Este domingo 13 de agosto de 2023 tiene la originalidad de haber registrado un fuerte giro a la derecha del electorado argentino. Salvo cinco provincias: Buenos Aires -por el conurbano-, Santiago del Estero, Formosa, Chaco y Catamarca, en el resto triunfaron las dos opciones más competitivas de derecha que ofrecía el menú electoral: El libertario Javier Milei y la ex ministra de Seguridad del Gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich. El primero cosechó 7.116.352 votos, un 30,04%; y la segunda, 4.022.466, con un 16,98%. Suman más de 11,1 millones de votos, un 47,02% del total de votos validos. Ni siquiera Macri en 2015 juntó tanta fuerza para encarar su “revolución conservadora”: Lo votaron 8.121.689 argentinos, sobre todo los de la región central. Representaba un 31,80% de los que participaron de aquellas Primarias. Ahora, ambos candidatos reúnen un “plus” de 3 millones de votos.
Tanto Milei como Bullrich son liberales “extremos” en lo económico y “conservadores” en lo político, pero el líder de La Libertad Avanza es un “outsider” excéntrico que parece despreciar la legalidad democrática y los derechos humanos y la candidata de Juntos por el Cambio es una representante orgánica de los intereses de la globalización financiera con eje en Estados Unidos. El libertario tiene su fortaleza en el eje económico; y la candidata macrista en el de la seguridad. Ambos plantean una “revolución” de derecha, aperturista en lo económico, de mercado libre casi sin regulaciones estatales, y salvajes con los derechos laborales y sociales. La imagen del “león libertario” es individualista, rockera, sin “modales” y arrogante. La de la “dama del Pro”, es la de una mujer del “poder”, formal, pero implacable y decidida.
Desde 1916 a la fecha, en elecciones democráticas, nunca habían ganado fuerzas de derecha con semejante discurso. Milei y Bullrich derrotaron con claridad al “centro” político y económico y empujaron a los márgenes a la izquierda peronista y trotskista. Los “centristas” Sergio Massa (5.070.104 votos y 21,40%), Horacio Rodríguez Larreta (2.675.563 y 11,30%), y Juan Schiaretti (907.437 y 3,83%); y el kirchnerista Juan Grabois (1.390.585 y 5,87%), respectivamente, fueron marginados del escenario principal. Si bien Massa tiene alguna posibilidad de resucitar, deben alinearse varios planetas para que el “milagro” pueda ocurrir.
Como contracara de 2019, donde la sociedad experimentó como reacción al fracaso de las recetas neoliberales de Mauricio Macri un giro a la centro-izquierda con el Frente de Todos (FdT), la alianza del kirchnerismo con los gobernadores e intendentes del PJ y el Frente Renovador de Massa; cuatro años después, la crisis económica forzó un salto a la derecha, incluso esquivando el “centro”. El celebre ex presidente peronista y neoliberal, Carlos Menem (1989-1999), tenía dos definiciones que representaban la “cultura política” vigente hasta este 13 de agosto:
-Se gana por izquierda y se gobierna por derecha;
-Si hubiera dicho la verdad de las recetas que iba a aplicar, no hubiera triunfado (en 1989).
Milei y Bullrich rompieron en pedazos como se rompe un papel a aquellas construcciones y modos discursivos. Triunfaron con un discurso descarnado, que no ahorra adjetivos ni medidas salvajes, que en otro tiempo hubieran cosechado apoyos marginales y que ahora componen el núcleo central de la agenda política, cultural y social.
El nuevo escenario político es también de tercios: La Libertad Avanza (LLA) 30,05%; Juntos por el Cambio (JxC) 28,28%; y Unión por la Patria (UxP), 27,27%. Sin embargo, dos de esos tercios representan al bloque de centro-derecha (LLA y JxC); y el otro al bloque de centro-izquierda (UxP). Los dos vencedores del primer bloque lo corrieron a la derecha, ya que representan a fuerzas económicas globalizadas y con hegemonía del capital financiero. La particularidad de uno y otro es que emergen como factores disruptivos de la foto anterior a las PASO a partir de la crisis económica, el estancamiento social y cultural post-pandemia, la ineficacia del sistema político de responder a las demandas de la sociedad y como reacción conservadora a la plataforma de derechos del bloque de centro-izquierda. Pareciera que ese cóctel encontró amalgama en la decadencia económica de la presidencia de Alberto Fernández.
Además, la aparición de Milei es un subproducto de la incapacidad de JxC de procesar el fracaso de su política económica durante la administración de Macri, entre 2015 y 2019. Frente a los problemas de gestión y política económica del FdT, la sociedad no trasladó su adhesión a JxC, sino que buscó una opción nueva y encontró a LLA. El principal sostén de Milei parece encontrarse en el segmento de 18-35 años, pero se encuentra en fase de crecimiento por lo que su influencia puede llegar a otros grupos etareos.
Una probabilidad es que el escenario de tercios no se extienda demasiado tiempo y alumbre un nuevo liderazgo del bloque de centro-derecha corrido al extremo derecho. La Primera Vuelta presidencial del 22 de octubre determinará si los libertarios o JxC conducen a ese sector político, económico, social y cultural a intentar la “revolución de derecha”.
Un informe de M&R (Marangoni & Rodríguez consultores) detalla con crudeza el escenario con el que el Gobierno Nacional llegó a las PASO. Pero, sobre todo, es una imagen precisa de los contornos de la crisis y la base del descontento social que permitieron la aparición de dos potentes dirigentes y fuerzas de derecha.
Dice el trabajo:
“Lo concreto es que se llega a las PASO con variables muy sensibles en rojo: Inflación en 115%, salario registrado 7% abajo que PASO 2019 y 19% menos que PASO 2015 y pobreza que ya incide en más del 40% de la población.
“La percepción de la población sobre la tarea del gobierno en general y del presidente en particular son de los peores registros en décadas (solo comparable a la crisis 2001-2002). La negatividad en la imagen del presidente supera el 70% y el indicador de confianza en gobierno es 1.20 (según UTDT), cuando el peor registro del período de Macri fue 1.50”.
“Además de sostener que se evitó una mega crisis tras Guzmán-Batakis, ¿qué otros logros puede levantar el ministro candidato (Sergio Massa)? Aquí el énfasis estará en el plano real por el lado de la actividad económica y el mercado laboral. El consenso de proyecciones “sobre-reaccionó” pesimismo anticipando una dura recesión que aún no llegó. Depurando el shock negativo del agro, el resto de la economía aún se reactiva más que nada en el sector de servicios. El nivel de actividad total, de industria y construcción, son de los pocos indicadores que están mejor no solo que 2019, sino ya igualando o superando los máximos de 2017″.
“El mercado laboral se benefició de este repunte 2021-2023 y también exhibe un récord de empleo registrado (más de 13 millones de puestos de trabajo) con tasas altas de expansión de la cantidad de puestos de trabajo. El desempleo (6,3% de la PEA) es el más bajo desde 2015 y las tasas de empleo y actividad también tocan máximos históricos”.
“Pero el bienestar que puede aportar el repunte económico y los puestos de trabajo se opacan cuando cruzamos con la variable ingresos golpeada por la inflación récord. El ajuste está, es palpable en los asalariados (especialmente en los informales), por más que haya crecido el empleo (impulsados por categorías más precarias). Y este combo resulta en el empeoramiento de la distribución del ingreso y la pobreza, que para el primer semestre de 2023 se estima en 42%, regresando a los peores valores de pandemia (como otra referencia en octubre 2001 era 46%)”.
Dicho de otro modo, la crítica situación económica es una de las responsables de alumbrar nuevas demandas y representaciones políticas.
Sin embargo, no parece ser la única razón. Estructuralmente, se pueden incorporar otros elementos para considerar, como la consolidación de un fuerte sector productor de bienes transables con la economía mundial, como es la agroindustria que ha ganado en volumen y participación; y un sector de “servicios” ligado a la industria del conocimiento que encuentra mercado en “dólares” en el exterior, pero que no puede volcar a su vida cotidiana. Normalmente, los sectores dinámicos de la economía trasladan su “sentido común” (modo de vida e ideas) a las zonas geográficas o países en las que se encuentran, en este caso, en la región central de Argentina. Luego, aparecen los grupos sociales “aspiracionales”, los que quieren llegar a ese lugar y a esos beneficios -puedan alcanzarlos o no-. La realidad es que ese sujeto social es fuertemente individualista y tiñe, en esa línea, a la representación.
También es necesario abordar la fragmentación social producto del estancamiento económico y la desigualdad creciente, que agregan dosis de frustración y ruptura de los lazos sociales, culturales y económicos que ordenan a la sociedad. No es un fenómeno que pueda achacarse a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y Mauricio Macri, es una herencia de la década neoliberal de Menem y Domingo Cavallo. Ninguna de las administraciones de estas dos décadas pudieron remediar la profundidad del daño producido -los que quisieron y los que no-, que permitió la sobrevivencia de un modelo dual, con una porción de la sociedad incluida y otra excluida, cuya manifestación más elocuente es la persistencia de altos índices de pobreza, pero no la única.
Todos esos componentes -los económicos, los culturales, los políticos y los sociales- se encuentran en el mix que alimenta las fulgurantes apariciones de Milei y Bullrich.
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