A los 90 años falleció Teresa Maders. Se fue de este mundo sin poder llevar a la cárcel al hombre que mandó a matar a su hermano Regino en la noche del 6 de septiembre de 1991.
La muerte de Teresa fue confirmada por Fernando Martins, el párroco de la iglesia Santa Mónica y San Agustín de Parque Atlántica. Además de docente, fue electa legisladora provincial por el peronismo en 1999, y era una católica practicante.
Teresa escondía en su pequeño cuerpo la fuerza de un gigante y empujó hasta que pudo el reclamo de justicia. Supo decir que el crimen de su hermano, ocurrido a 48 horas del triunfo electoral de Eduardo Angeloz y Edgardo “Chiche” Grosso en las elecciones de 1991, había “sido ordenado desde arriba”. Arriba era justamente el gobernador Angeloz, el hombre que reunía la suma del poder en aquellos tiempos y su círculo más cercano. Pese a todo, Angeloz pudo sobrevivir a las olas de un asesinato político ocurrido en plena democracia.
Hubo dos juicios por el caso. El primero, cuya sentencia se conoció el 17 de junio de 2005, condenó a prisión perpetua al ex policía Oscar Hugo Síntora, como autor material del asesinato.
El segundo juicio empezó en noviembre de 2007 y buscó probar si el ex legislador provincial radical Luis Medina Allende, una de los hombres que manejaba los hilos del poder del radicalismo en los ’80 y ’90, había sido el autor intelectual del asesinato. Sin embargo, el 7 de febrero de 2008 la audiencia concluyó con su absolución por “el beneficio de la duda”.
Regino fue asesinado de dos tiros por la espalda el 6 de septiembre de 1991. Pasaron casi 31 años.
Fue senador provincial entre 1985 y 1989 y al momento del crimen integraba el directorio de la Empresa Provincia de Energía de Córdoba (EPEC). Lo mataron después de guardar su Renault 4 en el garaje de su casa, en Larrauri 3695, en el barrio Residencial Vélez Sársfield. Estaba metiendo las llaves en la puerta cuando las balas lo atravesaron. Fue una ejecución.
Como suele suceder en los crímenes del poder, la escena del crimen no fue preservada.
El periodista Sergio Carreras describió el calvario que debieron vivir los Maders y Teresa en un artículo publicado en La Voz del Interior a propósito de los 30 años del hecho: No se hizo operativo cerrojo en la zona para tratar de dar con los asesinos; la máxima autoridad del partido en el que Maders había militado toda su vida, Eduardo Angeloz, se tomó seis meses antes de recibir a la familia; la reconstrucción del crimen se realizó recién ocho años después; y debieron pasar 14 años hasta que hubo una condena contra quien fue señalado como el autor material del crimen.
“El asesinato desnudó los antros de corrupción, de narcotráfico, de juego clandestino y la concesión de las usinas de Epec”, describió Javier Maders, el hijo menor de Regino, cuando se cumplieron los 25 años, en 2016.
Angeloz murió en 2017 y Medina Allende en 2019. Se llevaron el secreto a la tumba.
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