Cuando llegue a Córdoba, Jorge Fandermole se reunirá con amigos, no faltará el asado y tomará fernet, pero con soda. Para el trovador rosarino, música y gastronomía son parte innegable de la cultura argentina, mientras su nombre se inscribe en el cancionero popular del país, reconoce que, como cocinero no tiene grandes dotes. “Soy un tipo que cocina y hace lo mejor posible en la parrilla cuando se encuentra con amigos. No me vanaglorio de habilidades que no tengo”, dice desde su casa en Granadero Baigorria, una localidad santafesina a orillas del río Paraná.
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Este sábado se presenta en la Sala de las Américas junto a Juan Quintero, con quien comparte amistad y escenario. Sus voces y sus guitarras, en un concierto donde combinan el repertorio de cada uno. “No es una sumatoria de individuos que cantan sus canciones, es un dúo que arregla canciones de uno y de otro con lo que puede ofrecer cada uno. Y el repertorio está armado en base al deseo y lo que nos gusta cantar juntos. Es una suma estratégica de cada uno y hemos sido más egoístas en elegir lo que no gusta a nosotros”, dice. Entre los temas suenan Bandera y Viejo cantor,con firma del tucumano, y de las suyas hay clásicos, como Oración del remanso, y otras nuevas, como El amor y la cocina. Además, confiesa que para el show en Córdoba agregaron dos temas de Quintero: Tucumán y Maricón.
Se conocen desde principios de los 2000 y si bien también comparten momentos de ocio, “cuando nos juntamos a trabajar, trabajamos. Encaramos el trabajo y las dificultades de la mejor manera posible. Fuimos rigurosos con los arreglos y con el modo de hacer las cosas. En los momentos de juntarnos hay un equilibrio en las cuestiones de compartir lo afectuoso del encuentro, pero el eje es el trabajo. Cada uno aporta lo que puede, es un modo de trabajar al que estoy habituado y que compartimos con los músicos con los que hemos trabajado en los últimos 20 años. Cada uno pone lo que se le va ocurriendo, hay una cuestión de aportar lo que uno ve, sabe y siente”.
Al hablar, busca las palabras como si estuviera escribiendo una poesía del otro lado del teléfono y el tono bajito y paciente que utiliza, se parece al susurro del río que pasa a unas cuadras de su casa. A los 62 años, cree que la música y la poesía son diferentes formas de conocimiento que están hermanadas: “estas disciplinas generan transformaciones impresionantes en los seres humanos. Aunque también hay otros modos de conocer las cosas”.
Cuenta que aún no empezó a producirlo, pero se encuentra arreglando el material para un disco nuevo. Mientras, hace presentaciones en solitario o con su grupo “según las circunstancias y posibilidades”. También, hace años que se dedica a la docencia en la Escuela Municipal de Música de Rosario.
Si las canciones son las que más les gustan a ustedes ¿también son las que más le gustan al público?
Cuando se arman las cosas así, es intentar estar cómodos con una estética expresiva compartida, si nos gusta a nosotros, tenemos la certeza que le va a gustar al resto. En lo que uno hace hincapié, es que la dinámica y la energía sean repartidas, que vaya desde lo más íntimo y retraído hasta aquellos temas más extrovertidos. En ese equilibrio y balance, tratar de mantenerse. Uno lo que hace es poner las ideas sobre la mesa y de lo que va saliendo, parte va quedando en el camino y el resto, fijadas en el repertorio.
¿Cómo se fueron acercando con Juan?
Uno se va acercando a la estética del otro por una cuestión de gustos. Siento una gran admiración por el modo de escribir, de cantar y de arreglar que tiene Juan. Siento que la suya y la mía son cercanas y me resultan atractivas. En alguna oportunidad, los Acá Seca Trío (banda que conforma Quintero) me han invitado a participar y yo lo he invitado a Juan a algún concierto mío, es allí donde tímidamente uno va viendo esos acercamientos. Nos conocemos y también nuestras maneras de tocar, por eso cuando uno va advirtiendo esas afinidades, se va animando a armar cosas en conjunto.
¿Te gusta escucharte en voces de otros?
Sí, me gusta mucho. He tenido la buena fortuna de que quienes han tomado mis canciones las han interpretado de manera muy criteriosa. Me encanta el modo en que las han encarado, desde distintas sensibilidades y estéticas. Además, las han modificado y han dado su versión particular de algo que ya estaba hecho. Y como ocurre en la música popular, se admiten ciertos cambios expresivos y armónicos, y se mantiene la melodía y la letra. En los arreglos, cada uno pone la sonoridad que le gusta más y en la voz del otro siempre aparece una emotividad que uno no tiene. Eso de alguna forma renueva la obra.
¿Por qué decís que no escribirías otra Canción del Pinar?
Hay circunstancias en que uno puedo llegar a usar un lenguaje de una manera, pero con el tiempo uno va modificándose y al identificarse como una persona diferente a la que era, hay que reconocer que hay ciertas maneras de ver el mundo y la experiencia que cambian. Entonces, ciertas maneras particulares de expresar, que tienen que ver con quién es uno en ese momento, también. Si sintiese algo parecido a lo que sentí cuando escribí Canción del Pinar, seguramente, ahora, lo haría de otra forma.
Hay canciones que siguen caminando independiente de la voluntad de quien las escribe o interprete”.
Sin embargo, otros sí pueden sentirse identificados…
Seguramente y ocurre evidentemente, porque hay canciones que siguen caminando independiente de la voluntad de quien las escribe o interprete. Algunas, con muy poco esfuerzo quedan en la memoria y otras que, por más difusión y esmero que se le ponga, con el tiempo se olvidarán y no van a permanecer. Hay canciones que a uno no le gusta y quedan. No me ha pasado especialmente. Siento que lo que sigo cantando, si son canciones viejas, es porque me siguen gustando. O como ocurre con algunos repertorios que por muchos años fueron cantados y de repente desaparecen por décadas, hasta que un intérprete los retoma, los vuelve a cantar y se renueva el interés. Pasó con muchísimas canciones del cancionero argentino. Así empiezan a caminar de nuevo. Todo esto está más allá de la voluntad del autor.
Me siento muy orgulloso de que haya canciones mías que estén dando vueltas, y que algunos opinen que son perdurables.”
¿Qué se siente ser parte del cancionero popular argentino?
Me siento muy orgulloso de que haya canciones mías que estén dando vueltas, y que algunos opinen que son perdurables. Uno dice, las canciones están por ahí, algunos las cantan y uno se siente muy orgulloso. La verdad que con cierta responsabilidad te reconoces como parte de una tradición. Y te reconoces rompiendo algunos detalles del lenguaje, por esa cuestión de que los lenguajes evolucionan y van cambiando. Me da mucho orgullo. Tengo la idea que una cosa es perdurable cuando pasa por varias generaciones, sin embargo me gusta ver lo que pasa en la actualidad con mis composiciones. Lo que me da mucho orgulloso poder dialogar artísticamente con gente que es más grande que yo, como Juan Falú, Lucho González o Raúl Carnota; haber podido compartir experiencias con músicos de mi misma franja etaria, como lo fue la Trova Rosarina; y poder hacerlo también y seguir activo por eso, con más jóvenes que uno, como el Negro Aguirre o en este caso con Juan Quintero. Esa posibilidad de diálogo artístico con diferentes generaciones me pone muy contento y me siento muy feliz de haber abordado esas experiencias inter generacionales.
¿Te animarías a cantar un cuarteto?
Si se diera la oportunidad y me interesara, me animaría. Pero, es un género al que no estoy habituado e intento ser muy cauteloso con todos los géneros. No todo a lo que uno se anime le va a salir bien, no es lo mismo cantar folclore que cuarteto o tango. De ahí a que me salga bien hay un trecho, porque tiene una energía o un modo al que no estoy habituado. Hay que ser humilde en ese sentido. A bailarlo no, no soy buen bailarín, soy de los que tocan y no bailan.
Fander
Es su último trabajo discográfico y es un álbum doble que incluye entre los nuevos temas, algunos de sus clásicos. Además, hay una canción dedicada a Quintero y a su ex mujer Luna Monti, titulada La Luna y Juan. El cantor y guitarrista lleva editados nueve discos desde 1983: Pájaros de fin de invierno, Terra, sangre y agua, Primer toque, Mitologías, Los trabajos y los días, Rosarinos, Navega y Pequeños mundos.
Para agendar
Sábado 7 de abril, a las 21 horas, en la Sala de las Américas del Pabellón Argentina de la UNC. ¡Participá del sorteo por un par de entradas!
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