban como el responsable del crimen de Jerez.
Entre los manifestantes se hallaban el padre del niño, otros familiares, amigos y vecinos, quienes comenzaron a atacar a piedrazos el frente de la casa precaria, desde la cual, el sospechoso y sus familiares subieron a una terraza y respondieron con botellazos hacia los manifestantes, por lo que el desorden fue en aumento.
La tarde de furia en el barrio “Los Pumas” quedó registrado en imágenes por cámaras de distintos canales de televisión, en las cuales se observó el momento en el que un hombre desde la terraza de la casa extrajo un arma de fuego y efectuó varios disparos contra la gente.
Varios grupos de policías especiales llegaron pocos minutos más tarde, y lograron detener al sospechoso, a dos de sus hijos y a otros familiares que se hallaban dentro de la vivienda, mientras disparaban balas de goma contra los vecinos para dispersarlos.
En cierto momento, la policía se llevó a todos los detenidos y la casa quedó a merced de los vecinos, que con mazas, martillazos y palazos lograron derribar paredes y saquear todo lo que quedaba en el interior de la vivienda, que -según decían- se trataba de un búnker desde donde se vendían drogas.
Mientras la casa era derrumbada, los vecinos aplaudían y “marcaban” otras casas que consideraban que eran utilizadas como kioscos de drogas y también fueron atacadas e incendiadas.
Los vecinos se llevaron de la casa la heladera, desmantelaron los baños y se llevaron los inodoros y hasta al perro, tras lo cual realizaron un principio de incendio dentro de la propiedad que a los pocos minutos fue sofocado.
Varios manifestantes resultaron heridos, entre ellos el padre de Máximo, que recibió varios perdigones de goma disparados por los policías para dispersar a los manifestantes, mientras que la tía del niño asesinado sufrió una descompensación.
Los arrestos e incidentes de produjeron a horas de que fueran velados los restos de Máximo en el club “Los Pumas”, situado en Cotone 130 bis, donde desde temprano la policía montó operativo de custodia en prevención de un nuevo ataque.
El fiscal de turno de la Unidad Fiscal Especial de Homicidios Dolosos cargo de la causa, Adrián Spelta, informó que había sido identificado el auto desde el cual se efectuaron los disparos que mataron a Jerez e hirieron a sus primos -de 2, 13 y 14 años- y dijo que la principal hipótesis apunta a un ataque “atravesado por el narcotráfico” y por una pelea “por el territorio”, de la cual eran ajenos tanto los niños como sus familiares.
“Las victimas son totalmente ajenas al ámbito delictual, algunas de ellas son familiares de personas que están al frente de comedores barriales y no tienen ninguna vinculación. Los disparos fueron hacia uno de los referentes de una de las partes”, dijo el fiscal, quien agregó que existe “un conflicto entre las bandas por hechos anteriores y de territorialidad”.
Spelta explicó que existieron “muchos disparos en toda la cuadra” y afirmó que, a su criterio, “se han corrido todos los límites. Había códigos que venían manteniendo, pero han sido alterados”.
Por otra parte, el fiscal aclaró que, tras el ataque y la muerte de Máximo, la policía realizó un seguimiento de personas sospechosas que se escondieron en una vivienda que, al ser allanada, se secuestró una ametralladora y una pistola calibre 9 milímetros, como así también una moto con manchas de sangre.
En tanto, la directora del Hospital de Niños Zona Norte de Rosario, Mónica Jurado, informó que los tres chicos baleados que siguen internados ingresaron en el mismo momento que Jerez, con “heridas de arma de fuego con distintas lesiones” aunque con “buena evolución”.
“Dos niños están en sala de internación conjunta, con sus familiares, evolucionando. La niña de dos años tiene una lesión y una fractura del humero proximal. El de catorce está con una lesión en la boca, en el labio superior, que lesionó partes blandas, pero que no provocó lesión ósea”, agregó Jurado.
Sobre el chico de 13 años, la directora médica dijo que “está en la sala de cuidados intensivos, en estado reservado, pero con buena evolución, sin asistencia respiratoria, con una lesión hepática y de neumotórax, por lo que tiene un tubo para drenar esa lesión”.
En este sentido, puntualizó que el adolescente “permanece con la bala alojada en la zona paravertebral sin lesión ósea de la médula espinal. Fue un milagro”.
Jurado explicó que el chico de 14 años recuerda que “escupió la bala, por lo que probablemente el proyectil haya tocado alguna otra superficie y por eso no hizo tanto daño”.
En tanto, sobre Jerez, la directora médica dijo que el niño “llegó sin vida” al hospital.
“Son los primeros niños que recibimos este año con heridos de arma de fuego. En el hospital de Zona Sur recibieron dos”, agregó.
También durante esta jornada, en medio del velatorio de Máximo, una de sus tías, Antonia Jerez, recordó el momento en el que escuchó disparos y salió a ver qué pasaba: “Estaba haciendo una torta de cumpleaños para mi nieta, escucho los disparos, salgo, mi hermana estaba gritando, diciendo que mi sobrino y los otros chicos que salían de su casa estaban heridos”.
“Los tres chicos, primitos de él, están internados, uno en terapia que lucha por su vida, y otros internados, lamentablemente el único que no pudo salvarse es mi sobrino”, dijo la mujer conmocionada.
“Estamos todos destrozados. Son chicos sanos, estaban jugando a la pelota y pasó lo que les pasó. Quiero justicia para que no haya más Máximos en el barrio”, concluyó.
Tras la balacera, el fiscal ordenó la realización de las pericias de fotografía, balística, planimetría y laboratorio a la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y a la División Científica Forense Rosario, además del relevamiento de cámaras y la obtención de testimonios. Según los peritos policiales, en el lugar se hallaron tres vainas servidas de proyectiles calibre .40.
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> Con información de TÉLAM.