La catedral gótica, el parque Zrinjevac, el tranvía azul, las mujeres en el mercado de Dolac, la torre Lotrscak y la montaña Slkeme son algunos de los símbolos de Zagreb, el lugar que José Vildoza eligió para comenzar su prometedora carrera por Europa.
El base cordobés, surgido del Club Maipú y último MVP de la Liga Nacional, firmará contrato con el Cibona Zagreb por las próximas dos temporadas y solo resta el anuncio oficial del club para que Vildoza emigre a las tierras donde el gran Drazen Petrovic hiciera historia.
Cuenta la leyenda popular que en el territorio de Zagreb había un gran desierto donde reinaba una gran sequía. Un general que pasaba por allí con su ejercito triste y cansado se paró en un lugar y clavó su espada en la tierra seca. En ese mismo momento brotó el agua por una grieta y le ordenó a Manda- una bella mujer- que la recoja para beberla: “Manda, alma, saca un poco de agua”, señaló. Y así la fuente que se encuentra allí, recibió el nombre de Manduševac (manda y alma), y la ciudad, Zagreb, el nombre de su acción (coger = zagrabiti).
Como esas cosas del destino, el Cibona Zagreb, uno de los equipos más fuertes del país, vive una sequía deportiva desde hace muchos años. Una y otra vez los viejos hinchas recuerdan con nostalgia la música que hacía sonar Drazen Petrovic, “El Mozart” del baloncesto, un jugador exquisito que posicionó al club entre los mejores de Europa en la década del 80′.
Pero antes de tocar el cielo, vayamos al comienzo de esta historia. Un grupo de vecinos del condado rico de Tuškanac (el pulmón verde de Zagreb) decidió en 1946 crear el BC Sloboda (“libertad”) utilizando el patio de recreo de una escuela. Sin embargo, cuatro años más tarde el club pasó a manos de los dueños de los ferrocarriles, el entonces ZTP Zagreb, quienes decidieron patrocinarlo, pero sin poner dinero. Solo garantizaban boletos de tren gratis para que el equipo pudiera viajar por la ex Yugoslavia. De esta manera, el equipo pasó a llamarse Lokomotiva.
Fueron 25 años sin pena ni gloria que dejaron al club al borde de la desaparición, pero las gestiones de Slavko Šajber, político de peso en Zagreb en ese momento y luego presidente de la Asociación de Fútbol de Yugoslavia, fueron decisivas para levantarlo de las cenizas.
Cuatro empresas alimentarias -una dedicada a las galletas, otra a los licores, otra al café y la cuarta a las frutas- accedieron a tomar al Lokomotiv bajo su protección si cambiaba su nombre por Cibona, de la raíz latina buena comida. El impulso económico vino aparejado con una búsqueda incisiva de jóvenes talentos. Para eso llamaron al entrenador de la Selección de Yugoslavia (1970-1975), Mirko Novosel, quien luego de reunir a chicos de toda Croacia y formar el equipo, recibió la burla de los medios, llamándolo “El jardín de infantes de Novosel”.
No era para menos, captaban adolescentes a los que les aseguraban estudios, una beca razonable y horizontes de gloria. De los 10 titulares, nueve eran estudiantes. Y así lograron resultados. En 1980 ganaron su primera Copa Yugoslava para volver a ganarla tres veces más en 1981, 1982 y 1983, además de ser bicampeones de la liga local.
El salto de calidad vendría por el hermano menor de un jugador del equipo, un tal Drazen, que tras cumplir el servicio militar, a los 15 años, llegaría al club. En su año debut, el joven Petrovic se proclamó campeón de la Liga y la Copa de su país, pero además condujo a la Cibona a su mayor éxito hasta aquel momento.
En El Pireo y cómo si se tratara de un dios griego, Drazen comandó a los suyos en la final de la Copa de Europa ante el poderoso Real Madrid. Magia, talento y personalidad eclipsaron a los presentes y con sus 36 puntos logró la hazaña y creación de su propio mito.
Al año siguiente volvió a lograr el cetro continental, esta vez doblegando al Zalgiris Kaunas del inmenso Arvydas Sabonis en Budapest. Sería la última conquista del Cibona en la Copa de Europa, que comenzaría a despedir a su leyenda luego de ganar la Recopa de Europa contra el Pesaro. En 1988, Drazen decidió firmar con el Real Madrid luego de recibir un contrato millonario.
Europa le quedó pequeña rapidamente y en 1989 dio definitivamente el salto a la NBA para jugar en Portland Trail Blazers. La adaptación fue dura, pero Drazen lo lograría al ser traspasado a los New Jersey Nets. “Petro” se convirtió en titular y explotó, elevando su media de puntos a 20.6, con un impactante 45% en triples.
No obstante, en la cima de su carrera, el destino tenía preparada una tragedia. El 7 de junio de 1993 tras anotar 30 puntos para que la Selección de Croacia se clasificara al Europeo, tomó la decisión de volver en auto y no en avión, hasta Múnich, como el resto de sus compañeros, luego del partido en Polonia. Manejaba su novia y él iba durmiendo al lado cuando un camión perdió el control en una autopista y se llevó su vida.
El mundo del deporte entró en shock. Nadie podía creer que alguien tan talentoso y pasional, destinado a la gloria, se hubiese ido tan joven y de forma tan absurda. El mundo lo lloró, las calles de Sibenik y Croacia se llenaron de miles de personas que se acercaron a despedir al chico que se convirtió en leyenda.
En total, fueron 14 títulos en 9 años para el Cibona. Desde 1980 hasta 1988, casi una década en las páginas doradas del deporte mundial. “No hay duda de que fuimos los más pobres de los mejores”, supo reflejarlo en una nota para el El País el secretario del club Vladimir Tadic en su modesta oficina.
Treinta y cuatro años pasaron de la última alegría continental, una proeza que al día de hoy recorre los recovecos de Zagreb, una ciudad detenida en el tiempo que espera por algún general o jugador de básquet que la vuelva a despertar. ¿Será un argentino quién pueda lograrlo? La suerte, ya está echada.
@CASLABasquet : ❤️💙 pic.twitter.com/5Q6rylxINy
— José Vildoza (@VildozaJ11) May 20, 2021
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