Las elecciones de este domingo 12 de mayo, tuvieron un capítulo previo y trascendente. Ocurrió cuando el presidente Mauricio Macri bajó la orden de elegir a Mario Negri y Luis Juez como candidatos del oficialismo nacional, evitar las internas con Ramón Mestre y dividir Cambiemos. Aquella decisión modificó radicalmente la escena electoral. Quien salió beneficiado de esa jugada “fraticida” fue el gobernador Juan Schiaretti, que ya aparecía como favorito, pero que a partir de allí obtuvo un plus, que las encuestas que se han conocido hasta el presente no han alterado.
Hubo un segundo golpe de escena: la decisión del kirchnerismo de bajar su lista cuatro horas antes de la presentación oficial en la Justicia Electoral. Fruto de una resolución tomada en Buenos Aires, la ex-presidenta Cristina Fernández de Kirchner decidió sacrificar a los cordobeses K en nombre de una “unidad” del peronismo que habrá que ver luego del domingo si tiene alguna consecuencia política local en esa línea o fue simplemente una acción para cerrar otros acuerdos en el resto del país con dirigentes del PJ, como sucedió por ejemplo en Entre Ríos. Esa movida, tuvo un primer resultado autóctono, que fue el entrelazamiento entre lo que quedó del PJ kirchnerista y el delasotismo. Justamente, se estima que el “ala peronista” del Frente Córdoba Ciudadana tributará el domingo su caudal electoral en el peronismo.
Se trata de una elección marcada por el peor momento de la crisis económica del país, disparada por una mega-devaluación del dólar en mayo del año pasado y por la aplicación de un plan del FMI, que generó una fuerte recesión; y una consecuente debacle de la imagen del presidente Macri. Pese a que en Córdoba cosechó uno de sus principales triunfos, tanto en 2015 como en 2017, su imagen de gestión y personal nacional ha caído y colocado su intención de voto en alrededor de 25 puntos porcentuales, lo que también incidiría aquí. A ello, se le suma que los candidatos del gobierno nacional han perdido en todas las provincias donde se realizaron elecciones desde principios de 2019. Siempre ganaron los oficialismos, con dos salvedades en elecciones primarias de Chubut y Santa Fe: los candidatos oficialistas fueron los más votados, pero la sumatoria de los candidatos del peronismo en la oposición, reunió mayor cantidad de votos en ambos distritos.
Dentro de ese contexto, un eventual triunfo de Schiaretti se vuelve totalmente factible, sumado a la aprobación general de su gestión, un factor señalado por todas las encuestas conocidas hasta el momento. Está claro, que una victoria le permitirá posicionarse como jefe del principal distrito opositor en manos del peronismo (el PRO gobierna Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y una alianza de socialistas, radicales y democrata progresistas, entre otros, lo hace en Santa Fe), ademas de estirar a 24 años la hegemonía peronista en la provincia. El efecto directo que tendrá, será la conversión del gobernador en un “armador clave” del peronismo anti-K, que incluye entre otros, a Roberto Lavagna, Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Miguel Ángel Pichetto y algunos gobernadores de partidos provinciales, como el de Santiago del Estero, Gerardo Zamora o el de Misiones, Hugo Passalacqua. Por lo tanto, este domingo estará en juego esta doble condición, provincial y nacional.
La artificial división de Cambiemos deja a sus dos principales representantes, Ramón Mestre por la UCR y Mario Negri por Córdoba Cambia, en la disputa por el segundo lugar, en principio, con menores posibilidades de acceder a la gobernación. Entonces, entre ambos habrá una disputa particular que luego tendrá reflejo nacional. Si gana Mestre, será la UCR quién aparecerá fortalecida en el plano del país pese a que ninguno de sus principales dirigentes estuvo en Córdoba apoyándolo; si lo hace Negri, el presidente tendrá un alivio a sus problemas internos. Una eventual derrota frente a los candidatos radicales, también pondrá en cuestión las capacidades electorales fuera de sus distritos de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Si sucede lo contrario, potenciará sus imágenes y cualidades hacia adentro del sistema de poder del PRO. Habrá que ver cómo afectan la elección de Negri, los dichos de Elisa Carrió sobre De la Sota.
Sin kirchnerismo en el tablero electoral, la disputa por el cuarto lugar será entre las dos fuerzas de la izquierda troskista, el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), con Liliana Olivero; y el Movimiento Socialista de los Trabajadores, con Luciana Evhevarría; y una fuerza de la derecha católica, Encuentro Vecinal, liderada por el actual legislador, Aurelio García Elorrio. Un signo de interrogación sobre la candidatura de Beto Beltrán, por el Vecinalismo Independientes, que aparece con porcentajes menores en las encuestas, pero que ante la división de Cambiemos podría aprovecharse de la diaspora de seguidores de ese espacio para aumentar su volumen. El resto de los actores políticos aparece, en principio, con menores posibilidades.
La apatía de la campaña, donde no hubo debates entre candidatos, ni discusiones significativas de incidencia social, vuelven una incognita el comportamiento electoral del electorado con menor compromiso político-partidario, un porcentaje que ha inclinado la balanza de las elecciones en todo el país desde 2003. Habrá que ver si Córdoba indica una nueva señal electoral o si se comporta de modo similar a lo sucedido hasta el momento en el resto de las provincias.
ELECCIÓN ABIERTA EN CÓRDOBA CAPITAL
Todo indica que tres contendientes aparecen con mayores posibilidades de éxito, en un escenario abierto: Martín Llaryora (Hacemos por Córdoba), Rodrigo De Loredo (UCR) y Luis Juez (Córdoba Cambia). Aquí pesará la capacidad de tracción que tengan los candidatos provinciales, a causa del diseño de la boleta única, y de la imagen particular de cada uno de ellos, y el fuerte espacio anti-peronista que se expresa en la capital provincial. Un tercer componente tendrá impacto en esta pugna: el volumen que alcance la peronista no oficialista, Olga Riutort. A mejor desempeño de Riutort, menores posibilidades de Llaryora; y a peor resultado de la ex esposa de De la Sota, mejores perspectivas para el diputado nacional.
También incidirá en las posibilidades electorales de los dos candidatos de Cambiemos el grado de paridad o no que alcancen sus candidaturas. La ecuación sería así: a mayor igualdad entre ellos, menores posibilidades de triunfo; y a menor cercanía, más opciones de victoria.
Incluyendo a Riutort, la puja por el cuarto lugar suma a Laura Vilchez (FIT), Maru Acosta (MST), y Juan Pablo Quinteros (Encuentro Vecinal).
Desde 1983, la capital fue gobernada siempre por fuerzas no peronistas. La única salvedad ocurrió entre 1999 y 2003, cuando el intendente fue Germán Kammerath, un dirigente menemista de la UCEDE que triunfó como parte de la lista de Unión por Córdoba. Justamente la alianza entre De la Sota y Carlos Menem fue uno de los factores determinantes de aquel comicio. Un segundo elemento clave, fue la división del voto radical, vehiculizado a través de la lista encabezada por Carlos Rossi (Unión Vecinal), que obtuvo el 7% de los sufragios, facilitando la derrota del radical Mario Negri, en aquel momento candidato a intendente. La gestión de Kammerath terminó en un escándalo y en medio de denuncias de corrupción.