La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) pronosticó ayer que la economía argentina se expandirá 6,1% en 2021 y 1,8% en 2022, aun cuando todavía estará por debajo de niveles de actividad prepandémica.
La OCDE publicó ayer en París su informe semestral de Perspectivas Económicas Mundiales, en el cual destaca que hay una mejora en las condiciones y perspectivas en todo el mundo.
En relación con la Argentina, el informe destacó que “los desequilibrios macroeconómicos persistentes y las nuevas restricciones de movilidad pesarán sobre la demanda interna y limitarán la recuperación”.
“La monetización continua del déficit fiscal mantendrá la inflación elevada y la creación de empleo se recuperará lentamente, pero la alta informalidad seguirá siendo motivo de preocupación”, agregó el informe.
Más adelante, la OCDE remarcó que “los ingresos más sólidos, en parte relacionados con los altos precios de las materias primas, mejoraron ligeramente los resultados fiscales, mientras que el gasto relacionado con la pandemia se retirará gradualmente una vez que la recuperación se afirme. Esto reducirá la necesidad para el financiamiento monetario a corto plazo”.
La organización también recomendó que “trazar un camino a mediano plazo hacia la sostenibilidad fiscal ayudaría para reforzar la confianza y reforzar la inversión” y sostuvo que “mejoras en la eficiencia del gasto público y revisión de exenciones en el sistema tributario, presentan un amplio margen para el ahorro fiscal”.
También resaltó que la “ampliación de las transferencias de efectivo condicionadas puede ayudar a reducir la pobreza, que afecta al 42% de la población, y respaldar los ingresos, incluso para los trabajadores”.
La OCDE consideró que “las nuevas restricciones de movilidad impuestas a partir de abril están retardando la recuperación. El empleo se redujo drásticamente durante 2020 en línea con la actividad económica. La inflación anual ronda el 40%, pese a la débil demanda interna y los estrictos controles de precios”.
En esa línea, señaló que “el retraso en el acuerdo con el FMI y las incertidumbres en torno al próximo reembolso de la deuda crearon presiones sobre el valor de los valores públicos, algunos de los cuales fueron reestructurados en septiembre de 2020”.
La OCDE ponderó todos los instrumentos utilizados para atender la emergencia sanitaria y puntualizó que “se han tomado medidas audaces y oportunas para contener la pandemia y apoyar a los hogares”.
“Las transferencias y las prestaciones por desempleo reforzadas han apoyado a los pobres y vulnerables. Los subsidios salariales y la reducción de los impuestos sobre la nómina ha ayudado a algunas empresas a compensar parcialmente los costos de prohibición generalizada de despidos”, precisó.
“La respuesta Covid-19 incluyó gastos adicionales en redes sociales que alcanzaron 2,2% del PIB. Los precios más altos de las materias primas y los ingresos fiscales asociados a la exportación están limitando presiones inmediatas sobre el tipo de cambio paralelo y necesidad de financiamiento monetario en el corto plazo”, amplió también el trabajo.
En relación a su proyección, la OCDE prevé que el PIB crezca ligeramente por encima del 6% en 2021 y por debajo del 2% en 2022.
“Los desequilibrios pesarán sobre la demanda interna y limitarán la recuperación. La reapertura de actividades domésticas y la vacunación avanzará lentamente, y se espera que se logre la inmunidad colectiva en 2022”, detalló.
Sin embargo, la OCDE advirtió que “el desempleo, el estancamiento de los salarios y la creciente informalidad erosionan el poder adquisitivo de los argentinos, especialmente para hogares de bajos ingresos”.
Luego destacó que “los controles estrictos de capital, una combinación de políticas de controles de precios y restricciones a la importación e impuestos corporativos más altos pesarán sobre la inversión y las importaciones llevan a las perspectivas a la baja e incluyen una corrección desordenada de los desequilibrios macroeconómicos”.
La OCDE enfatizó que “acelerar el proceso de vacunación ayudaría a limitar los retrocesos en la lucha contra el Covid-19 y reducir los desequilibrios macroeconómicos serán clave para reavivar la confianza, y esto requerirá políticas fiscales prudentes con menor financiamiento monetario del déficit, fortaleciendo la credibilidad e independencia del banco central, y, finalmente, la eliminación de los controles cambiarios”.
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