Los soldados rusos llegaron este miércoles hasta las proximidades de la capital ucraniana, Kiev, en medio de nuevos esfuerzos para evacuar a civiles de zonas urbanas asediadas como es el caso de Mariupol, en el sureste del país, donde se produjo un ataque contra un hospital pediátrico, con un saldo de 17 heridos, ninguno de ellos niños.
Las columnas de blindados de Rusia, que hace cinco días se encontraban a unos cientos de kilómetros al noreste de Kiev, se hallaban hoy a unos quince kilómetros, consignó la agencia de noticias AFP.
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Las sirenas antiaéreas sonaron de modo intermitente en la capital mientras el Ejército reforzó las defensas en localidades cercanas para intentar frenar el avance del convoy enviado por el Kremlin.
En Mariupol, al menos 17 adultos resultaron heridos en el bombardeo a un hospital pediátrico, anunció un responsable regional, Pavlo Kirilenko, y precisó que según los primeros reportes “no hay ningún niño” entre ellos ni ningún fallecido.
La ONU, por su parte, pidió “el cese inmediato de los ataques a las instalaciones de salud, hospitales, trabajadores de la salud, ambulancias”.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, subió a redes sociales imágenes del hospital destruido en un mensaje en el que volvió a hacer público su enojo con la OTAN por negarse a declarar una zona de exclusión aérea sobre su país: “¿Cuánto tiempo más el mundo será cómplice ignorando el terror? ¡Cierren el cielo ahora mismo! ¡Basta de matanzas!”.
La ciudad portuaria de Mariupol es el escenario de una de las situaciones más desesperantes desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, hace 14 días: los bombardeos destruyeron edificios y dejaron a su población sin agua, electricidad, calefacción, servicios telefónicos y de cloacas.
Autoridades locales dijeron que planeaban empezar a cavar fosas comunes para los muertos y la Cruz Roja informó que la gente derretía nieve o esperaba que lloviera para poder tomar agua.
La ONU dijo que tiene constancia de 516 fallecidos, entre los que figuran al menos 37 niños, informó la agencia de noticias Europa Press, en un balance que además da cuenta de 908 civiles heridos, 50 de ellos identificados como menores de edad.
Por otra parte, continúa el éxodo de ucranianos hacia países vecinos: según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur), Filippo Grandi, entre “2,1 millones y 2,2 millones” de personas partieron desde el 24 de febrero.
Rusia y Ucrania acordaron ayer la apertura de corredores humanitarios por 12 horas para permitir la evacuación de civiles de varias zonas arrasadas por los bombardeos.
Estos corredores pautados van de Energodar hacia Zaporiyia (sur), de Izium a Lozova (este) y de Sumy a Polatava (noreste). También se abrirán rutas hacia Kiev desde zonas situadas al noroeste de la capital como Bucha, Irpin o Gostomel.
La portavoz del ministerio ruso de Relaciones Exteriores, Maria Zajarova, admitió “progresos” en las negociaciones para “poner fin cuanto antes al baño de sangre insensato y a la resistencia de las fuerzas ucranianas”.
En este contexto se producirá hoy jueves, en Turquía, el encuentro del jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, y su homólogo ucraniano, Dmitri Kuleba.
Este último funcionario aseguró en un video en Facebook que hará todo para que las “conversaciones sean lo más eficaces posibles”, aunque admitió que sus “expectativas son limitadas”.
En Kiev, las sirenas antiaéreas sonaban hoy una vez tras otra, advirtiendo a la gente que corra a los refugios antibomba por temor a ataques inminentes.
Los bombardeos no tuvieron lugar y la gente recibió cada vez la señal de que ya podía dejar los refugios, pero las constantes alertas tenían en vilo a los residentes de la urbe, que había estado relativamente en calma en los últimos días en medio de fuertes ataques rusos y combates en localidades de su periferia norte.
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