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Pino Solanas: “Este gobierno es una mala copia de todo lo que ya nos llevó al fracaso”

Habló del modelo sojero y sus consecuencias en el medio ambiente. “No estamos jodidos, estamos re jodidos y avanzamos en la dirección equivocada”.

Para el cineasta y senador porteño, "siempre son los mismos económicos los que se benefician del Estado".

Para el cineasta y senador porteño, “siempre son los mismos económicos los que se benefician del Estado”.

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Hablar mano a mano con Pino Solanas (82) puede llegar a ser un desafío. Porque es casi como asomarse al vértigo de una mirada crítica que puede en un solo párrafo ir y volver medio siglo hacia atrás y encontrar los mismos diagnósticos y las mismas realidades, que se repiten una y otra vez. Como farsa y como tragedia.

“Pasaron 50 años del estreno de ‘La hora de los hornos’, y uno se da cuenta que es cada vez más actual”, dijo acerca del que fuera su primer largometraje, estrenado en 1968. “En aquella época nos criticaban severamente y decían que era un disparate imposible las cifras de 6 mil millones de dólares de endeudamiento externo que denunciábamos. Fijate ahora, la cifra que causó un escándalo hoy sería irrisoria”, arrancó al inicio de la charla en un bar del Aeropuerto Córdoba.

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Casi sin pausa, sigue su análisis: “El endeudamiento es parte clave de la pérdida de nuestra soberanía. En el año 2000, el juez Jorge Ballesteros investigó la deuda externa a partir del estudio de Alejandro Olmos y su denuncia. En el fallo se logró identificar al menos 477 estafas dentro de la deuda tomada por Argentina. Y en esas estafas siempre estaban los mismos grupos económicos, los mismos de siempre y que siguen estando”.

Claro que hay más para agregar: “De los 20 principales grupos económicos del país, 17 son concesiones del Estado. En ese grupo están los bancos, la explotación minera e hidrocarburífera, la comunicación, los transportes, todo eso es concesión del Estado, y siempre va a los mismos grupos”, ametralla el senador por la ciudad de Buenos Aires.

UN VIAJE HACIA EL INTERIOR DEL MODELO SOJERO

Medio siglo después de su primer documental, en febrero de este año presentó “Viaje a los pueblos fumigados”, un impostergable aporte a la radiografía de los dramas argentinos que pone foco en las consecuencias del cultivo de la soja y el uso de agrotóxicos.

Su documental es una crítica hacia el modelo agroindustrial actual, que es por otra parte el eje económico del país. Están documentados y probados los inconvenientes y los riesgos que conlleva, pero da la impresión de que la voluntad es profundizar el modelo.

-¿Hacia dónde cree que nos lleva esta decisión?

-Claramente vamos hacia la destrucción del suelo. Ya no absorbe el agua de lluvia como antes. Un bosque nativo absorbe 10 veces más que un suelo con un cultivo transgénico, y la pastura 3 veces más. Las lluvias han inundado este año pueblos que jamás se habían inundado. Entonces, en plena época de la Cop 21, la Cop 22 la Cop 23, los acuerdos mundiales, la encíclica Laudato Si, la decisión de pisar el acelerador sobre este modelo es terrible.

-Suena más bien a algo descarado…

Totalmente descarado, pero además este modelo de producción es inseparable de una batería de agrotóxicos, al que amigablemente les llaman “fitosanitarios”. Los agrotóxicos enferman y matan. Y lo peor del glifosato, además de producir cáncer, leucemia, diabetes, hipotiroidismos, lo peor son las malformaciones que produce. Alteraciones genéticas en los nacimientos, y una enorme cantidad de abortos prematuros. Chicos malformados. Más de la mitad de esos casos no se reportan, porque los padres lo viven con mucha culpa. Creen que son ellos incapaces de formar un chico sano. Entonces es una monstruosidad. Y actúa en el marco de una red de complicidades.

-Y la situación lejos de ser abordada, se agrava…

Es que se ha ido generando una resistencia a los agrotóxicos. Entonces los suelos, los bichos las malezas, empezaron a hacerse resistentes, inmunes. Cuando antes se colocaban entre 3 y 4 litros por hectárea, hoy son 7 u 8. Se está llegando a tirar cerca de 400 millones de litros de agrotóxicos por año en el país. Y no es sólo glifosato. Como ya no es un producto muy fuerte, le agregan otros, que son venenos prohibidos por la Convención de Estocolmo, retirados internacionalmente, pero que se fabrican en Argentina.

-¿De qué producto está hablando?

Del 2,4D, el endosulfán alfa. Imaginate que es tan poderoso como veneno que causó una tragedia en General Levalle, cuando dos chicos metieron las patas en un canaleta que traía un desagüe barranca abajo del Rio Paraná. Es una zona de producción tomatera que abastece a la ciudad de Buenos Aires y Rosario. Un día de calor de 35 grados, estos chicos metieron las patas en la canaleta, y por ósmosis les ingresó el veneno a los cuerpos. Uno de ellos murió esa noche como consecuencia de una hepatitis fulminante. Una masacre. Luego cuando se hizo el juicio, en diciembre de 2016, los productores quedaron absueltos porque es muy difícil probar las responsabilidades.

-Acá en Córdoba se logró una condena en este sentido.

-Sin dudas. Es un antecedente jurídico que sirve, pero por el momento no ha generado cambios.

De los 20 principales grupos económicos del país, 17 son concesiones del Estado. En ese grupo están los bancos, la explotación minera e hidrocarburífera, la comunicación, los transportes, todo eso es concesión del Estado, y siempre va a los mismos grupos”

-Los fabricantes y distribuidores de agrotóxicos se defienden diciendo que sus productos no son perjudiciales si son utilizados siguiendo sus indicaciones. Te dicen “No tengo la culpa si un tipo con la avioneta se desvía y fumiga arriba de una escuela…”

-Es una falacia y lo saben. Y eso sucede porque acá no hay control ni inspección de nada. Te vas a las plantaciones de tabaco en Salta, y ves a los jornaleros fumigando hoja por hoja sin usar guantes ni barbijos. Lo mismo pasa con la yerba en Misiones. Hoy se fumiga absolutamente todas las producciones, desde cereales, hasta hortalizas y frutas.

Solanas durante un alto en el rodaje de su último documental “Viaje a los Pueblos Fumigados”

-¿Por qué cree que se da esta aceleración en la agricultura intensiva? ¿Quién nos apura tanto?

-¿Quién nos apura? Nos apura la búsqueda de rentabilidad. Cada uno se sube al modelo y hace sus cálculos. Los chacareros a principio de año hacen sus números, se preguntan qué les rinde más, si el maíz o la soja, hace la ecuación y hacia allá van. Más que una actividad agropecuaria termina siendo un negocio financiero.

-¿Y en el mercado actual es pensable alguna alternativa que además sea realista y se pueda llevar a la práctica?

Por supuesto que es pensable una alternativa de eco-agricultura. Es mentira que la agricultura orgánica no podría abastecer el país. Y además tomaría un 10 por ciento más de mano de obra.

Los chacareros a principio de año hacen sus números, se preguntan qué les rinde más, si el maíz o la soja, hace la ecuación y hacia allá van. Más que una actividad agropecuaria termina siendo un negocio financiero”.

-¿Y qué dicen los chacareros?

Te dicen: “Nos estábamos muriendo y nos salvó esto”. Y te cuentan que antes se pasaban enero y febrero en el campo, con su señora y unos 20 jornaleros. Pero desde que empezaron a plantar soja transgénica y a fumigar, veranean dos meses en Punta del Este. O sea, ya no hace falta ponerse a laburar. Entonces en este modelo el que gana es el operador de servicios del pool sojero, el chacarero que hace el servicio pasa el porcentaje, y chau. Es una agricultura sin agricultores. Y en medio de todo eso, la víctima es la población y el medio ambiente.

-Ahora, todo parece ser parte de un modelo del que no resulta fácil imaginar una salida. ¿Cuál sería esa salida para usted?

Yo creo que la salida tiene que venir desde arriba. De un gobierno que plantee una política concreta basada en compensaciones al productor y una salida gradual desde este modelo, porque no se puede de un día para el otro. Es un problema muy complejo que al mismo tiempo demanda una fuerte inversión en el campo, para que el agricultor pueda volverse. Hoy imaginate: el agricultor que alquiló su chacra de 50 hectáreas quiere volver para ver qué sucedió y se da cuenta que el pool de siembra le levantó los alambrados, le talaron los árboles, le levantaron la casa y no quedó nada. Todo sembrado.

-¿Pero hay algún país que tenga realmente resuelta esta cuestión?

Hay experiencias piloto en muchos pueblos en América Latina, y por supuesto, en Canadá y en Europa también las hay.

-¿Cómo se convence, entonces, al chacarero para que piense en otra forma de producción?

Va a ser fundamental hacer una gran inversión. Mejorar los caminos. Darles infraestructura a estos lugares donde no ha quedado nada. Un chacarero europeo te siembra hasta la última pestaña de tierra al borde de un pequeño bosquecito que tiene que respetar. Lo ves desde el avión. Y tiene asfalto hasta la puerta del campo, además de todas las comodidades. Hoy ni seguridad tenés en nuestros campos, que si salís a hacer las compras te desvalijan la casa. Entonces, todas esas iniquidades contribuyen a una especie de venganza, una resistencia solitaria e individual del chacarero, que masculla: “Me han cagado toda la vida, con los precios, con el IVA, con ganancias… mi enemigo es el Estado, es el gobierno, y cuanto menos Estado mejor”.

Solanas quiere volver al esquema de presidencias de 6 años. Sostiene que el actual sistema no favorece el planeamiento estratégico.

-En este esquema de una economía basada en la soja y en los sojeros, da la impresión de que se agudizan los problemas que enfrentaba el federalismo. ¿Qué nos queda a las provincias en este nuevo ecosistema político?

Creo que es tal la degradación institucional, política y económica de la Argentina, que hay que revisarlo todo. Hoy llama la atención en el Senado, donde están los parlamentarios que representan a las provincias. Y llama la atención porque escuchás sus discursos… y la Nación no existe. Cada uno habla de su propia república. Y esto es consecuencia del maltrato unitarista que han venido recibiendo de los gobiernos centrales, muchas veces el mando de tipos que llegaron de las provincias.

-Dicen que no hay peor cosa que un provinciano llegando a Casa Rosada…

Y… tuvimos a Menem, de la Rúa, Julio A. Roca. Por eso hablo de una revisión integral de la situación de la Argentina, para repensarla en serio. Creo que no nos escapamos de una reforma constitucional seria.

-¿Qué sería lo primero que reformaría?

Empezaría por el modelo de cuatro años, que es un disparate. Es un mecanismo ideal para que en el país no se puedan ejecutar mandatos o planes de infraestructura estratégicos. En el primer año te la pasás viendo qué te dejaron y echándole la culpa al anterior. Y ya para el segundo año tenés elecciones intermedias. Entonces si tenés que hacer este barrio lo vas a querer ejecutar en 12 meses y no en dos años porque necesitás votos. Y lo vas a hacer mal. Ahí empieza a complicarse todo.

Yo empezaría a reformar la Constitución cambiando el modelo de cuatro años, que es un disparate. Es un mecanismo ideal para que en el país no se puedan ejecutar mandatos o planes de infraestructura estratégicos”.

-¿Volvería al esquema de seis años abandonado con la constitución del 94?

Sí, un esquema de 5 ó 6 años. Pero además necesitamos un replanteo general sobre cuáles son los cuatro o cinco ejes independentistas que necesita la Argentina de hoy. Hay que apuntar otra vez al desendeudamiento, y reemplazar lo que sucede hoy por una capitalización nacional y un desarrollo industrial del país.

-De acuerdo, pero da la sensación de que estamos avanzando a 200 kilómetros por hora en el sentido opuesto…

Ni más ni menos. No estamos jodidos. Estamos re-jodidos. Y estamos avanzando en la dirección equivocada. Este gobierno es una mala copia de todo lo que ya nos llevó al fracaso. Por eso necesitamos cambiar la Constitución e ir hacia una democracia más participativa. Buscar otra forma, porque así no funciona.

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