Un joven esquiador estuvo más de una hora enterrado bajo un metro y medio de nieve a raíz de una avalancha en la ciudad de Ushuaia y pudo ser rescatado gracias a la pericia de “Tango”, un perro entrenado para este tipo de siniestros que marcó el lugar donde se encontraba la víctima y posibilitó que lo encontraran con vida.
El episodio se desencadenó pasadas las 20.30 del sábado en el Glaciar Martial, ubicado en la zona alta de la capital fueguina, cuando un gran desprendimiento de nieve se deslizó montaña abajo y sorprendió a dos jóvenes que practicaban esquí de travesía, en medio de una jornada con nevadas intermitentes y mucho frío.
Uno de ellos sufrió golpes en una rodilla al trabarse el esquí contra unas rocas, pero logró eludir la avalancha y pedir ayuda, mientras que su compañero quedó momentáneamente desaparecido.
De inmediato, integrantes de la Comisión de Auxilio de Ushuaia activaron el protocolo de rescate y se dispuso un operativo de búsqueda con base en la parte inferior del glaciar.
Uno de los primeros rescatistas en acudir al llamado de emergencia fue el cabo primero del Cuartel de Bomberos “2 de abril”, Julián Elizari, en compañía de su perro “Tango”, un labrador de 10 años entrenado en búsqueda de personas para casos de avalanchas o estructuras colapsadas.
“Estábamos en medio de una cena. Yo siempre tengo la mochila preparada. La familia ya sabe. Uno te pasa el pantalón de invierno, otro las linternas. Tango se pone a saltar porque para él es un juego”, contó Elizari en diálogo con Télam.
Los rescatistas llegaron al glaciar cerca de las 22, subieron un tramo de la montaña en motos de nieve y después comenzaron una carrera a pie, enterrándose hasta la cintura y saltando troncos.
“Cuando el muchacho que pidió auxilio me marcó el lugar, Tango empezó a hacer su trabajo. Recorrió unos 10 metros y empezó a ladrar y a rascar la nieve. Lo había encontrado”, relató el bombero de 57 años, oriundo de Olavarría, pero radicado en Ushuaia desde 1987.
“Empezamos a escarbar con cuidado, con palas y con las manos. Hasta Tango ayudó. La nieve estaba muy compacta y húmeda. De repente encontramos una mano. Estaba quieta y temimos lo peor”, continuó el rescatista.
Sin embargo, cuando los miembros de la Comisión de Auxilio lograron destapar el cuerpo que estaba un metro y medio enterrado en la nieve, vieron que el joven movía los dedos, y a partir de allí se desató una verdadera carrera contra el tiempo para ponerlo a resguardo y trasladarlo de urgencia hasta un centro médico.
“La verdad es que no sé cómo sobrevivió. Fácilmente estuvo más de una hora enterrado hasta que lo encontró Tango. No había una burbuja de aire con el exterior y calculo que la nieve que tenía encima pesaba unos 200 kilos”, rememoró Elizari.
Los brigadistas prepararon al joven accidentado, lo subieron a una camilla e iniciaron el descenso por la montaña, llegando a la medianoche a la base del glaciar donde los esperaba una ambulancia.
Media hora después descendieron el resto del personal afectado a las tareas de rescate y se dio por finalizado el operativo.
Cerca de las 2 de la madrugada, un parte extraoficial emitido por personal médico del Hospital Regional Ushuaia informó que el joven “se recupera y se encuentra estable, con parámetros normales e internado en observación”, informó la Comisión de Auxilio través de un comunicado.
El incidente acontecido en la noche del sábado, es el segundo de similares características que ocurre en inmediaciones del mismo glaciar en lo que va de la temporada de invierno.
El anterior tuvo lugar el 21 de junio, cuando una joven de 25 años que también practicaba esquí de travesía quedó atrapada por una avalancha y pudo ser rescatada luego de un operativo de más de siete horas.
Bárbara Julieta Aguado estaba en ese caso en inmediaciones del Cerro Godoy, en compañía de otro grupo de personas que lograron pedir auxilio.
La mujer fue hallada unas horas después, y aunque se quejaba de dolores en la cadera y las extremidades, cuando llegó al hospital se comprobó que solo tenía lesiones leves.
Elizari remarcó la importancia de contar con perros adiestrados para este tipo de circunstancias y puntualizó el “trabajo” y el “sacrificio” que implica el entrenamiento.
“Hay que ir a cursos especializados y entrenar casi todos los días en ambientes hostiles, con frío, viento o nieve. No sé hace solo. Otros bomberos tienen que colaborar, por ejemplo cumpliendo el rol de víctimas (se los llama figurantes) y esperando horas a que el can los encuentre”, detalló el bombero que además es un histórico empleado de la Dirección Municipal de Defensa Civil.
“Para el perro es un juego. Todo lo que hace en un caso como el de anoche es para jugar con vos. Pero imaginen la importancia de su tarea. El sábado, Tango salvó una vida. Ni más ni menos que eso”, concluyó Elizari.
> Con información de TÉLAM.
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