El Paseo de las Artes es un lugar ícono de la Ciudad de Córdoba. Son tres o cuatro manzanas que los fines de semana por la tarde/noche se vuelven un lindo lugar para recorrer. Con sus puestos, artesanos y artesanías, shows en vivo, bares, galerías y comercios, todo muy lindo y con un mismo tono. Pero no todos los cordobeses ni los que visitan nuestra ciudad pueden recorrerlo.
Todos tenemos derecho a recorrer una ciudad. Entrar a cualquier comercio y comprar o no lo que nos dé la gana. A ir a un baño público o privado. A sentarnos en un bar y disfrutar un té caliente. A subirnos a un colectivo e ir a donde nos dé la gana. A recorrer las calles de nuestra ciudad en nuestro medio, ya sea con los pies, en silla de ruedas, un par de prótesis (o una sola), un bastón o un andador. Todos tenemos ese derecho.
Donde existe un escalón o escalera, debe existir una rampa o un medio para superarla si por tu condición física o el medio que utilizás para desplazarte no podés hacerlo. No es así en este paseo, el cual carece de rampas y tiene todas las veredas en mal estado: Por la calle Belgrano entra, con suerte, una silla de ruedas (que en realidad no entra, porque no hay rampa por donde subir) y los peatones que quieren pasar más rápido o vienen caminando del otro lado se tienen que bajar a la calle para poder pasar, ni les digo si hay alguien sentado en las sillas que suelen poner los comercios en la vereda. Bajando por la misma calle en el sentido en el que van los autos, las rampas no existen, y las veredas son un verdadero desastre.
Por suerte tener algún tipo de discapacidad es el mejor pretexto para descubrir un sinfín de capacidades, ahí es cuando entramos a descubrir que por más que nuestra silla sufra y, a veces, se rompa o se pinche una goma podemos pasar a través de veredas en mal estado, pedirle a alguien que nos suba a la vereda, pedirle una mano a alguien para pasar por ese hueco que no se quiere mover… Etc… Etc… Dejando la ironía de lado -aunque muchas veces esto es real-, la otra verdad es que ninguno de nosotros está exento de quedar con una discapacidad en algún momento de nuestras vidas. Y, si nos ponemos a pensar, en definitiva poner una rampa en lugar de un escalón es algo que hasta los cochecitos de los bebés lo necesitan.
Hace falta una política pública inclusiva para solucionar esto, además de obras e infraestructura (como se hace en cualquier ciudad del mundo). También hace falta el compromiso de todos y cada uno de nosotros (los ciudadanos) para cuidarlo y sobre todo, para respetarnos entre nosotros. Adaptar una vereda, poner una rampa, reparar un bache, etc… Son sólo obras que pueden hacer que más cordobeses y turistas recorran este lugar.
Esto es solo una parte de la solución. La otra parte es la que hacemos entre vos y yo, todos los días, cuando cuidamos y valoramos lo que tenemos, lo que necesitamos o podemos llegar a necesitar algún día.
Cómo comunicarse:
Redacción: [email protected]
Lectores: [email protected]
Equipo de Investigación: [email protected]