Cientos de tractores tomaron este jueves el centro de Bruselas y transformaron el frente del Parlamento Europeo en un escenario de protesta, informaron medios internacionales. Agricultores de distintos países de la UE salieron a las calles para rechazar cuestionar la PAC (Política Agropecuaria Común) y el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, justo cuando los líderes del bloque se reunían para debatir política agrícola y comercio exterior.

En la manifestación estallaron bombas de humo y los agricultores atacaron a los agentes de policía lanzando papas, pero recibieron manguerazos y gas lacrimógeno.
Según el lobby agrícola Copa-Cogeca, unas 10.000 personas participaron de la movilización y más de 150 tractores bloquearon calles clave de la capital belga.
El eje del reclamo es claro: los productores europeos temen que el pacto con el Mercosur habilite una competencia desleal con alimentos sudamericanos más baratos y con menores exigencias ambientales y sanitarias.
Carne vacuna, azúcar, arroz, miel y soja aparecen como los productos más sensibles, especialmente para agricultores de Francia, Bélgica e Italia, que denuncian años de crisis y falta de respuestas de Bruselas.
Mientras Ursula von der Leyen insiste en que el acuerdo es estratégico para la UE —y aún espera avanzar con la firma—, países como Italia, Hungría, Francia y Polonia endurecieron el rechazo y pidieron salvaguardas más estrictas.
El presidente de Asaja, una de las organizaciones de productores agropecuarios, Pedro Barato, indicó en declaraciones a la prensa que la propuesta de financiación en el marco financiero plurianual “es la ruina del campo europeo y en particular el campo español” y añadió que se está “poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y la PAC”, que es la única política común “que queda”. En ese contexto, aseguró que los agricultores y ganaderos han venido a Bruselas a “decir basta”.
Sobre los acuerdos comerciales con terceros países, como Mercosur, subrayó que “no se nos puede pedir más sacrificios con terceros países cuando no existe reciprocidad” y aseguró que “si hay que volver a Bruselas volveremos” y “si hay que estar en las calles y carreteras de nuestro país, lo haremos”.
El desacuerdo amenaza con trabar un pacto que crearía la mayor zona de libre comercio del mundo y deja en evidencia una fractura profunda: el choque entre la ambición global de Europa y el malestar creciente de su campo.
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