(Por Pablo Tissera *) Nuestra economía real está subordinada a los intereses del capitalismo financiero transacional, sujeta además a los vaivenes del bimonetarismo que lima el valor del peso y se somete al valor del dólar estadounidense usado en más de una oportunidad para los denominados golpes de mercado que intentan presionar e incidir en el rumbo de ciertas políticas en beneficio de unos pocos y pocas.
Vivimos una realidad económica-financiera que aporta a la solidificación de una construcción cultural en nuestro país de carácter neocolonial.
Si salimos y observamos un poco, ¿qué vemos?
Vemos que tanto las pequeñas y medianas empresas, como las entidades de la economía social, solidaria y popular tan importantes en la generación de valor y aporte al Producto Bruto Interno (PBI) tienen escaso o nulo acceso al crédito,
Vemos a las familias sobre endeudadas con sus tarjetas al rojo vivo,
Vemos la banca de capitales concentrados privados principalmente extranjeros que desatienden la producción y promueven servicios financieros de carácter especulativo.
Vemos gobiernos condicionados por su deuda externa generalmente contraída de modo antidemocrático como lo hizo el gobierno neoliberal de Mauricio Macri durante los años 2018-2019,
Vemos grandes grupos concentrados de la economía de carácter nacional que fugan sus capitales financieros y hasta invierten fuera del país con una perspectiva rentística financiera.
Todo lo que vemos son facetas de un mismo fenómeno: la financierización de la economía.
¿Qué hacer ante la fase financiera del capitalismo transacional?
Tomamos a Ariel Guarco, presidente de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), quien dice que este fenómeno global que pone en jaque a familias, empresas y naciones, requiere respuestas en paralelo en tres niveles de abordaje, internacional, nacional y local.
Primero, debemos continuar construyendo fuerzas, debatiendo y luchando para cambiar la arquitectura global del sistema financiero, para que las naciones recuperen el control hoy en manos del capital financiero globalizado.
En segundo lugar, debemos lograr que cada nación recupere el carácter de servicio del sistema financiero, que atienda las necesidades de la comunidad y no la maximización de ganancias de los bancos. Por ello, es imprescindible retomar la Ley de Servicios Financieros para el Desarrollo Económico y Social presentada en el Congreso de la Nación por el movimiento cooperativo nucleado en el IMFC con más de un millón de firmas a través del dirigente cooperativista y actual diputado nacional, Carlos Heller.
Y, finalmente, en tercer nivel a abordar es el local, hay que fortalecer las instituciones de carácter colectivo de la sociedad civil de cada localidad, para que puedan reconstruir el vínculo entre el ahorro local y la inversión local, como se hacía con las desaparecidas Cajas de Crédito Cooperativas con gran desarrollo previo a la última dictadura cívico-militar, eliminadas por la ley de entidades financieras (1977), aún vigente. Debemos volver al desarrollo local como fundamento de una economía en lo que prevalece es la producción y el trabajo, un modelo productivo con inclusión social y cuidado ambiental.
El rol de las cooperativas como parte del amplio campo nacional, popular y democrático
Compartimos con Ariel Guarco que las cooperativas son empresas que por su trayectoria y escala pueden impulsar, junto a otras fuerzas vivas, esta agenda en los tres niveles de cara a las elecciones 2023.
Este accionar, al decir de Juan Carlos Junio (Presidente del IMFC), debe ir de la mano de otras profundas reformas que debe hacer nuestro país en materia judicial, mediática y económica contra los grupos concentrados formadores de precios.
De esta manera podremos pensar y actuar camino a sociedades socialmente más justas e igualitarias, políticamente más democráticas y soberanas, económicamente más independientes y autónomas, que permitan desarrollar el buen vivir del ser humano y el cuidado de la Casa Común.
* Pablo Tissera, dirigente cooperativista y secretario General Psol Córdoba.
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