Hace un mes, escribíamos: “Hoy, el sistema de medios afín al gobierno nacional se esfuerza en instalar que hay un escenario de paridad de cara a las PASO de agosto entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Sin embargo, eso no se corresponde con lo que arrojan hoy las encuestas; se trata de un elemento más de la propaganda y la estrategia comunicacional oficialista (que también incluye la difusión de sondeos que muestran una recuperación de la confianza por parte de consultoras paragubernamentales, como Management & Fit y Poliarquía / UTDT). Para que hubiera tal escenario de paridad, algunos estudios deberían mostrar a la fuerza opositora primera en intención de voto y otros al oficialismo, dando como resultado una diferencia estadísticamente no significativa entre ambos en el promedio de encuestas. En cambio, cuando se observan las mediciones actuales, se advierte que en todas ellas la fórmula Alberto y Cristina Fernández marcha al frente, en algunos casos por diferencias estadísticamente significativas (el 39,9% de Fernández – Fernández vs 38,2% de Macri – Pichetto en la sospechada encuesta de Management & Fit arroja una brecha de apenas 1,7 puntos porcentuales, que hoy es lo más cercano a un empate técnico o paridad); en el otro extremo, hay mediciones que muestran ventajas en el orden de los 10 pp., siempre a favor de la lista opositora”.
MAPA 1
Así, anticipábamos que el escenario de presunta paridad construido como clima mediático no se correspondía con las tendencias de los sondeos. El doble clima de opinión, fenómeno que conceptualizó Noelle-Neumann, se saldó en las urnas como es habitual: con el pronunciamiento de los electores y los medios afines al oficialismo corriendo desde atrás del resultado. En ese marco, la brecha de 15,5 puntos porcentuales que arrojó el escrutinio provisorio y la extendida victoria territorial del Frente de Todos a lo largo del país (Ver Mapa 1) fue particularmente demoledora para Juntos por el Cambio, la alianza que cayó presa del clima de opinión que instaló juntos con sus medios afines.
MAPA 2
Un repaso de las expectativas previas a la elección pone de manifiesto la distancia que había entre ellas y la realidad. El oficialismo daba por perdidas a las provincias de Misiones, Tucumán, San Juan, Catamarca, Santiago del Estero, La Pampa, Formosa, Chubut y Tierra del Fuego. Consideraba que el acuerdo con el gobernador Alberto Weretilneck podía ayudarlos a disputar Río Negro (contra encuestas en esa provincia que le deban una clara ventaja al Frente de Todos). En San Luis, apostaban al antecedente positivo de la PASO 2017 y al acuerdo con el senador Adolfo Rodríguez Saá, y en Neuquén a la sintonía con el gobernador Omar Gutiérrez. Por otro lado, confiaba en ganar en la Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Mendoza, Jujuy, Corrientes, Córdoba y Entre Ríos, es decir, cuatro distritos gobernados por Cambiemos más dos de la región centro que fueron clave para el triunfo de 2015.
Básicamente, apostaban a un dejá vu de la primera vuelta de 2015, que arrojó una brecha de apenas 3 puntos porcentuales que implicaba la posibilidad de un resultado reversible en el ballotage (Ver Mapa 2). Contra esas expectativas, Juntos por el Cambio sólo se impuso en Córdoba (por casi 18 pp., aunque esperaba una ventaja de 20 pp.) y CABA (por unos 11 pp., cuando esperaba no menos de 15 pp.), perdiendo así en distritos que consideraban “propios” como Mendoza, Jujuy y Corrientes. Las provincias que veían en riesgo de perder eran Buenos Aires y Santa Fe, pero en la primera no esperaban quedar casi 21 pp. detrás y tampoco creían que el Frente de Todos pudiera sacar una ventaja de casi 10 pp. en “la bota”.
En Salta, a contramano de las encuestas conocidas, apostaban a beneficiarse de una presunta división del voto peronista (por la condición del gobernador Juan Urtubey como candidato a vicepresidente de Roberto Lavagna) y hacían una apuesta similar en La Rioja y Chaco. Incluso, tenían expectativas en Santa Cruz. Sin embargo, en todas esas provincias, la brecha a favor del Frente de Todos rondó los 20 pp. o estuvo por encima.
MAPA 3
Muchas veces volvimos sobre el axioma de que son los efectos socioeconómicos de gestión los que construyen a mediano y largo plazo las tendencias de opinión pública. Así, una gestión como la de Cambiemos, cuyos efectos socioeconómicos netos son de malestar no puede sostenerse mucho tiempo sin perder una elección. La “imbatibilidad” del ex Cambiemos duró tres turnos electorales: el ballotage de 2015 (con victoria magra), las PASO de 2017 y la elección de medio término del mismo año. Luego de casi 15 meses de recesión, alta inflación, suba de la pobreza y caída del empleo privado en prácticamente todo el país (Ver Mapa 3), era previsible que el oficialismo enfrentaba un serio riesgo de perder las primarias, aunque pudiera haber dudas sobre la magnitud de la diferencia, que claramente captaron mejor las encuestas presenciales previa a las PASO que las telefónicas vía IVR o las relevadas a partir de plataformas online y redes.
* Norman Berra (@berranorman) es encargado de Proyectos de Consultora Delfos. Regularmente publica en su Blog Clima de Opinión y en el sitio de la Consultora Delfos.