El presidente que enamoró a los cordobeses puede llegar a convertirse en el hombre que entierre a uno de los símbolos de la industrialización argentina: la Fábrica de Aviones Brigadier General San Martín (FADEA), antes denominada Fábrica Militar de Aviones. Sin duda, un complejo emblema de la Córdoba industrial.
Marcos Peña, el jefe de Gabinete y hombre de máxima confianza de Mauricio Macri es quien timonea el operativo de reestructuración de FADEA, incluso, por encima del Ministerio de Defensa que conduce otro amigo del titular del Ejecutivo, el cordobés Oscar Aguad.
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Como adelantó ENREDACCIÓN, luego del despido de los 35 mandos medios y sus equipos entre viernes y sábado pasados, esta semana le continúan 110 despidos de personal de distintas aéreas de la empresa. La medida forma parte del plan de reestructuración que implementa el nuevo CEO de la compañía, Horacio Beltramone. A los despidos se le agregarán suspensiones del resto del plantel de FADEA, con el objetivo de ganar tiempo para conseguir “nuevos negocios” que permitan mantener operativa a la firma.
Así se lo confirmaron a este medio tres fuentes diferentes: una de las Ministerio de Defensa, otra gremial y la última de la misma FADEA. Todos pidieron reserva de identidad.
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Beltramone es un licenciado en Administración de Empresas especializado en reestructuraciones empresarias. Estudió en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y realizó un MBA (Master Business Administration) en la Universidad Católica de Córdoba (UCC). Por eso, Peña lo puso como gerente general en 2016. Piloteó el primer esquema de ajuste de FADEA, que finalizó con 500 operarios menos por vía de retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas.
A partir de la asunción de Mauricio Macri en diciembre de 2015, FADEA redujo su planta de personal desde 1597 operarios a los 1.050 actuales. Ahora, la planta de trabajadores se reduciría a 940.
FADEA fue fundada en 1927 e inició su historia desarrollando aeronaves bajo licencias europeas hasta 1931, cuando diseñó y construyó el primer avión nacional. En 1944, en la gestión del mayor ingeniero Juan Ignacio San Martín, la empresa produjo un salto que le permitió emplear a más de 9.000 personas en el complejo industrial I.A.M.E. (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado), donde se construían aviones, motores, hélices y accesorios, además de vehículos utilitarios, automóviles, tractores y motocicletas. De aquí salieron el célebre Rastrojero, la moto Puma, el tractor Pampa y los aviones Pulqui -el primero a reacción de Sudamérica-, los Pucará y el IA-63 Pampa.
QUÉ HIZO BELTRAMONE
El primer paso de Beltramone fue ajustar la estructura de comando de la empresa. Con el despido de los 35 empleados medios, el fin de semana anterior, eliminó seis gerencias, entre ellas la de producción del avión IA-100, un biplaza de entrenamiento militar básico, que incluye también al proyecto del IA-74, mellizo del IA-100, pero con menos equipamiento, destinado a entrenamiento básico de aviadores civiles; y la de mecanizado, que es la encargada de elaborar las piezas que luego son ensambladas en las aeronaves. Más allá de que las funciones de estas dependencias se suman a las seis que quedaron, en los hechos en la traducción del lenguaje organizacional, significa que perdieron valor y jerarquía, y por tanto pierden su autonomía.
CÓMO SIGUE EL PLAN OFICIAL
Como adelantó este medio en su edición del lunes 30, FADEA fue provista de recursos para llevar adelante los despidos y reajustar la estructura de la compañía para que pueda prestar servicios, pero no producir aviones.
La planta fabril siempre estuvo ordenada, en lo esencial, para fabricar aviones y, en segunda instancia, para mantener esas mismas aeronaves que proveía a la Fuerza Aérea o al Ejército. La plantilla de personal actual de FADEA es, en términos redondos, en un 15% para desarrollo de productos y apoyo y coordinación de las tareas de mantenimiento -ingenieros y técnicos-, un 65% para fabricarlos -operarios de producción- y un 20% de trabajadores especializados en mantenimiento. En los hechos, el tercero de los grupos, con unos 200 operarios, es el único que recibe planes de trabajo. El de ingenieros y técnicos realiza tareas de apoyo y coordinación, pero como la cantidad de trabajo es ínfima, existe una enorme capacidad ociosa, señalaron fuentes consultadas por ENREDACCIÓN. Como no hay planes de producción, el 80% de la planta de personal se encuentra afuera del plan de negocios.
Si bien parece que nadie quiere poner su firma en el certificado de defunción del proyecto del IA-63 Pampa III, es probable que no salga ninguna de las aeronaves destinadas a la Fuerza Aérea para reemplazar el parque de los 18 Pampa en operaciones en la Fuerza Aérea. El plan definido por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner incluía fabricar 22 Pampa III en serie, pero se armó la línea de montaje, se pusieron en marcha tres aviones y ahí están, sin terminar como mudos testigos de la falta de proyectos de largo plazo.
La fuente del Ministerio de Defensa consultada por ENREDACCIÓN dijo que no está descartado que se terminen las tres unidades que quedaron a medio camino, pero hoy no hay fondos para hacerlas: “Si la gestión de FADEA encuentra recursos, capaz que los terminan”. Sobre las restantes 19, la misma fuente utilizó la siguiente frase: “Es probable que ni un milagro los saqué del estadio de proyecto. Aún no fue cancelado, pero la orden de la Jefatura de Gabinete es reducir todas las partidas al mínimo indispensable”. Una fuente de FADEA señaló que se buscan socios internacionales para desarrollarlo y venderlo en terceros mercados, pero esa vía ya fracasó en los ’90.
El Pampa, un avión a reacción de entrenamiento avanzado (previo a pilotar aviones de combate) siempre fue de alto costo, y parte de su derrotero, más allá de las cualidades que posee, se deben justamente a que quedó desacomodado respecto de los segmentos de mercado militar existentes. Resultado, nadie sabía si el único avión de fabricación nacional que hace años vuela de despacho en despacho sin que se produzcan más que prototipos, iba a seguir vigente o si finalmente sería archivado.
Si es así, los Puelche PA25, los dos pequeños aviones aeroaplicadores -que en realidad fueron ensamblados- vendidos en 2017 a Colombia, serían la última producción de un avión completo por parte de FADEA.
Hasta fines de 2019, la empresa tiene un contrato para proveer el portón trasero del KC390, un avión de carga militar, a Embraer, que es el consorcio fabricante. Allí se desempeñan unos 60 operarios. Por el momento y hasta nuevo aviso, esa será la única función fabril de FADEA.
El CEO de FADEA imagina vender servicios aeronáuticos como los que se realizan hoy a la Fuerza Aérea o la Marina con el mantenimiento de los aviones Hércules y P3-Orion, respectivamente. “La única salida que se plantea es hacer negocios por fuera de la Fuerza Aérea”, precisó una preocupada fuente sindical.
Ayer, en la fábrica corría la versión de que sería contratado un especialista comercial proveniente de la canadiense Bombardier para tratar de vender los servicios que puede prestar la fábrica. Lo cierto, es que si finalmente se concreta, trabajará con una soga colgada de su cuello y a medio apretar, porque el Ejecutivo sólo giraría el dinero de los convenios de mantenimiento, que representan alrededor del 85% de los ingresos. El restante 15% se fruto del contrato con la brasileña Embraer.
También se sabe que la “low cost” Flybondi habría establecido conversaciones con FADEA para que allí se realice el mantenimiento de sus aviones. La conexión es un ingeniero ex-FADEA que ahora es responsable de los equipos técnicos de la primera compañía de este tipo del país. Las “low cost” serían justamente otra de las ideas apuntadas en el plan de negocios para incrementar la facturación de FADEA.
Para el gobierno nacional, producir aviones de combate no es una prioridad. Tanto por cuestiones económicas (requiere fuertes y constantes inversiones de capital); geopolíticas (lo lleva a disputas políticas y económicas con Estados Unidos, que no quiere competencias en el hemisferio, y la política exterior de Macri es de alineamiento con la principal potencia mundial); y por una idea de desarrollo industrial, en el que sin actores privados con volumen para desarrollar este negocio, el presidente no cree en involucrar al Estado como único actor en él. Sin embargo, como la gestión restauradora del modelo neoliberal parece haber hecho del gradualismo una estrategia, por lo pronto, FADEA no tendría faja de clausura, pero podría ser un muerto en vida respecto de la misión para la que fue creada.
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