Existe un acuerdo general de que las redes sociales son un poderoso canal de información (verdadera, mentirosa y con todas las combinaciones posibles). Sin embargo, una encuesta efectuada por un equipo de investigación del Programa Salud, Enfermedad y Prácticas de Curar del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad del CONICET y la UNC (Universidad Nacional de Córdoba), ubica a las redes como la anteúltima fuente de información en cuanto a confianza entre doce opciones informativas. Las redes (Facebook, whatsapp, Twitter, etc.) sólo superan a las “Iglesias, líderes y guías espirituales”. Se trata, por cierto, de un extraño efecto del coronavirus.
Respecto a la metodología, dice el informe que “con la intención de monitorear cambios, la encuesta on-line se distribuyó a través de redes sociales en dos momentos consecutivos, en muestras independientes. El primero fue del 23 al 25 de marzo-2020, coincidiendo con el informe del primer caso probable de transmisión local de COVID-19. La segunda recolección de datos se inició el 30 de marzo-2020, un día después del anuncio de ampliación de los días de aislamiento social y finalizó el 3 de abril. La primera muestra fue de 992 personas, y la segunda se conformó con 418 personas, ambas acordes a la distribución por edad e identidad de género de la población argentina. Participaron personas de las 23 provincias argentinas y C.A.B.A (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), siendo mucho más alta la participación en la provincia de Córdoba, desde donde se lanzó la encuesta”, explican por último los autores.
Pese a la matriz del estudio, “fue más alta la participación de residentes en la provincia de Córdoba, desde donde se lanzó la encuesta (64,9% en la primera y 53,0% en la segunda aplicación)”. También fue muy elevado el porcentaje de personas con alto nivel de escolaridad. En ese sentido, “tanto la concentración de personas de una provincia y el alto nivel de escolaridad son limitaciones de la muestra que deben tenerse en cuenta en la posibilidad de generalizar los resultados a toda la población de 18 a 75 años de Argentina”.
Se trata de un trabajo que es una adaptación para nuestro país de una encuesta propuesta por la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo “de obtener datos locales que consideren la dinámica cambiante de las percepciones de riesgo de la población, las preocupaciones, la información errónea, las prácticas de protección y las medidas de prevención implementadas frente al COVID-19”.
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La autoría del trabajo corresponde a Lorena Saletti-Cuesta; Natalia Tumas; Silvina Berra; Cecilia Johnson; y Adrián Carbonetti.
En el capítulo en cuestión, “Confianza en fuentes de información”, sus autores detallan que “el objetivo de esta sección es indagar la confianza en distintas fuentes de información a través de la pregunta: ¿En qué medida confía en las siguientes fuentes de información en su reporte sobre el coronavirus? Las respuestas se recogieron en una escala de 7 puntos desde muy poca confianza (1) a confío plenamente (7).
El resultado es el siguiente:
1) Consulta con profesionales sanitarios (6,16 el 23/3; y 5,97 el 30/3); 2) Web del Ministerio de Salud (6,03 y 5,88, respectivamente); 3) Canales de TV públicos (4,61 y 4,61); 4) Radios (4,22 y 4); 5) Diarios (4,1 y 3,8); 6) Conversaciones (3,92 y 3,73); 7) Conversaciones con compañeros/as de trabajo (3,73 y 3,65); 8) Páginas Web de noticias (3,74 y 3,61); 9) Búsquedas en Internet (3,65 y 3,52); 10) Canales de TV privados (3,8 y 3,52); 11) Redes sociales (2,64 -37,71% del máximo de confianza- y 2,4 -34,3% del máximo de confianza en la segunda medición-); y 12) Iglesias, líderes y guías espirituales (2,08 y 2,22).
Se trata de un resultado llamativo respecto de los supuestos y consideraciones teóricas pre-existentes. Además, las redes obtienen menor credibilidad que los medios tradicionales de comunicación (canales de TV públicos; Radios; Diarios; Páginas Web de Noticias; y canales de TV privados).
De corroborarse con otros estudios, este resultado podría evidenciar la existencia de una fisura respecto de la idea de sistema paradigmático y hegemónico de comunicación con el que se presupone a las distintas redes sociales. Dentro de la hipótesis de “fisura del sistema dominante”, también se puede analizar que, frente a la existencia de determinados temas o preocupaciones sociales, la sociedad selecciona las opciones más adecuadas como respuesta a sus necesidades. Si esto es así, demostraría que, en la crisis de la pandemia, las redes sociales fueron incapaces de convertirse en un medio de comunicación confiable (información valorada). Otra hipótesis posible a develar, es la que surge de la consideración del contexto, esto es, que hasta el momento la humanidad no había tenido un momento disruptivo como el que se vive para poner a prueba la credibilidad de las redes sociales. Por una u otra razón, las redes se ubicaron en el puesto 11 entre 12 fuentes de información.
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